Narciso González (Narcisazo) Secuestrado, asesinado y desaparecido el 26 de mayo del 1994 hacen ya 22 años.
La Dimensión Social del Crimencontra Narciso González.
MAYO 26, 2016: El crimen de la Desaparición Forzosa cometido contra el doctor Narciso González Medina (Narcisazo), NO es una pérdia que sólo afecta a su familia (esposa e hijos, madre y hermanos). Es una gran pérdida, sobre todo, para el pueblo y, también, para la sociedad dominicana en su conjunto.
Para la Sociedad Dominicana:
Lo es para la sociedad en su conjunto, puesto que es un crimen que lesiona y cuestiona a la sociedad toda, ya que, a todas luces, es un crimen de Estado. Lo que pase a cualquiera de los miembros de la sociedad, es algo que lesiona a todos sus miembros, ya que no sólo desdice de la protección y seguridad de los mismos, sino que ese crimen y su impunidad, podría afectar a cualquiera de nosotros.
Una sociedad fuerte, institucional y culturalmente, debe hacer las debidas diligencias, sin contemplaciones para con nadie, a fin de castigar con toda justicia y con todo el rigor de las leyes, cualquier crimen comentido contra cualquiera de sus miembros... La impunidad debilita el vínculo civilizatorio (Estado efectivo y eficiente de Derechos) y le da luz verde a la barbarie (donde prima la ley del más fuerte, del más poderoso en lo económico, en lo político y en lo social)... Y peor: cuando la sociedad acepta pasivamente esa situación; cuando NO se rebela con todas sus energías para que se hagan las debidas diligencias para lograr las sanciones debidas... agotar todos sus recursos para establecer la verdad y hacer justicia, como elemento aleccionador y cohesionador de sus miembros.
Otro aspecto, aunque en segundo plano que lo anterior, es la pérdida que significa para la sociedad que toda la inversión social en la capacitación de uno de sus miembros y que por dicho crimen no se recogieron todos los frutos benéficos que podía dar, desde el seno del hogar como ejemplo y guía, hasta su rol social como ciudadano que, además, era un excelente profesor de la universidad del Estado.
Para el Pueblo Dominicano:
Y es una pérdida para el Pueblo Dominicano en particular, porque Narcisazo encarnaba, como ningún otro ciudadano dominicano conocido, ideas y prácticas en procura del verdadero progreso del pueblo. Todas sus capacidades y prácticas tenían, para Narcisazo, un sólo y único norte: el progreso del pueblo en lo material, en lo político y en lo espiritual; en tríada armónica.
Esto así, porque sintetizó la experiencia propia y la experiencia histórica en la elaboración de una teoría o concepción del cambio revolucionario, progresivo, de la sociedad dominicana, para favorecer el verdadero progreoso del pueblo.
La esencia de sus planteamientos resultan novedosos y rigurosos aportes a la sociología de la transformación de la sociedad. De manera esquemática podríamos plantearlos así:
La revolución social sólo se justifica siempre que con ella se apunte hacia el verdadero progreso del pueblo y, en consecuencia, de la sociedad en su conjunto. De lo contrario, no tiene razón de ser.
El papel de los revolucionarios no es el de hacer la revolución; sino, de que el pueblo haga la revolución; vale decir: que sea el propio pueblo quien asuma las tareas del aprogreso.
En tal sentido: Sólo el Pueblo salva al Pueblo” era, para Narcisazo, el grito de combate reiterado en cada oportunidad.
Para que los revolucionarios desempeñemos ese papel, tenemos que convertirnos en animadores culturales populares.
Es papel tiene, como eje principal, la cuestión ideológica-cultural. Vale decir: Propiciar, en todos los espacios de práctica del pueblo (sus propias organizaciones, incluyendo la familia), las maneras de pensar, de sentir y de actuar que favorezcan el verdadero progreso del pueblo.
