El gagá, una tradición folclórica que aún lucha contra el rechazo
EN SANTO DOMINGO, 3 Septiembre, 2016: El gagá es un ritmo folclórico de origen haitiano con asentamiento en República Dominicana; otro de los tantos elementos que se comparten en la isla y que alimentan la identidad y diversidad cultural de ambos países. Sin embargo, no es una práctica o ritual aceptado por la mayoría como parte de la cultura dominicana, no solo por sus aseveraciones religiosas, sino por ser practicado en los bateyes y venir de aquellos que en la época colonial cortaban cañas y eran esclavizados.
“Muchas personas rechazan esta manifestación por asuntos religiosos y, además, porque consideran que este culto no nos pertenece en el aspecto cultural. El gagá hace tiempo que forma parte de los dominicanos porque existen relaciones sociales entre los dos países (República Dominicana y Haití) y eso no quieren aceptarlo”, aseguró la folklorista Xiomara Pérez. Explicó que el gagá se practica donde hay presencia haitiana, y que en él existe una cultura muy amplia puesto que ya no solo se canta en creole antiguo, como se hacía en sus inicios, sino también en español, narrando diferentes problemáticas sociales, además de que muchos nacionales dominicanos se han “bautizado” (como le llaman a quienes inician en un gagá) y forman parte de algunos grupos.
“Muchas personas rechazan esta manifestación por asuntos religiosos y, además, porque consideran que este culto no nos pertenece en el aspecto cultural. El gagá hace tiempo que forma parte de los dominicanos porque existen relaciones sociales entre los dos países (República Dominicana y Haití) y eso no quieren aceptarlo”, aseguró la folklorista Xiomara Pérez. Explicó que el gagá se practica donde hay presencia haitiana, y que en él existe una cultura muy amplia puesto que ya no solo se canta en creole antiguo, como se hacía en sus inicios, sino también en español, narrando diferentes problemáticas sociales, además de que muchos nacionales dominicanos se han “bautizado” (como le llaman a quienes inician en un gagá) y forman parte de algunos grupos.
“Si bien es cierto que muchos dominicanos se han integrado en el ritual del gagá, incluso, he notado que los grupos se sienten que le han quitado su espacio, ha existido injerencia por querer dominar el poderío de los ‘mayores’ (representante en la agrupación que debe durar siete años), lo que ha influido a que se vaya mermando la tradición”, dijo.
Por su parte, José Duluc, cantautor, folclorista y bautizado en el gagá de La Ceja, un batey que pertenece al municipio de Guaymate, La Romana, definió el ra-rá (nombre originario) como “una de las expresiones más importantes que ha venido desde Haití como música carnavalesca y que ha dado paso al nacimiento de una versión autóctona dominicana”, como también pasó en Cuba.
Duluc y Pérez, así como Xiomara Fortuna, coinciden en que el gagá ha influenciado géneros como el merengue y el mambo, en especial, y recordaron el Festival de Artistas por el Gagá que, junto a Jesús Nova, Xiomara Fortuna, Roldán Mármol y su fundación Bayahonda, llevaron a cabo en la década de los 90 durante ocho años, con el que además recaudaban fondos para ayudar a las agrupaciones de gagá de los bateyes a sustentarse.
Generalmente, un factor común cuando se habla de las manifestaciones folclóricas como esta, los palos o atabales, entre otras, es que sale a relucir el tema de la falta de apoyo y promoción por parte del gobierno. Así lo manifestó Duluc a elCaribe. “Creo que el Estado debería apoyar y promover estas manifestaciones, tomarlas en cuenta como parte de la cultura dominicana, que es una cultura variada, con mucha influencia extranjera. El gagá no recibe ningún tipo de apoyo del Estado, al contrario, lo bloquean, por ser una cultura que es vista como animales, por el asunto de la esclavitud. Para los que gobiernan, eso no tienen ningún valor, lo que quieren es que piquen caña y que produzcan riquezas para los ricos”, sostuvo el folclorista. Aunque entiende que es una práctica en crecimiento y que no va a desaparecer, José Duluc aseguró que cada vez es más difícil mantenerlo por ser una práctica espiritual, como una ofrenda, en la que tienen que invertir hasta 10,000 pesos por persona, cada Semana Santa, para poder realizar el culto y continuar la tradición. Lo que sí ha pasado es que se ha ido transformado, en el caso de los vestuarios, y perdiendo elementos como pasa con los horarios.
El gagá como tradición
Donde hay un batey, hay gagá. Así lo manifestó la cantautora y folclorista Xiomara Fortuna. También está el de Elías Piña, donde no hay bateyes, pero es teatralizado; y en Polo, Barahona, con “Máscara del diablo” y “Dambala” como personaje y dios principal respectivamente. La mezcla de música y baile que se hace en el gagá, tradicionalmente inicia el Jueves Santo a las 12:00 de la medianoche, con el bautizo de la vestimenta que usarán los mayores y las reinas, y termina el Domingo de Resurrección, cuando los miembros del grupo regresan a su batey. En estos días, visitan casas y otros bateyes.
“Esto se da porque en la época de la esclavitud, solo se les permitía salir en Semana Santa a hacer sus fiesta, por lo que contraban todas sus actividades en esta época”, explicó.
Es además, un culto a la primavera, en el que los practicantes del gagá celebran la vida.
Fuetes, pitos y escobas para limpiar la maleza
En la práctica del gagá se distinguen diferentes elementos, a cuyo uso le atribuyen un significado espiritual. Por ejemplo, los vestuarios coloridos representan “los misterios de los ancestros y dioses antiguos”. Cada color es un misterio y un dios distinto. El pito, que se utiliza “para despertar la energía” el fuete, para “limpiar el aura”, y una escoba, “para purgar el camino de cosas impuras”. Según explicó José Duluc, folclorista y practicante, “El gagá es como la vida misma, donde el bien y el mal juegan un papel determinante”.
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/EL CARIBE/.