La violencia en las escuelas de hoy debe preocuparnos
Todos los que pasamos por las escuelas públicas de nuestro país, en algún momento fuimos testigos de pleitos entre estudiantes o protagonizamos los mismos.
En mi caso en particular, recuerdo haber sido puesto de castigo por una hora, parado de frente a la pared, de espaldas a los demás estudiantes y al lado del compañerito de clases con el que me fui a los puños, porque el mismo lanzó de un extremo a otro mi mochila, en ese tiempo llamado bulto, que estaba limpiecito y recién comprado por mi padre.
Eran unos tiempos maravillosos en los que los profesores eran como nuestros padres y había un respeto absoluto hacia los mismos.
Las trifulcas entre alumnos generalmente se planificaban en el aula y se realizaban en el recreo o a la salida de las clases.
Era muy raro que alguien se atreviera a pelear dentro del aula pues, eso podría significar un castigo ejemplar por parte del maestro y una pela asegurada al llegar a nuestras casas, ya que los profesores se encargaban de informarle a nuestras familias sobre nuestro comportamiento y, nadie nos libraba de un buen jalón de orejas y un par de correazos o chancletazos.
Esas peleas no pasaban de ahí y, generalmente, los mismos que peleaban eran amigos inseparables que olvidaban los golpes dados y recibidos como por arte de magia.
Otra cosa importante, en mis ocho años de primaria y secundaria, y en los cuatro del bachillerato, nunca vi a un barón golpear a una hembra.
Las cosas hoy en día son muy diferentes y esto es lo que debe preocuparnos.
En la actualidad, cuando se arma una pelea entre varones, muchas veces salen a relucir cuchillos, machetes y hasta pistolas.
Y se ha convertido en algo frecuente ver a los muchachos golpeando a las muchachas.
Nuestras escuelas son cada vez más impersonales y, aunque me consta el esfuerzo que realizan los maestros por integrar a las familias al proceso de educación de los hijos, cada vez en menor la participación de los padres en el mismo.
Y, a mi entender, ahí es donde radica gran parte del problema.
Los hijos son el reflejo del comportamiento de los padres.
En la medida en que van creciendo, los niños tienden a seguir el ejemplo de sus creadores y llevan a la escuela lo que aprenden en sus casas o en el entorno que les rodea.
Si en el diario vivir del baroncito, lo que observa es un comportamiento agresivo de su padre hacia su madre. Si ve que su progenitor la agrede de palabras y la golpea, lo más probable es que lleguen a suceder varias cosas negativas en la vida de ese niño, que podrían convertirlo en otro abusador como su padre o llegar a odiarlo tanto que sería capaz de enfrentarlo y hasta golpearlo en defensa de su madre.
Lo mismo sucede con la niña que ve como su madre sufre indefensa las agresiones de su padre y, con el tiempo, ella también entiende que tiene que soportar los abusos de los hombres hacia las mujeres.
También se dan los casos contrarios en los que son las damas las aguerridas y las que convierten al hombre en un pelele al que golpean de hecho y de palabras y dan el mal ejemplo a sus herederos.
Cualquiera que sea el tipo de violencia que vean los niños en las casas, esa misma actitud van a reflejar en las escuelas y son parte de las razones por las que cada vez, con más frecuencia, vemos casos de pleitos entre varones y hembras en nuestras escuelas.
Un elemento que debe llamar mucho nuestra atención es, que como reflejo de lo diferente que está nuestra sociedad, ya los pleitos no esperan el recreo sino que se escenifican dentro de las aulas y, en la mayoría de los casos con la presencia del maestro, el cual no interviene para evitarse problemas, siendo los mismos alumnos los que se ven precisados a tratar de terminar la pelea.
Se ha convertido en una moda, casi como si se ensayara antes de actuar, ver videos en los que, generalmente, un varón golpea a una hembra y esto, en la mayoría de los casos, se repite con mucha frecuencia.
Par mí, es sumamente preocupante lo que he visto en los últimos días en videos subidos a las redes sociales, en las que adolescentes masculinos golpean salvajemente a sus compañeras de clases.
Si uno extrapola ese comportamiento machista de nuestros varones escolares a las calles dominicanas y piensa en la cantidad exorbitante de feminicidios que vemos a diario, podría hasta llegar a pensar que en nuestras escuelas, parte importante de la educación, es aprender a golpear y hasta llegar a matar a las mujeres.
El ceno de la familia es el ente principal de la sociedad que estamos creando y cada madre y padre dominicano debe poner un poco más de interés a la comprensión entre las parejas.
Posiblemente el exceso de preocupaciones, los problemas económicos, políticos, etc, nos estén haciendo crear una sociedad de jóvenes iracundos que son el reflejo de nuestras actuaciones.
Es tiempo de que revisemos nuestras vidas y le prestemos más atención a nuestros hijos.
Definitivamente, la violencia en las escuelas de hoy debe preocuparnos.
Lic. César Fragoso,
19 Mayo, 2017.