OPINION: Quien desea la pena de muerte en República Dominicana?
Diciembre es el mes de los derechos humanos porque fue el 10 de diciembre del 1948 cuando se produjo la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En la República Dominicana seguimos presentando profundos rezagos en esta materia, al colmo de que muchos pretenden que ante la situación de violencia social e inseguridad ciudadana, se imponga la pena de muerte.
La realidad es que la Policía Nacional ya impuso la pena capital, matando sin contemplación a los "delincuentes" pobres de los barrios. Pero muchas veces la Policía asesina por equivocación a personas serias y honorables. Acaba de ocurrir en Baní con dos ciudadanos decentes que fueron confundidos. Pero lo mismo ocurrió en San Juan el mes de febrero de este año. Les recuerdo el caso horripilante: miembros de la Policía Nacional llegaron al empobrecido barrio El Cepillo, al oeste de la ciudad, se lanzaron de un vehículo antes de que se detuviera, esgrimieron pistolas y ametralladoras y lanzaron insultos e intimidación a lugareños. A un joven motoconchista de veintitrés años, uno de los policías le apuntó y le pegó un tiro mortal por la espalda. Cuando el agente se acercó y le vio la cara, se llevó las dos manos a la cabeza y exclamó: “diablo me equivoqué; no era ese el que quería matar”. Pero ya consumada la “equivocación” no pudo revivir a Andy Dasiel Cabrera Rosado, como llamaban al finado.
La realidad es que la Policía Nacional ya impuso la pena capital, matando sin contemplación a los "delincuentes" pobres de los barrios. Pero muchas veces la Policía asesina por equivocación a personas serias y honorables. Acaba de ocurrir en Baní con dos ciudadanos decentes que fueron confundidos. Pero lo mismo ocurrió en San Juan el mes de febrero de este año. Les recuerdo el caso horripilante: miembros de la Policía Nacional llegaron al empobrecido barrio El Cepillo, al oeste de la ciudad, se lanzaron de un vehículo antes de que se detuviera, esgrimieron pistolas y ametralladoras y lanzaron insultos e intimidación a lugareños. A un joven motoconchista de veintitrés años, uno de los policías le apuntó y le pegó un tiro mortal por la espalda. Cuando el agente se acercó y le vio la cara, se llevó las dos manos a la cabeza y exclamó: “diablo me equivoqué; no era ese el que quería matar”. Pero ya consumada la “equivocación” no pudo revivir a Andy Dasiel Cabrera Rosado, como llamaban al finado.
Los gendarmes intentaron ponerle una pistola al cadáver para fabricar la excusa de que el deceso se produjo mediante un “intercambio de disparos”, pero los vecinos lo impidieron. Un par de horas después, la Dirección Regional Oeste de la Policía, volvió a matar con una “bala moral” a Andy Dasiel, al “dispararle” -también abusivamente- una nota de prensa acusándolo de ser un “reconocido distribuidor de drogas del barrio”. Los familiares –muy valientemente- pidieron le hagan la prueba antidoping al cadáver del malogrado, para demostrar que no consumía ni vendía drogas. La policía lo impidió.
En la lógica policial, esta horrorosa muerte se tipifica como un daño colateral y caso cerrado. Así funciona la policía, desconociendo el más elemental respeto a la dignidad humana y a los derechos de la persona, porque los uniformados han impuesto la pena de muerte en la República Dominicana.
El uso excesivo de fuerza es la tónica que caracteriza a la Policía, cuyos miembros tienen las manos manchadas de sangre por haber asesinado cerca de siete mil jóvenes en lo que va de este siglo. El cuerpo del orden, por sí solo, al margen de todo el aparato constitucional y normativo, impuso la pena capital en los barrios, asesinando a jóvenes “sin chistar ni mistar”. Como los acribillados son “jodidos” su exterminio, al parecer, no tiene ninguna importancia. Simple Daño colateral.
El agente asesino se pasea libremente por las calles sanjuaneras.
La pena de muerte ya existe en República Dominicana, pero solo aplica para los delincuentes pobres, para los de cuello blanco no.
Por Rubén Moreta
El autor es Profesor UASD.