El comportamiento de Percival


El comportamiento del ultimado ex militar, John Emilio Percival Matos, además de una típica acción delincuencial, podría suponer que padecía de algún trastorno antisocial, como la psicopatía, que consiste en un comportamiento radicalmente violento, sin conciencia y con rompimiento de las reglas sociales.

Pese a haber ejecutado varios atraco en los últimos meses, y lograr robar millones de pesos, su afán por obtener más dinero, podría ser por las siguientes causas: por una ambición sin límites, o por tener otro padecimiento, como la adicción a las drogas, las parrandas, el juego o la compra compulsiva.

Su modo de operar, de disparar, herir y matar sin miramientos, indica que era un individuo extremadamente violento, una de las características principales de la sociopatía, aunque en el trato cotidiano con sus familiares y amigos, lo disimulara.

El daño emocional causado a sus padres y otros familiares por sus perversas acciones, su terquedad a continuar por el dañado camino y su negativa a entregarse a las autoridades judiciales son demostraciones de que era un individuo absorbido en sí mismo, que estaba salido de sus cartuchos, que no tenía sano juicio, y sin buenos sentimientos algunos, ni siquiera con sus progenitores.

Igualmente, su manera temeraria de presentarse en las plazas comerciales, al descubierto y con fusiles y pistolas, demuestran que era un individuo que no le importaban las reglas sociales, y que creí que lo que hacía eran cosas de juegos.

Pese a su corta edad, porque este 24 de enero cumpliría 35 años, el ex militar y piloto, cometió en los últimos años, los más espectaculares robos y otros delitos, en la República Dominicana.

Fue expulsado de la Fuerza Aérea Dominicana, por estar involucrado en el increible robo de un avión ejecutivo, en el aeropuerto Internacional Joaquín Balaguer, conocido como “El Higuero”, en fecha 24 de octubre del 2011, por el que fue sometido a la justicia y expulsado de las Fuerzas Armadas.

Pero, insólitamente, bajo el alegato de que no había ningún tipo de evidencias que vinculasen a dos pilotos, a Percival y su esposa, en el robo de la aeronave, un tribunal de la provincia Santo Domingo descaradamente los descargó.

El viernes 1 de marzo de 2013, el Segundo Tribunal Colegiado de la Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia de la provincia Santo Domingo liberó no sólo a Percival Matos de esa acusación, sino también a su esposa Ginsselly Halversoni Vásquez Amparo y a los pilotos Ramón de los Santos Hernández y el venezolano Pedro Geraldo Gutiérrez.

En la sentencia, los jueces José Aníbal Madera, Eudelina Salvador y Eduardo de los Santos, quienes acogieron una petición de los abogados de la defensa, liberaron a los acusados por falta de pruebas, pese a ser uno de los casos más escandalosos, sin que otras autoridades, como el Ministerio Público, actuaran con presteza, para revertir el dictamen.

En los últimos 5 meses de este año 2016, participó o estuvo involucrado en los 3 espectaculares asaltos a bancos y plazas comerciales, un récord, difícil de romper para cualquier otro desadaptado social, que lo quiera imitar.

El 4 de agosto, se le involucró en un asalto a un mensajero en el centro comercial Multicentro La Sirena, del sector de Villa Mella, al norte de Santo Domingo, donde resultaron heridas de balas varias personas; el 14 de septiembre la cámara de vigilancia lo captaron atracando a un camión blindado en la Plaza Bella Vista Mall, donde resultó muerto un vigilante privado, y el lunes 26 de diciembre, también fue captado disparando durante el atraco al Banco Popular Dominicana, de Plaza Lama, de la 27 de Febrero.

Finalmente, el miércoles 28 de diciembre, a las 3:30 de la tarde, Percival Matos encontró lo que buscaba, el fin de su vida. Agentes policiales rodearon la cabaña “La fuente del placer”, en el kilómetro 83 de la autopista Duarte, al norte de Santo Domingo, y luego de no querer entregarse, se produjo un tiroteo, recibiendo cerca de 40 balazos.

Todas sus acciones demuestran que era un tipo obsesivo y compulsivo, que no se dejaba llevar, que probablemente era un psicópata incurable, con padecimientos de otras enfermedades de la conducta, y que había anticipado su muerte con sus acciones.

Quizás estaba tan mal, que la preservación de su vida no dependía de la Policía, ni de él mismo, sino de su enfermedad, que era la que lo gobernaba.

Por DAVID R. LORENZO
El autor es periodista, abogado e investigador. Reside en Santo Domingo

30  DICIEMBRE, 2016.-
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