Una carta para Juana‏

 
MAYO 28, 2016: Hola Juana, como estás; como ves, en cualquier lugar que te encuentres continuó llamándote por tu nombre de pila. Como se aproxima el día de las madres, me animé a escribirte estas líneas. Debo decir que, como tú querías, no me dediqué a la música pero no tenga pena. No tuve madera para ser delincuente; creo que he sido un hombre de bien, dentro de lo que se puede, y tan coherente en sus principios, como eras tú.

Debo pedirte perdón por lo informal de esta misiva. Esta será una carta-artículo, porque puede ser publicada en varios medios digitales; bien sé que no conociste nada sobre esas publicaciones.

Quiero confesarte que luego de tu partida tuve un encontronazo con otro cura. Bien recuerdo el revuelo que se armó cuando te contaron que le había dicho al padre Crispín de Alcalá de la parroquia de Santa Bárbara, que no creía en su Dios. Te contaré que tuve otro problema con el padre Checo, porque no le gustó que llamara por el nombre de Lenin a mi primer hijo. ¡Increíble!, por poco se niega a bautizarlo.

Pero ríete, debo decirte que tuve una fuerte discusión en la calle El Conde con Carlitos Pina Navarro (Callito); me dijo que no debí llamar a su nieto por ese nombre. Sin embargo, luego nos reímos los dos cuando le enrostré que él tenía otras hijas, cuyos nombres son de origen chinos y terminan en ing.  Le riposté diciéndole que si él tenía tres hijas con nombres chinos, yo tenía derecho a tener un ruso.

Juana, cuando te fuiste pude sostenerme con algunos centavos que ganaba con el grupo “Los Bacanales”; amenizábamos fiestas a nivel privado. Por mis inquietudes, tus consejos sobre lo corrupto-según tú creías-, de ese mundo, me retiré. Esto, pese a que muchos amigos me estimulaban para que me lanzara públicamente. Pero sucede que “perro flaco no retoza”, como dicen algunos; debía tener cierta presencia y un especial temperamento que no poseo.

Juana ya ni silbo como antes, y aquella melosa voz y sus registros, se fueron al carajo. Juana, cuando falleciste no podía sostenerme como para seguir estudiando en la UASD, y deserté.

Pero, finalmente opté por el periodismo. Por mi actitud contestataria e inquietudes penetré a ese mundo a veces inefable, gateando. Callito se quejó porque quería que fuera médico, pero le dije que correspondiéndome con los suyos, lo que se hereda no se hurta.

Juana quiero decirte algo. No era como tú me decías; el ser más o menos coherente, en estos momentos, no sirve de nada en República Dominicana. Juana la gente en que creías, en lo político, no ascendió al poder. Aquel morenito, llamado José Francisco Peña Gómez, cuyo discurso y sabiduría tú admirabas, fue bloqueado y finalmente falleció de cáncer al igual que tú.

Debo decir que muchos de mis amigos de la izquierda claudicaron. Juana, Joaquín Balaguer, por el que sufriste mucho protegiéndome, casi en su  lecho de muerte, en  agonía, le hizo mucho  daño al país y a sus opositores. Vino gente extraña que nunca fue golpeada ni estuvo encerrada como algunos de nosotros. Esos tienen el poder hoy, ¡y de qué  manera!  Juana la única  diferencia es, que hoy los jóvenes no son perseguidos, como en los 12 años del Balaguerato, pero sí que persiste la inequidad y el desorden.

Juana, hoy todo ha cambiado y la dialéctica entre los dominicanos no ha sido para bien. En una ocasión admiré a un joven llamado Leonel Fernández Reyna.  ¡Ay Juana!, pero cuando ascendió al gobierno, en uno de  sus expresiones políticas, dijo admirar a Balaguer. Ahí mismo me derrumbé. Juana, no importa que otros no hayan sentido lo mismo, pero yo sí.

Juana con eso se cumple aquello de que “hijo de gato caza ratón”. Hay muchas cosas más que quero contarte. Pero duerme tranquila Juana, puede estar segura que heredé ese gen de ustedes; tanto tuyo como de Callito. Te repito: no tengo madera de delincuente. Hasta luego. Ción Mamá”


Por: FERNANDO A. DE LE0N
El autor es periodista. Reside en Nueva York.

Con tecnología de Blogger.