El contrabando que sustenta industria en Haití
“Carlos” amarró sobre su motocicleta tres sacos llenos de palos secos y encendió el motor. El sonido del vehículo en marcha se escuchaba por el apacible bosque del Parque Nacional Jaragua. El joven llegó a la solitaria y ancha carretera que conecta a Cabo Rojo con la Sierra de Bahoruco y aceleró hacia el sur. El camino era suyo. Iba con descaro. Tenía prisa en entregar lo que transportaba para retornar por más material de contrabando.
Andaba alerta; procuraba que las autoridades no lo interceptaran. Llegó a una estrecha vereda en el pueblo fronterizo de Pedernales y aceleró más. Estaba a punto de cruzar la frontera entre la República Dominicana y Haití de una forma simple: por el seco río que las divide. Y lo hizo. Otra vez burló el puesto militar que estaba a 800 metros del camino. Sin pasar por un control migratorio, llegó a Anse-à-Pitres, una comunidad haitiana, para encontrarse con “el moreno”, un haitiano que lo esperaba. El afán por entregar los sacos le generó unos RD$1,350 en esa vuelta.
“Carlos”, a la izquierda en la foto principal, transporta los sacos con guaconejo extraídos del Parque Nacional Jaragua, para cruzarlos por la frontera, en mayo de 2018.
La inusual mercancía que intercambió provino de un arbusto de varias especies casi todas clasificadas bajo el género científico Amyris, que en la República Dominicana le llaman guaconejo y en creole haitiano bwa chandèl (leña de candela). La madera de esta planta se somete a un proceso de destilación para extraer un aceite esencial –parecido al sándalo de la India– utilizado en la elaboración de perfumes, jabones y otros productos. También se le atribuyen propiedades terapéuticas y cosméticas.
Desde el siglo pasado Haití es un productor relevante de aceites esenciales. El país se ha considerado de las fuentes más importantes del mundo de aceite de alta calidad extraído de la planta vetiver (conocida en Dominicana como pachulí). En 2016, la consultora internacional Grupo ETC reportó que 60,000 personas en ese país dependen del vetiver para sus ingresos, siendo desconocido cuántos lo hacen del guaconejo.
Madera de Guaconejo
La industria haitiana de aceites esenciales se ha nutrido en menor medida y con altibajos de guaconejo, limoncillo y naranja amarga –o agria– como materia prima. Pero la severa deforestación en ese país, especialmente para hacer carbón, impactó en sus recursos. Aunque no hay datos de cuánto se ha afectado, reportes y conocedores del negocio consultados en ambos países coinciden en que proviene desde la República Dominicana toda la madera para extraer aceite de Amyris que Haití procesa desde hace años (hay quienes estiman más de 10 años).
El guaconejo se contrabandea pese a que cinco especies endémicas y nativas del arbusto están en la Lista Roja de la Flora Vascular Dominicana, presentada en 2016. En Pedernales se ha documentado la existencia de varias especies, como Amyris elemifera, Amyris balsamifera y la endémica Amyris granulata, que en ese inventario tiene el estado de En Peligro. En la provincia y en las fronterizas Independencia, Elías Piña y Montecristi también hay de la especie nativa Amyris diatrypa, igualmente En Peligro.
El uso de aceites esenciales es milenario. En la Biblia se menciona que tras la muerte de Jesús, Nicodemo llevó un compuesto de mirra y aloes para el cuerpo de Cristo. El Observatory of Economic Complexity del Instituto de Tecnología de Massachusetts, que compila bases de datos mundiales, registra que en 2016 las exportaciones globales de aceites esenciales movieron más de U$4 mil millones.
Según Trade Map, una base de datos del Centro de Comercio Internacional, en 2016 Haití exportó US$24.8 millones exclusivamente en aceites esenciales, para el 7 % de todas sus exportaciones. En cambio el Centro de Exportación e Inversión de la República Dominicana (CEI-RD) reporta que las del país alcanzaron US$1.5 millones. Las cifras reflejan la diferencia en importancia de este rubro en dos países que comparten una isla.
En la página de comercio electrónico amazon.com un frasco de 30 mililitros de aceite de Amyris se vendía en mayo a US$15.75 y de 10 mililitros hasta US$8.95. A nivel mundial India y Francia son los principales países que comercializan el aceite de Amyris.
