La falta de mantenimiento de las obras y equipos estatales ocasionan pérdidas innecesarias.


Uno de los aspectos más importantes de los gobiernos es el relacionado a las construcciones de obras de infraestructura para el uso de la población.

El Estado usa decenas de miles de millones de pesos en la construcción de carreteras, autopistas, instalaciones deportivas, hospitales, presas, escuelas, etc, etc.

Asimismo, las Instituciones gubernamentales invierten una inmensa cantidad de dinero en vehículos de transporte, mobiliarios y equipos de oficina, etc, etc.

Una gran parte de ese dinero se pierde en el corto tiempo por la falta de mantenimiento de las edificaciones y de la mayoría de  los activos fijos del Estado.

Desde el punto de vista del tema que les estoy tratando, Mantenimiento significa la Conservación de una cosa en buen estado o en una situación determinada para evitar su degradación.

La simple definición de la palabra nos da una idea de que, lo que no se cuida, rápidamente se daña y, en esos casos, la cura resulta más cara que la enfermedad.

Si usted se da una vuelta por los lugares donde se estacionan las guaguas de la OMSA que ya están fuera de uso, por solo citar un ejemplo, se llevará la sorpresa de que muchas de  las mismas, a simple vista se ven en excelentes condiciones en cuanto a la carrocería.

Sin embargo, esos autobuses que podrían estar brindando un servicio a lo colectividad no pueden usarse porque, al no darles un mantenimiento adecuado, sus motores se dañan antes de tiempo y, parece, que resulta mejor comprar vehículos nuevos, que arreglar los existentes.

Hace unos días yo estaba mirando un documental sobre Cuba y, waoo, me sorprendí de una manera extraordinaria cuando vi la manera en la que los cubanos mantienen como nuevos a carros de los años 50, los cuales son su medio de transporte de uso continuo y, sin embargo, funcionan a la perfección.

Debido a las consecuencias del bloqueo comercial, económico y financiero que Estados Unidos le ha mantenido a Cuba desde el año 1960, los habitantes de ese país se han convertido en un ejemplo mundial de los extraordinarios resultados que se pueden obtener de un vehículo de transporte cuando se le da un buen mantenimiento.

No hay que ser adivinos para comprender que lo que no se cuida se daña más rápidamente y que, en la mayoría de los casos de las obras del Gobierno o de sus equipos, llegan a tener un deterioro tan significativo que, casi siempre resulta más caro repararlos que volverlos a hacer o comprar.

Esa falta de mantenimiento la vemos a diario cuando transitamos por calles, autopistas y carreteras del país y nos encontramos con que muchas están en mal estado.

Asimismo vemos como el abandono convierte en ruinas edificaciones que,  en un momento  dado se construyeron para la realización de algo en particular y que luego son dejadas al olvido.

Es el caso de la mayoría de las instalaciones deportivas construidas en todo el país, las cuales, por ejemplo, son hechas para determinadas competencias y, al terminarse las mismas, jamás reciben la más mínima atención de las autoridades.

Díganme, cuántos de ustedes están pensando en este justo momento, en las edificaciones del Gobierno que, a simple vista se ven deterioradas, pero, pareciera que no tienen dolientes y, simplemente las dejan perder?.

El caso más preocupante del momento, lo representa el Metro de Santo Domingo, una obra en la que se han invertido decenas de miles de millones de pesos y que, poco a poco, se ha ido deteriorando, como quien dice, bajo la mirada indiferente de las autoridades.

Es una pena que una obra tan importante para los millares de usuarios que la disfrutan diariamente y, sobre todo, de tan corta vida, ya presente un deterioro significativo en la mayoría de las paradas, donde las escaleras eléctricas no funcionan, los baños están inservibles, hay lámparas de iluminación quemadas y los aires acondicionados están dañados.

Lo que está pasando con el deterioro del Metro, es la historia de nunca acabar y lo que sucede en todo el país con las propiedades del Estado, las cuales, pareciera que se dejan dañar a propósito, para luego tener que destruirlas y así volverlas a construir o, simplemente, dejar que se dañen para volver a comprarlas.  

Es una situación que se repite de gobierno en gobierno y que significa miles de millones de pesos que se podrían economizar para ser usados en otros servicios de los que el Estado brinda a la población.

Los responsables de esa situación son los funcionarios de las diferentes dependencias y sus empleados medios, los cuales, o no les duele que se gaste el dinero de manera innecesaria  o no saben, que la falta de mantenimiento de las obras  y equipos estatales ocasionan pérdidas innecesarias.

Lic. César Fragoso,
16 Marzo, 2017.-

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