La pena de muerte en RD

 

Al margen de nuestro ordenamiento constitucional y procesal penal, la Policía Nacional ha instaurado la pena de muerte, acribillando a siete mil hombres en los últimos quince años, a través de desacreditados intercambios de disparos.

Penosamente muchos dominicanos/as –de todos los estratos sociales- celebran este método de exterminio civil. Solo lloran las madres, porque las progenitoras son las únicas que siempre sufren la partida violenta e indeseada de un hijo salido a pujos de su vientre.

En la República Dominicana, las ejecuciones extrajudiciales de supuestos delincuentes son la escenificación de una danza sangrienta, que a los ojos de todos, los conservadores patrocinan; los liberales aplauden; los izquierdistas vitorean; los “hombres de sotana” glorifican; los periodistas ovacionan; los ricos estimulan; los “pequeños burgueses” encomian; la escuela se hace indiferente; las universidades miran para otro lado; los intelectuales se quedan mudos.

La pena capital extralegal impuesta por la policía solo castiga a los estereotipados delincuentes pobres de los barrios y campos rurales. A los delincuentes ricos –que los hay a montones y son los peores- los protege la complicidad social, un sedoso y benigno código legal y la indiferencia de los grandes medios de comunicación y las redes sociales.

La Policía Nacional patrocina este inverosímil frenesí sangriento que nos retrotrae a la caverna y que retrata la distancia de esta república caribeña de tener un “Estado social, democrático y de derecho”.

El cuerpo “de orden” justifica cada matanza de un supuesto ladrón de barrio aduciendo que se trató de “un intercambio de disparos”. Nadie investiga esas muertes. Con la fórmula 37 (Tres tiros en el pecho y siete pies debajo de la tierra) aplicada por la Policía, se cierra el expediente. Y unas horas después los policías siguen cazando rateros para seguir matándolos y lograr una pretendida “limpieza social”.

Intentando hacer esa “limpieza social” ya suman quince mil los supuestos delincuentes enviados a las frías losas de los camposantos, por los disparos asesinos de la Policía.  Conste que esos crímenes, más bien genocidio, se han perpetrado no en dictadura, sino bajo gobiernos liberales del PLD y PRD.

Quien crea que en la República Dominicana vivimos dentro de un verdadero sistema democrático está equivocado. El actual modelo es un embeleco, una ficción, porque el elemento central de una democracia es la libertad de los individuos, y en la República Dominicana la dignidad, los derechos y la libertad de los sujetos sociales han sido arrumbados.

Por Rubén Moreta,

24 abril, 2017.-

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