EDITORIAL DE EL CARIBE: ASÍ NO.- 21 DE JULIIO, 2016.


Quizás ahora, cuando una persona importante de la sociedad ha presentado un informe de tanto valor sobre el estado de la foresta en las estribaciones cercanas al lago Enriquillo, las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente consideren la posibilidad de encarar a fondo el daño que se hace a los bosques en esa zona.El vicepresidente de la Fundación Punta Cana, Jake Kheel, denunció ayer ante la Cámara Americana de Comercio que alrededor del lago Enriquillo y en el bosque seco de esa zona hay una explotación de carbón vegetal a escala industrial por cuenta.


Según una investigación realizada por Kheel, la explotación de carbón cuenta con permisos medioambientales y tiene como destino países del primer mundo. Sólo una empresa obtuvo un permiso medioambiental para cortar 257,000 árboles por año.


Las revelaciones se soportan en un documental y en informes de las Aduanas de Estados Unidos, en los cuales se han comprobado los altos volúmenes de carbón vegetal provenientes de República Dominicana, en competencia con grandes países como Canadá y Brasil.

Eso es muy grave, toda vez que ocurre en una región muy frágil, con ecosistemas en crisis, agravados por los efectos del cambio climático.

El bosque seco del Suroeste, desde Azua hasta la frontera con Haití, convive con microsistemas, sistemas tropicales y subtropicales, que constituyen un conjunto que contribuyen a la sostenibilidad de zonas incluso protegidas.

La destrucción forestal no sólo está vinculada a la quema para carbón, sino a la extracción de especies en extinción, como el guaconejo, que se contrabandea a través de Haití por su alto valor en la industria del perfume.

Se comprende que la explotación del bosque seco con planes de manejo, en los que están involucrados los comunitarios de las zonas altas, es una oportunidad, que bien llevada, representa una forma de vida para muchos, sin destruir.

Para que funcione bien se necesita la educación continua y la supervisión no corrompida de la aparente inagotable capacidad de regeneración de las sierras de Neiba y Bahoruco.

Pero la quema carbonera y la descontrolada explotación forestal comercial sólo conducen a la desertificación de esa parte del país y la isla toda.

¡Así no!
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