La viuda de Imbert Barrera niega su esposo fuera golpista


El Héroe Nacional, Antonio Imbert Barrera, fue el último sobreviviente de los hombres que ajusticiaron al tirano Rafael Trujillo.


EN SANTO DOMINGO, 30 Septiembre, 2017: La viuda del general Antonio Imbert Barrera, señora Giralda Imbert, consideró ofensivo que al fallecido Héroe Nacional se le llame “general golpista” porque ese oficial no formó parte de la conspiración para derrocar al presidente constitucional Juan Bosch.

La dama expresa que la “relación de Antonio con el Presidente Bosch fue recíprocamente cordial y respetuosa, hasta después de iniciada la guerra civil de 1965, cuando el destino les llevó a aceras opuestas”.

En una carta al director de Listín Diario, Miguel Franjul, la viuda de Imbert recuerda que fue el propio Bosch quien solicitó que el Héroe Nacional lo acompañara durante la travesía hacia el exilio en las Antillas Menores, adonde fue enviado junto a su esposa Carmen Quidiello de Bosch. A continuación, texto completo de la carta:

Distinguido Director:
Tras saludarlo cortésmente, permítame referirme al artículo titulado “Caamaño amenazó tirar a Bosch al mar”, por el periodista Roberto Valenzuela, publicado en su edición digital este domingo 24 de septiembre de 2017, según https://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2017/09/24/483695/caamano-amenazo-tirar-a-bosch-al-mar.

Como cada año, en la fecha del golpe de Estado que interrumpió el gobierno del Presidente Juan Bosch en 1963, hay publicaciones de prensa rememorando la ocasión. En el artículo referido, el señor Valenzuela llama a mi difunto esposo Antonio Imbert Barrera “el general golpista”.

El general Imbert Barrera fue firmante del acta que rubricaron igualmente todos los oficiales superiores una vez depuesto el Presidente Bosch, pero no fue parte activa de la conspiración, cuya existencia nunca fue secreta. Debió sumarse al hecho consumado por su particular situación como ajusticiador del dictador Trujillo, apenas 27 meses antes, pues le era imposible quedar en minoría absoluta entre militares que en su mayoría, por su origen trujillista, aún le veían con ojeriza y desconfianza.

El propio periodista Valenzuela refiere cómo el general Imbert Barrera visitó al depuesto Presidente Bosch para asegurar su seguridad, cuando quedó detenido en habitaciones del propio Palacio Nacional donde tenía incluso acceso irrestricto al teléfono, según prueban las llamadas que realizó Bosch a familiares, amigos y diplomáticos.

Los US$12,000.00 (doce mil dólares) en efectivo que el general Imbert Barrera llevó al Presidente Bosch y este rehusó aceptar, referidos en el artículo del periodista Valenzuela, fueron propuestos por otro amigo tanto de Antonio como de Bosch, don Fabio Herrera Cabral, subsecretario de la Presidencia y asistente del Presidente depuesto, quien indicó que se trataba de fondos asignados legalmente a Bosch para gastos de representación y que él no había usado. Se trató de un subterfugio sin ilegalidad para evitar que Bosch pasara apuros económicos al ir al exilio.

La relación de recíproco respeto y consideración entre el Presidente Bosch y el General Imbert Barrera, en ese momento de 1963, está comprobada además por la solicitud del propio Bosch de que Antonio fuese el encargado de conducirle al exilio. El propio periodista Valenzuela narra: “A petición de Bosch, como garantía de que les preservasen la vida [a él y su esposa Carmen] durante el viaje [en la fragata Mella rumbo a las Antillas Menores], los acompañó Imbert Barrera”.

Mi esposo Antonio Imbert Barrera participó en varios de los más decisivos momentos de la historia dominicana a partir del magnicidio de 1961, pero en 1963 no puede incluírsele entre el grupo de “generales golpistas”. La relación de Antonio con el Presidente Bosch fue recíprocamente cordial y respetuosa, hasta después de iniciada la guerra civil de 1965, cuando el destino les llevó a aceras opuestas. Incluso, antes de la conflagración, durante las horas del golpe de Estado contra el Triunvirato para tratar de reponer al Presidente Bosch, Antonio participó en ingentes esfuerzos de mediación junto con el coronel Francis Caamaño, ante otros oficiales militares, para tratar de evitar una división fratricida de las Fuerzas Armadas.

Agradeceré la publicación de esta aclaración, pues uno de los motivos de Antonio para arriesgar su vida, la de su familia, su patrimonio y el honor, al participar en la gesta del 30 de Mayo de 1961, fue precisamente que la República Dominicana recuperase su democracia y el imperio de la ley. Para un héroe de su dimensión, cuyo patriotismo manifestó asumiendo siempre los mayores sacrificios, quizás nada resulte tan ofensivo como calificarle como “el general golpista”.

 Toda su participación en la vida pública, aún durante la sangrienta guerra civil de 1965, tuvo como norte y propósito principal que los dominicanos nunca jamás volvieran a carecer de libertad y democracia. Ese empeño, su legado, siempre lo defenderemos sus deudos.

Cordialmente,
Sra. Giralda Vda. Imbert
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