LA HERENCIA DEL DOLOR Los tres ataúdes
Nostalgia. Noris González Mirabal observa publicaciones de la época sobre el asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal.
NORIS GONZÁLEZ MIRABAL, HIJA DE PATRIA, DIJO QUE EL ASEDIO A LA FAMILIA FUE TAN TENAZ QUE SE ACOSTUMBRARON A HABLAR BAJITO, PORQUE SENTÍAN QUE LAS PAREDES OÍAN
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EN SANTO DOMINGO, 22 Mayo, 2018: Su madre fue a verla cinco días antes al colegio donde estudiaba como interna para informarle del viaje que realizaría con sus hermanas para visitar a sus esposos en la cárcel, y ella le advirtió sobre el peligro de la carretera que tomarían para llegar a su destino.
Patria Mirabal, llamada así porque nació el día de la Independencia Nacional en 1924, le buscó el lado hermoso a la ruta por una carretera inhóspita que conducía a la provincia Puerto Plata. “Pero son tan preciosas esas lomas, los caprichos, las americanas, que embellecen esa carretera. Es lindísimo eso”, le expresó a su hija Noris, de 16 años, para tranquilizarla.
Al mismo colegio Inmaculada Concepción, ubicado en La Vega, fueron a buscar a Noris una tía y su prima para informarle que las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal habían sufrido un accidente el 25 de noviembre de 1960. Ella ignoraba que en realidad habían sido asesinadas por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo, junto a su compañero Rufino de la Cruz, debido a su oposición al régimen represivo.
A Noris González Mirabal, ahora con 73 años, le sorprendió encontrar ese día la casa repleta de personas y solo en ese momento entendió la magnitud del suceso que abatía a la familia: “Encontré tres ataúdes, y eso fue un dolor indescriptible”, expresa entre suspiros y pausas como buscando el aliento que se escapa en medio de su dramático relato.
“Con los féretros abiertos, yo las vi a las tres, una imagen que no se puede olvidar. Mi madre tenía lágrimas de sangre, estaban desechas, aún con la paja del desfiladero donde las tiraron”, recuerda sobre la impresión que le causó ese momento.
De su madre Patria dice que era una mujer amorosa, dedicada, detallista, religiosa, respetuosa, exigente con la educación de sus hijos y muy sensible. “Le gustaba hablar con los mendigos y siempre tenía algo que darles. Era muy sensible a los problemas sociales y de la nada siempre sacaba algo precioso”, añadió.
Con ella aprendió a bordar y a ser meticulosa. “Yo arreglaba mi cama, pero si el cubrecama no estaba recto, ella lo quitaba y me decía que lo arreglara otra vez, porque debía estar así”, agregó.
Recuerda que su madre encontraba siempre una excusa para pasear, especialmente con sus hermanas Minerva y María Teresa. Ella tenía afición por la pintura, las revistas, los jardines y se graduó de mecanógrafa en el colegio Inmaculada Concepción. Con ella asistía a misa cada domingo y recuerda sus afanes para que luciera impecable o de lo contrario debía quedarse en la casa.
“Lo disfrutaba todo”, dice al narrar cómo se involucraba personalmente en el cuidado del jardín, pese que tenían una persona encargada de realizar esa tarea.
“El cerebro se resiste a mantener vivos recuerdos tan duros”, expresa González Mirabal, quien confiesa que tuvo una niñez y adolescencia feliz y repleta de fantasías que la dictadura cambió repentinamente por atardeceres horribles y largas noches de dolor.
El acoso de la tiranía a la familia fue tan tenaz que se acostumbraron a hablar bajito porque sentían a veces que las paredes oían.
Las Mirabal participaron activamente en las actividades conspirativas contra la dictadura a través del movimiento político 14 de Junio. Minerva y María Teresa fueron encarceladas y torturadas en varias ocasiones. Los esposos de las hermanas, Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo), Leandro Guzmán y Pedro Antonio González fueron también encarcelados y sometidos a crueles torturas durante el régimen de Trujillo.
“La tiranía no las resistía a ellas y ellas no resistían a la tiranía ni un minuto más”, indica Noris sobre lo que significó el involucramiento de las Mirabal en la resistencia contra Trujillo.
Refiere que, pese al peligro que las acechaba constantemente, por su mente nunca pasó asilarse porque jamás abandonarían a su familia y especialmente a sus esposos que estaban en ese momento encarcelados.
Cuando se le pregunta qué hubiese preferido si heroína o madre, su respuesta es rápida y tajante: “Queríamos tener madres con libertad”.