De acuerdo a Trade Map, en 2016 Haití exportó a Francia el 50.4 % del valor de su producción de aceites esenciales y a India el 4.3 %. Otros destinos fueron Estados Unidos, España y Emiratos Árabes Unidos.
A principios de mes Diario Libre contactó a una empresa cuya sede central está en el Reino Unido. Un representante –que pidió no identificar a la compañía– confirmó que esta compra a un vendedor en los Estados Unidos aceite de Amyris proveniente de Haití.
La compañía haitiana Caribbean Flavors & Fragrances informa en su página web que entre los productos que oferta para exportación está el aceite de Amyris. Al contactar por teléfono a su presidente Jean-Pierre Blanchard este confirmó escuetamente que el guaconejo no se encuentra en su país y los haitianos lo toman en la frontera. “En la República Dominicana hay dominicanos que nos traen el Amyris”, dijo e inmediatamente alegó que no tenía tiempo para seguir conversando y cortó la comunicación.
Las exportaciones de Haití de aceite de Amyris comenzaron entre 1940 y 1950. Es en el último año que se observa un afianzamiento de Pedernales como una fuente para ese país de esa materia, a pesar de que la provincia tiene el 68 % de su territorio declarado como área protegida.
Sacos con madera de guaconejo
Los intermediarios pagan más dinero a los contrabandistas del que conseguirían vendiéndolo a las empresas locales. Así dominicanos y haitianos, abrumados por una tasa de desempleo en Pedernales superior a 23.7, han encontrado en este intercambio ilegal una fuente de ingresos.
Aunque no hay estudios que cuantifiquen la población de guaconejo en la isla, las estimaciones de biólogos es que el material aprovechable y comercial pudiera desaparecer en 10 años.
Lo entienden así porque los contrabandistas cada vez se adentran más hacia el territorio dominicano por haber recogido lo más cercano a la frontera. Y con apenas cinco guardaparques disponibles del Ministerio de Medio Ambiente para trabajar con el control del guaconejo en Pedernales, 16,000 sacos incautados desde agosto a abril pasados y ninguna condena, la ilegalidad supera a la respuesta.
Sacos con madera seca de guaconejo que fue recogida dentro del Parque Nacional Jaragua para ser contrabandeados hacia Haití, en mayo de 2018.
En esta foto se puede ver el bosque seco donde se unen los parques nacionales Sierra de Bahoruco y Jaragua. En la zona decenas de personas recolectan madera de guaconejo para contrabando.
O el medioambiente o el empleo
El guaconejo es un arbusto de gran tamaño, aromático y resinoso que se encuentra mayormente en el bosque seco. Brígido Peguero, encargado de Botánica del Jardín Botánico Nacional, informa que se han identificado 11 especies en la isla y otra de un género parecido que también se contrabandea. Hay especies como Amyris elemifera y Amyris balsamifera que también se encuentran en Cuba, Jamaica, Puerto Rico, México, América Central y otros territorios.
Cuando el guaconejo se pudre, bacterias, hongos y plantas epífitas aprovechan sus nutrientes. Como su madera contiene aceite y alcoholes, su combustión es prolongada y puede usarse como antorcha.
Para un buen destilado de la madera esta debe estar seca. El tiempo para su correcto secado va desde seis meses hasta más de un año. Sin embargo, el director provincial de Medio Ambiente, Francisco Jiménez, confirmó que en la provincia ocurre algo que también se observó en la recolección de guaconejo en la Sierra de Neiba: lo cortan verde para que se seque o le hacen una especie de anillo o desgarre en el tronco para que “muera”.
En esta imagen tomada en 2014 en la Sierra de Neiba se observan dos personas descargando madera de guaconejo.
Carlos tiene 23 años y un grado de bachiller. Con una esposa embarazada y una niña que mantener, encontró en el contrabando de guaconejo un “empleo mejor” al de motoconchista ordinario en Pedernales con el que conseguía apenas RD$50 por pasajero. Lo mismo consideran otros compueblanos quienes pasan con la carga a toda prisa por las calles del pueblo. Cuando el tráfico era menor, la madera se buscaba en camiones, pero por la persecución de las autoridades, ahora se hace en vehículos ligeros.
