Modificación al Código de Trabajo
(Foto: José Ricardo Taveras Blanco)
José Ricardo Taveras: Petición de modificación del 80/20 es impertinente y desconocedora de la Ley.
José Ricardo Taveras respondió hoy a los empresarios de la construcción, que no resulta para nada necesario modificar el código de trabajo para atender su petición contra la prescripción del 80/20 y facilitar así el incremento de mano de obra extranjera, en “un mercado laboral de por si caótico y vergonzosamente informal en un nivel de un 54%, gracias a que tanto autoridades como intereses prefieren seguir administrando el caos y no asumir el reto de reducir al mínimo la informalidad.”
Aseguró que el artículo 145 de la normativa laboral establece claramente que el poder ejecutivo “puede conceder permisos, válidos por no más de un año, para que sean empleados en empresas agrícola-industriales, braceros extranjeros en exceso de la proporción legal”, lo cual debe hacerse en el marco de ciertos protocolos que evidencien la necesidad y el previo esfuerzo de suplir mano de obra nacional; con lo cual queda demostrado que el interés de modificar el código podrá tener otros motivos, como el abordaje de las prestaciones laborales, pero no el tema del 80/20.
El ex director de migración lamentó que el empresariado nacional, incosciente de su rol protagónico y deber ético, en general, quiera “seguir administrándose en el marco de un caos conveniente con el tema de una presencia de uns mano de obra extranjera, absolutamente indocumentada por demás, causante de la depresión de los salarios y de una informalidad que termina convirtiendo al trabajador dominicano en discriminado en su propio país.” Adjujo que la indocumentación de los extranjeros, a pesar del plan nacional de regularización, permite que éstos salgan más baratos, toda vez que no acarrean los costos asociados a la formalización del trabajo.
Taveras Blanco, también ex diputado y secretario general de la FNP invitó a los empresarios que abogan por esta salida de “procurar los mangos bajitos”, que asuman su rol de élites éticamente comprometidas con el futuro de la nación, eludiendo ese tipo de planteamientos, a todas luces reprochables. También lamentó el silencio del liderazgo sindical, que frente a la simple solicitud debió reaccionar contundentemente, pues, tras ese pedido se esconde el propósito de mantener a los trabajadores dominicanos anclados con salarios equiparables a los que demandaba el mercado a principios de los años noventa.