Combatir la violencia con razones es más barato…


JUNIO 12, 2016: Los actos de violencia, común o no, están azolando enormemente la sociedad, es un resultado lógico y fehaciente del estado desigual de vida a que ha estado sometido el pueblo por los que mayormente han ocupado la cosa pública. Sin contar la paradigmática mala ejemplarizarían de los que más arriba de los estratos sociales delincan por comisión, omisión o inacción, en otras palabras, la comisión de hechos delictivos, el encubrimiento y la impunidad.

El cáncer de la delincuencia ciudadana ha tomado cuerpo, ¡y… de què manera! Y es utópico pensar que de golpe y porrazo, de ahora para ahorita, diciéndolo en buen lenguaje criollo, se va corregir, máxime, en un pueblo en el que ni siquiera el respeto al voto emitido es una realidad.

La gente se está volviendo loca, no respetan, no tiene miedo, no se miden y no tiene compasión al momento de cometer sus tropelías, no escatiman riesgos ni esfuerzos al momento de iniciar un despojo, los ejemplos vivos de la descarnada violentaciòn del ritmo de vida están a la orden del día, en los videos de televisión, en las redes sociales, en la vida diaria, imaginemos cuantos de cada diez dominicanos ve a diario por cualquiera de estas vías ò por la vivencia como afectado o presencial, yo diría que por lo menos 8 de cada diez dominicanos.

Hay una verdadera descomposición social que amerita con carácter de urgencia ser enfrentada, enfrentada con políticas inmediatas del estado, cambio drástico del flujo presupuestal del país, que fluya la inversión pública en diferentes sentidos y renglones, diferentes a los actuales que concomitante con esto, se mejore la vida del ciudadano, entre ellos, el que tiene la responsabilidad de enfrentar el delito in situ, que junto a una serie de esquemas judiciales y procedimentales, que redunda escribir aquí, que en el necesario seguimiento que el estado dé al delito, prime la inteligencia y la delicadeza, que por el hecho de que hay un desorden generalizado, deja de haber una ciudadanía sana circulando en las calles, vale decir que en franco descenso por el temor, no sean tratados o maltratados como delincuentes, que la fuerza militar o policial designada para los patrullajes lo hagan en armonía con las políticas trazadas para tales fines, recordemos que violencia es toda acción que sometida sobre un ciudadano, afecte su espacio o desenvolvimiento justo. De nada vale que para perseguir un acto delincuencial contra un ciudadano, sean pisoteados o destruidos los de los demás.

La persecución de los delitos o delincuentes no son justificación para que las patrullas, constituidas en una gran parte de hombres y mujeres buenos, pero convertidos en busca comida, interrumpan la paz, la vida normal del buen ciudadano, llevándole de paso en muchas ocasiones el derecho constitucional al libre tránsito.

POR JOSÉ ANTONIO MATOS PEÑA
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