Fin de la Superstición religiosa: el fuego en la evolución humana


La evolución humana no puede ser explicada desde la perspectiva de la superstición religiosa. Insistir en hacerlo es acrítico e infértil, por la naturaleza dogmática del creacionismo.

El primer elemento a entender es que la evolución de los seres humanos no fue un hecho lineal. Fueron las migraciones las que esparcieron a los homínidos por diferentes latitudes, configurando cambios y adaptaciones fisiológicas, anatómicas y neurológicas, que incluso hoy no terminan.

Desde hacen dos millones de años hasta aproximadamente diez mil años atrás, el planeta fue huésped al mismo tiempo de varias especies humanas. La especie actual, el Homo Sapiens, se ubicó en el sudeste asiático hacen sesenta mil años, en Europa hacen treinta y cinco mil años y en América hacen quince mil años.

En nuestros salones de clase, por el predominio de los dogmas cristianos, no se enfatiza que hacen trescientos mil años los seres humanos comenzaron a utilizar cotidianamente el fuego, el cual se conoce desde hacen ochocientos mil años.

La “domesticación” del fuego produjo cambios importantes en la alimentación humana a través de la cocción de los alimentos.

Igualmente, el fuego fue un valioso mecanismo de defensa contra fieras, permitió aumentar del horario laboral, proveyó luz y calor, contribuyó con la intercomunicación con los vecinos a través de señales de humo. Asimismo, el fuego coadyuvó con la protección de los homínidos de temperaturas gélidas, entre otras ventajas.

El Profesor Yuval Noah Harari sobre el dominio humano del fuego señala que “..lo mejor que hizo el fuego fue cocinar. Alimentos que los humanos no pueden digerir en su forma natural (como el trigo, el arroz y las patatas) se convirtieron en elementos esenciales de nuestra dieta gracias a la cocción. El juego no solo cambió la química de los alimentos, cambió asimismo su biología.

La cocción mataba gérmenes y parásitos que infestaban los alimentos. A los humanos también les resultaba más fácil masticar y digerir antiguos platos favoritos como frutas, nueces, insectos y carroña si estaban cocinados. Mientras que los chimpancés invierten cinco horas diarias en masticar alimentos crudos, una única hora basta para la gente que come alimentos cocinados”.

Y agrega que “El advenimiento de la cocción permitió que los humanos comieran más tipos de alimentos, que dedicaran menos tiempo a comer, y que se las ingeniaron con dientes más pequeños y un intestino más corto. Algunos expertos creen que hay una relación directa entre el advenimiento de la cocción, el acortamiento del tracto intestinal humano y el crecimiento del cerebro humano. Puesto que tanto un intestino largo como un cerebro grande son extraordinarios consumidores de energía, es difícil tener ambas cosas. Al acortar el intestino y reducir su consumo de energía, la cocción abrió accidentalmente el camino para el enorme cerebro de neandertales y sapiens”.

En resumen, la domesticación del fuego constituyó un salto cualitativo en el proceso de evolución humana

POR RUBÉN MORETA,
PROFESOR DE LA UASD,
22, MAYO, 2017.-
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