Carlos subcontrata a campesinos recolectores con quienes se divide las ganancias. Cuando comenzó en el negocio hace seis meses, los haitianos compraban cada saco a RD$700. Llegó a ganarse en un día hasta RD$4,000.
Por razones de oferta y demanda, el valor se redujo a RD$450 actualmente para –según Carlos– revenderse en Haití a RD$1,000. Él ha sabido comenzar un día y terminar de transportar el contrabando a las 7:00 de la mañana del siguiente. Los intermediarios están atentos a su llamada; transportan la mercancía hacia destilerías en Puerto Príncipe por tierra y hasta por mar. “Lo llamo (al intermediario) cuando voy a subir a cargar, él tiene un moreno (un haitiano) esperándome o me espera él”, dijo.
La Oficina Nacional de Estadísticas estima que 34,391 personas viven en Pedernales. Su territorio tiene un Índice de Desarrollo Humano bajo. En el mapa de la pobreza que elabora el Ministerio de Economía está marcada entre las tres provincias más pobres del país, con más del 44 % de sus hogares en pobreza extrema.
Décadas atrás era distinto. En la provincia operaba la minera Alcoa Exploration Company, que se marchó a mediados de la década de 1980. Otras fuentes de trabajo eran Cementos Andino Dominicanos, Ideal Dominicana y la minera Dovemco, que generaban unos 1,700 empleos, según estimó el gobernador provincial Cruz Adán Heredia. Las opciones laborales que quedan son una zona franca que funciona a media capacidad, negocios privados (como pequeños hoteles), la agricultura y el informal mercado fronterizo.
En la provincia, además, se espera la ejecución de un ambicioso plan turístico anunciado por el Gobierno que aproveche las riquezas naturales de forma sostenible y genere empleos.
El dilema de la extracción
En el país hay identificados tres negocios que procesan el guaconejo: uno en Santo Domingo y dos en Cabral, Barahona. Del CEI-RD explican que no está autorizada la exportación de su aceite si se comprueba que las empresas matan el árbol para extraerlo; si muere de forma natural, se puede utilizar, aunque hay límites de capacidad por compañía.
El Ministerio de Medio Ambiente cerró de forma temporal en 2013 la empresa Dominican Arome (Domarome), ubicada en Cabral, por alegadamente sobrepasar su capacidad de almacenamiento de guaconejo. Igualmente ocurrió en 2016, por unos meses, informó su propietario, por un supuesto uso de leña verde.
El presidente de Domarome es Gueric Boucard, un haitiano de ascendencia francesa, quien además tiene la empresa Texarome, en Texas, Estados Unidos, destinada al comercio de aceites esenciales, especialmente de cedro.
A sus 70 años, asegura que su familia comenzó la industria de aceites esenciales en Haití en la década de 1940. Cuenta que durante la Segunda Guerra Mundial se dificultaba llevar a Nueva York los aceites desde la India y otras partes del mundo, y se interesaron en Haití en busca de producir con vetiver y otras plantas.
Imágenes tomadas en la planta de la empresa Domarome, ubicada en Cabral, Barahona, donde el empresario haitiano Gueric Boucard destila madera de guaconejo para exportar su aceite a la procesadora que tiene en Texas, Estados Unidos, y someterlo a un refinamiento final.
Boucard comenta que su familia abandonó Haití durante la dictadura de François Duvalier y abrió a Texarome, que opera desde 1982. Cuando las condiciones políticas lo permitieron, el empresario y su hermano regresaron a su país, donde rentaron entre 1996 y 2002 un terreno en Jacmel para construir una fábrica de aceites esenciales. La planta se trasladó entre 2002-2003 a Cabral y provee empleo directo a 17 personas.
Cada tonelada de guaconejo la compra entre RD$6,000 y RD$8,250, pero en las fábricas haitianas asegura que vale el doble. En sus instalaciones se procesan hasta cuatro toneladas diarias y él estima que de una tonelada de madera de buena calidad se pueden extraer 20 kilos de aceite.
El aceite crudo procesado en la planta se lleva a Texas para refinarlo y exportarlo a Europa, Corea, Japón, Estados Unidos, América del Sur y México. En Texarome 32 onzas de aceite de Amyris la empresa publica en su página web que las vende a US$103.69 y, en más cantidades al por mayor, hasta a US$1,509.60.
