Haitianos se centran en reconstruir su casas en espera de ayuda humanitaria


EN LES CAYES (Haití), 8 octubre, 2016: Los habitantes de las ciudades de Haití más castigadas por el huracán Matthew se concentran en recomponer sus casas, sus negocios y sus vidas a la espera de que, tres días después del desastre causado por el ciclón llegue la ansiada ayuda humanitaria.

Mientras esperan comida, bebida, medicinas y materiales para reparar los muchos desperfectos en las casas, los habitantes de Les Cayes, en el suroeste, tratan de seguir con su día a día después del azote del huracán, que se ensañó especialmente con esta ciudad de unos 85.000 habitantes.

De esta y otras poblaciones del Departamento Sur son la mayoría de las más víctimas mortales que se cuentan por centenares.

Pero es mucha la tarea que se le presenta a esta gente aparte de llorar a sus muertos.

Las mujeres aprovechan las lagunas que formó el fenómeno para lavar la ropa y, por todas partes, ya sea colgadas de los guarda raíles de las carreteras, en las ramas de los árboles, sobre los propios escombros e, incluso, sobre lápidas de tumbas, hay infinidad de prendas secándose al sol.

Un sol que ha vuelto, implacable, al cielo haitiano y que, si bien tiene un lado amable, también contribuye a la descomposición de las montañas de materia orgánica acumulada, que comienza a despedir un intenso un olor a podredumbre.

La playa de Gelee, es un ejemplo perfecto de lo que supone el paso de un huracán de categoría 4 por una zona vulnerable y pobre; es la estampa misma de la desolación en un lugar que hace solo cuatro días era un paraíso natural.

Entre los despojos y la basura se pasean cabras, cerdos, gallinas y perros que, insensibles a la pestilencia, buscan algo de alimento. Como muchas personas, tienen hambre, aunque en los mercados de la calle no falta la comida, y no se percibe desabastecimiento en las tiendas.

Mientras la mujeres de dedican a lavar, los hombres reparan viviendas con lo que pueden, principalmente los tejados. Parte de la ayuda que empieza a llegar son planchas de zinc que proporcionarán un techo a quienes vieron cómo Matthew se lo llevó volando.

Eso es lo que pueden hacer por sus propios medios, pequeños trabajos y limpieza básica de casa y enseres, pero para retirar los árboles y escombros más pesados necesitarán de maquinaria que, de momento, no está disponible.

Los caminos, ya de por sí complicados en circunstancias normales, son casi intransitables por la cantidad de obstáculos, y resulta sorprendente encontrar una feria de ganado en la ruta pedregosa que va desde Les Cayes a la ciudad de Chantale.

Las reses, que tienen excesiva tendencia a embestir a quien se pone en su camino, comparten mercado con vendedores de fruta y vegetales, así como tenderetes donde fríen plátano macho; todos han tenido que sortear árboles y palmeras que bloquean parcialmente el camino.

Este no, es sin embargo, el emplazamiento habitual del mercado, que se celebra todos los viernes, según explica a Efe Daniel.

Se ha improvisado en este lugar porque el puente que lleva hasta Chantale, donde se celebra cada semana, está parcialmente destruido. Aunque esa es la menor de las desgracias para sus habitantes, que lloran a casi un centenar de muertos.

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