Le duele que tantas personas, especialmente jóvenes, ignoren la verdad sobre las atrocidades de la tiranía trujillista, pero precisó que tiene la firme voluntad de trabajar en sentido contrario para hacerles ver que era un tiempo en que el pueblo estaba siendo extinguido.
Lamentó que tantas personas valiosas fueran eliminadas por la dictadura, pero mucho más que otros se escondieran por miedo y que todavía en la actualidad permanezcan en el silencio. Sintió un gran desaliento cuando el tirano fue ajusticiado seis meses después de ordenar el asesinato de las Mirabal, porque pensaba que si hubiera ocurrido antes, ellas estuvieran con vida.
El tiempo, empero, se encargó de mostrarle que el sacrificio de las llamadas “mariposas” aceleró la caída de la dictadura y el tránsito hacia la democracia que ahora disfrutan los dominicanos.
Está consciente del compromiso que representa ser la hija de Patria Mirabal porque “el heroísmo no se hereda”, y su legado la compromete a actuar de manera correcta.
Todo era un desecho
Ella estudiaba interna en La Vega y solía visitar la casa familiar en Salcedo para las vacaciones y en fechas especiales como el Día de las Madres, Navidad y Semana Santa.
La casa familiar fue prácticamente destruida y los bienes subastados. Con la madera de la vivienda, Víctor Alicinio Peña Rivera, quien sustituyó a Johnny Abbes como jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y coordinó el asesinato de las Mirabal y de Rufino, terminó de construir el envigado de una vivienda que levantaba. De la casa solo quedaron las columnas, la galería, un baño y una terraza. “Todo era un desecho. No volví a verla durante años”, añadió sobre la vivienda convertida en la Casa Museo Hermanas Mirabal, donde reposan los restos de las heroínas y que ha sido declarada una extensión del Panteón Nacional.
Exhortó a los dominicanos a tomar conciencia de esos hechos y a conocer la historia para que no se repita jamás algo parecido.
Lamentó que tantas familias no puedan rendirles culto a sus familiares en un cementerio porque sus cuerpos nunca han aparecido.
González Mirabal siente el dolor de la adolescente que creció sin su madre y que por suerte pudo encontrar en su abuela Mercedes Reyes Camilo el amor, la cobertura y el mundo de sueños que de forma tan despiadada le arrebató la dictadura. “No nos sentimos desamparados, ni desprotegidos”, agregó.
Ella está consciente de la gran responsabilidad que significa el legado de las hermanas Mirabal, porque aunque la sociedad no ve en sus descendientes una continuidad del heroísmo, si espera que lleven una vida correcta y ejemplar.
“Ahora dentro de una democracia no hay que dar la vida, hay que dar ejemplos para que los demás cumplan con lo que les corresponde”, indicó.
Se siente comprometida con la divulgación del aporte de las hermanas Mirabal y otros personajes que dieron su vida para que los dominicanos hoy puedan vivir en democracia.
Recordó a los jóvenes que no vivieron la dictadura de Trujillo pero la añoran por el referente de que existía “orden y respeto”, que durante su régimen la vida de una persona dependía hasta de un gesto, una mirada, una frase o una interpretación del sátrapa. Puntualizó que genuflexos alrededor de Trujillo tenían como ocupación disponer de la vida de los desafectos al régimen. “Duele todavía ver que muchas personas ignoran la verdad”, refirió González Mirabal, quien coordina actualmente las jornadas de reforestación desde el Ministerio de Medio Ambiente y dos días a la semana colabora con el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana (MMRD).
Ella habla con entusiasmo de las diversas especies que cultiva en su hogar y de su labor como restauradora de textiles. Tuvo la responsabilidad de restaurar todas las piezas de las hermanas Mirabal que son exhibidas en el museo levantado en su honor, en Salcedo.
Tiene una hija a quien nombró Patria por su madre, otro hijo que se llama Francis Ernesto, en honor al coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y al guerrillero argentino Ernesto Che Guevara, uno de los líderes de la Revolución Cubana, y un tercero, Cristóbal Enrique, que lleva los hombres de sus abuelos.
Sobre el nieto de Trujillo que aspira a la Presidencia de la República, se limitó a decir que el país ahora vive en democracia y que los familiares de las víctimas de la dictadura que su abuelo encabezó no se van a distraer en el objetivo de que la verdad se conozca.
“Es un dolor que uno lo llevará a la tumba”, sentenció sobre las secuelas dejadas por Trujillo.
CRIMEN
Las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por su oposición a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. En honor a ellas la Organización de las Naciones Unidas declaró mediante resolución esa fecha como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Patria llegó a prestar su casa para guardar armamentos y herramientas de los opositores a Trujillo
Por Juan.Salazar / Listìn Diario