MI INOLVIDABLE ÑAPA
Recuerdo que siendo muy pequeño en mi barrio, La Playa, mi hoy difunta madre, me enviaba a la pulpería de Casimiro Damirón y Doña Fortuna a comprar café y azúcar. Ya en el negocio (Desaparecido hace años) decía: "Don Casimiro o Doña Fortuna, véndame dos centavos de café y uno de azúcar, y mi me da mi ñapa". La bendita napa era un poquito de azúcar, un pedacito de pan, un guineo maduro o verde, una galletita de esas que por un chele te vendían cinco a seis, entre otras cositas que entretenían a los niños. Siempre me acuerdo de mi niñez y esa bendita ñapa. Me acuerdo tanto de ella que en ocasiones estando profundamente dormido de repente me despierto exclamando: “Don Casimiro, véndame dos centavos de café y uno de azúcar". Aunque ustedes, amigos lectores, no lo crean, esa ñapa todavía me hace falta, pero mucha falta. RECUERDOS DE LA NIÑEZ.
POR JUAN FRANCISCO MATOS
21 OCTUBRE, 2016.-