Diario Libre solicitó al Ministerio de Comercio y de la Industria de Haití información sobre su industria de aceites esenciales, pero no respondió. Un dato que se pidió fue cuáles y cuántas empresas producen aceite de Amyris. Para intentar determinarlo se llamó a tres negocios haitianos del sector y en uno se conversó con alguien que las estimó en dos; Boucard cree que son unas cuatro.
Boucard dice tajantemente que no sabe de dónde ni cómo sus intermediarios locales consiguen el guaconejo. Así también lo asegura otro comerciante contactado en los Estados Unidos que vende aceite de Amyris importado desde Haití y sabe del contrabando. “No es mi trabajo”, afirma Boucard. “Es trabajo del señor Brito (el exministro de Medio Ambiente). Él debe cuidar y vigilar su foresta, no yo, yo soy empresario, yo compro una materia prima natural, la proceso legalmente, ese es mi trabajo”.
Cuando el equipo de Diario Libre estaba en Domarome llegaron dos proveedores de guaconejo a la destilería. Informaron que lo vendido a la planta se extrae de la Sierra de Neiba. En 2014 campesinos informaron a este periódico que el arbusto escaseaba en la zona.
Luis Emilio Mateo, de la Asociación San Rafael del Bosque de la provincia Bahoruco, suple guaconejo a Domarome. Muestra un frasco de aceite destilado.
“Hay no más de cinco o seis personas en la frontera que hacen ese contrabando –asegura Boucard– y todo el mundo les conoce, todo el mundo sabe quiénes son, especialmente el Ejército, toda la gente de Medio Ambiente, ellos saben quiénes son, si no les quieren parar la culpa es de ellos”.
El director provincial de Medio Ambiente indica que aunque son cinco vigilantes forestales los asignados para la extracción de guaconejo, no se pueden aumentar porque esto conllevaría descuidar áreas de la Sierra de Bahoruco, puntos críticos fronterizos y zonas costeras.
Ante la limitante, Medio Ambiente se apoya en el Servicio Nacional de Protección Ambiental (SENPA) y el Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza (Cesfront). Sin embargo, se ha denunciado que sacos incautados por el Cesfront se han revendido para repartirse las ganancias entre los militares y que guardias extorsionan a contrabandistas. Estas acusaciones las negaron en la fortaleza provincial.
Jiménez destaca que se decidió incinerar los sacos incautados para evitar su trasiego hacia Haití, como reporta que ocurrió tras una subasta. Explica que por la poca actuación de la justicia cuando se someten casos medioambientales, se optó por imponer sanciones administrativas. A Carlos se le incautó el motor una vez y lo recuperó pagando una fianza de RD$3,000.
Un contrabandista de guaconejo lleva tres sacos con madera que cruzará de forma clandestina hacia Haití por el lecho del río Pedernales.
¿Aprovecharse en el país?
¿En qué afecta extraer una madera seca del bosque? Jiménez responde citando tres aspectos: se extrae de área protegida, se lastima el árbol verde cuando se corta para su secado y porque es llevada de contrabando hacia otro país. “Nos despojamos de nuestra riqueza natural para regalarla a Haití”, se queja.
Peguero, el biólogo del Jardín Botánico, observa que también conlleva abrir senderos dentro del bosque para transportarla. “Ahí se va cualquier cosa”, dice.
Jiménez notifica que se han dado 12 permisos para vehículos en los que se transporta guaconejo extraído fuera de área protegida para comercializarlo en el país, especialmente a las destilerías de Cabral.
El empresario Boucard entiende que el guaconejo no debería salir de la República Dominicana. “Debería procesarse aquí en beneficio de la gente de aquí no de Haití, pero (las autoridades) no tienen la fuerza ni la condición de parar eso, el contrabando. La mafia en la frontera es porque ellos la toleran”, dice.
Jiménez comenta que se ha instado a los traficantes a que es preferible aprovechar el guaconejo que está fuera de área protegida para utilizarlo y venderlo en el país. “Pero la mayoría de personas prefiere el contrabando porque es más rentable”, se lamenta.
Brígido Peguero enseña a Diario Libre muestras de especies de Amyris recolectadas en diferentes zonas del país.
