Pensiones a periodistas de NY


El periodista Freddy P. Galarza, precisa de una pensión para regresar desde Nueva York a Barahona, su pueblo natal, para vivir dignamente sus últimos años de vida.

Desazón y pesar ha provocado entre veteranos periodistas de Nueva York, el que ni uno sólo haya sido incluido entre las pensiones recientes otorgadas por el Estado a unos 36 colegas, entre los que se incluyen, auxiliares y técnicos de varios medios de comunicación.

Parecería que, si no estamos apandillados, muchos de nosotros estamos condenados al ostracismo. La ley de Pensión Especial 379 del 11 de diciembre del 1981, aquí en Nueva York, sólo obra para beneficiar a amiguitos, clientelas y otros tipos de aliados. No queremos pensar que, necesariamente debemos ser gobiernistas.

Freddy P. Galarza, nos ha dicho que necesita esa pensión para retornar a su natal Barahona. Ese es un caso más; sucede que el que no es “simpático”, ni está alineado en claques específicas a lo interno del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), no merece, ni tiene mérito alguno.

Sin embargo, hemos visto cómo en los últimos tiempos han sido pensionados apresuradamente algunos comunicadores neoyorquinos, aunque no tengan la trayectoria de un trabajo sostenido como periodistas, y mucho menos la edad ni ninguna comprobable enfermedad; esto, además de que nunca calificaron para estar matriculados en el CDP.

De otro lado, muchos en República Dominicana, entienden que los periodistas neoyorquinos del CDP en Nueva York no necesitan de ese amparo. Craso error.

Se fundamentan en la bonanza que exhiben las denominadas “bocinas” que defienden al gobierno de turno, y nos referimos a cuál que sea, en cualquier época.  Resulta que éstos son muy pocos; por demás está decir que los exiguos dólares que devengamos en esta urbe, ellos se los pasan por donde no les da el sol. Ellos si que no necesitan de una pensión.

Los verdaderos periodistas de trayectoria comprobada en Nueva York y en el país, que hemos sido obreros de la prensa; que no hemos vivido de mamandurrias, es decir, cobrar sin hacer nada y sólo por sinecuras; lamentablemente, necesitamos de ese beneficio.  Al menos así podríamos retornar a nuestro terruño y llevar una existencia más o menos aceptable. Ojalá este mensaje se haya entendido, y rinda los que deben ser sus frutos.

Por Fernando A. De León        
El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.
13 Agosto, 2017.-
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