El CEI-RD identifica cuatro empresas como las principales exportadoras de aceites esenciales desde la República Dominicana y una de ellas es Domarome. Reporta que en 2017 el país exportó 87,423 kilogramos de ese producto por US$1.2 millones. El 88.6 % fue a Estados Unidos y 2.1 % a Haití.
Entre campesinos, empresarios y ecologistas consultados está la inquietud de por qué la producción de aceite esencial de Amyris no atrae más atención de inversionistas en la República Dominicana. Al preguntarle al respecto a Boucard atina a decir: “Porque no hay dinero en el guaconejo (...) Nada en la industria pesada hace mucho dinero, es el volumen que te da el flujo del dinero”. Pero además lo atribuye a otra razón: “Es mucho trabajo, los ricos de aquí no trabajan muy duro, hacen las cosas fáciles”.
En el caso de Pedernales, el gobernador lo atribuye a otra variable: “El que tiene dos o tres pesos le huye a invertir en Pedernales porque podría quedarse en cualquier momento solo con la inversión hecha porque de Pedernales todo el mundo está tratando de migrar por no haber oportunidades de empleo”.
Otro alegato es la incertidumbre en el tiempo de un arbusto que crece lentamente y el secado de su madera es prolongado.
La ausencia de estudios sobre el guaconejo limita conocer más sobre su población en la isla, especialmente el caso de Haití. Sin embargo no son positivas las proyecciones de Yolanda León, investigadora del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec) y directiva de la entidad ecológica Grupo Jaragua. “El futuro de eso puede que sea corto y que esto ni siquiera sea un tema en algunos años, porque se acabó, igual que en Haití”, dice.
“En el año 2006-2007, por la zona de Duvergé, una que se llama La Florida, recuerdo que fui y vimos las pilas de guaconejo y una extracción activa. Hoy, diez años después, en ese sitio no hay ninguna actividad de guaconejo”, comenta. Esto le hace suponer que en un ciclo de diez años pasará igual en otras zonas y lo que se encontrará serán arbustos pequeños.
La ambientalista lamenta que las relaciones entre ambos países no sean las ideales para que la República Dominicana aproveche la experiencia haitiana y procure expandir su industria de aceites esenciales o entablar acuerdos de negocios.
El Grupo Jaragua tiene un proyecto de cultivo y estudio del guaconejo en Pedernales y Duvergé con miras a evaluar su desarrollo, poblaciones y expansión.
Rubel Féliz, del Grupo Jaragua, colabora con el estudio del guaconejo con unos cuantos arbustos plantados en su propiedad en Tres Charcos, Pedernales.
Empresarios de la industria haitiana indicaron al Grupo ETC que probar con fuentes sintéticas alternativas dependerá del gusto del cliente.
En medio de la situación, el gobernador de Pedernales informa una novedad: “Me dicen que el comprador haitiano que está comprando de este lado también –cuyo nombre dijo que desconoce– está en planes de instalar la fábrica aquí mismo en Pedernales. Estamos trabajando en ver cómo se presenta ese proyecto a ver si se instala la fábrica aquí porque eso vendría a utilizar mano de obra de las dos naciones”.
La Ley Sectorial de Áreas Protegidas establece que todo tipo de uso y aprovechamiento de los recursos naturales dentro de las áreas protegidas deberá estar incorporado en el plan de manejo de cada área y a sus planes operativos, y deberá contar con una evaluación ambiental.
El gobernador informó que envió una propuesta al Ministerio de Medio Ambiente de manejo de bosque seco para que los campesinos puedan vender el palo de guaconejo a las fábricas de Cabral y no contrabandearlo. “De la zona protegida naturalmente no se debe sacar, a pesar de que con un plan de manejo (...) controlado y supervisado por Medio Ambiente se podría también sacar de las áreas protegidas sin dañar nada”, dice.
Para Carlos esto quizás sería ventajoso. Él asegura que preferiría que sea su país quien aproveche el guaconejo de Pedernales. “Trato de venderlo para buscarme algo; si lo estuvieran comprando aquí lo vendiera aquí mejor”, afirma.
Por Mariela Mejía y Marvin del Cid / Diario Libre
17 Mayo, 2018.