Por más que las condiciones objetivas (económicas y políticas) sean favorables a un cambio revolucionario, sin una crisis ideológica NO será posible dicho cambio. Lo que generalmente se logra, sin la crisis ideológica es, según Narcisazo, que algo cambie para que todo siga igual.
Todo lo anterior se podría resumir en que lo ideológico es esencial. Si como pueblo no somos capaces de ver la realidad con “ojos” distintos y opuestos a los de la clase dominante, los “problemas” y las “soluciones” que le demos a esa realidad, no serán verdaderas soluciones. “El tiburón ve las cosas muy diferentes a como las ven las sardinas” decía Narcisazo.
Es en la cotidianidad que se ha ido construyendo las ideología dominante; es en esa misma cotidianidad que debemos ir construyendo la ideología opuesta, hasta irla haciendo parte de la cultura de las organizaciones del pueblo, sabiendo bien que “No toda la cultura del pueblo es cultura popular”, tal como Narcisazo lo planteó en uno de sus artículos.
La cultura es lo cotidiano en la vida del pueblo. La lucha política y la lucha económica son coyunturales. Es la lucha cultural, por tanto, la clave para ir transformándonos ideológicamente.
Dentro de la lucha cultural, la comunicación es el elemento o herramienta más importante. “Un animador es, ante todo, un comunicador”, reiteraba con insistencia. Agregando: “No puede existir un animador que no tenga algo que decir, algo importante que comunicar al pueblo con el que trabaja directamente o al pueblo en general”.
Pero todo lo anterior es ilusión o se queda entrampado en el academicismo, si no va referido a la cuestión del poder. Pero la lucha por el poder es muy diferente a la “toma del poder”. Se trata de algo más complejo: De construir un poder distinto y opuesto al dominante. Véase al curso elaborado por él “Cultura y Poder en República Dominicana”.
En tal sentido, es imprescindible que nuestros esfuerzos como revolucionarios vayan dirigidos a fortalecer cinco condiciones subjetivas imprescindibles para la construcción del Poder Popular; vale decir, para que el poder que tiene el pueblo se ponga en acción en función de su propio progreso y del progreso de la sociedad en su conjunto. Estas condiciones son: La conciencia, la organización, la unidad, la combatividad y la disciplina. Sin esas cinco (5) condiciones, en permanente crecimiento y fortalecimiento, será muy poco probable un cambio revolucionario. A lo sumo lo que se logra es un “quítate tú pa’ ponerme yo”.
El papel de los revoluciones y el papel del pueblo, demandan dos tipos de organizaciones diferentes. En las organizaciones del pueblo caben todas las clases y capas de la población que, por sus condiciones materiales de existencia estén objetivamente interesadas en el progreso de la sociedad. En las organizaciones de revolucionarios, los participantes deben entender, aceptar y estar en capacidad de propiciar el desarrollo de las condiciones subjetivas para que el pueblo haga su revolución. En tal sentido, sólo existen dos tipos de organizaciones de revolucionarios: aquellas de los que creen que son los revolucionarios los que hacen la revolución; y aquellas de los creemos que sólo los pueblos reúnen las infinitas capacidades para hacer que la tortilla se vuelva.
No se trata, sin embargo, de construir partidos, pues, por definición, los partidos “parten” a los pueblos y de lo que se trata es de unirnos como pueblo en función del interés del progreso de la sociedad. La división del pueblo en partidos, sólo favorece a las clases dominantes (divide y vencerás)... dividiéndonos en base a una simple diferencia de rostros y colores que, cada día que pasa, evidencias que no se diferencian en nada.
Todos esos criterios teóricos tienen en sí suficiente mérito para que la pérdida de Narcisazo sea inconmensurable para nuestro pueblo. Pero Narcisazo era una persona que unía en lo cotidiano su pensar con sus acciones y sus sentimientos. Sus aportes teóricos los llevaba a la práctica como Animador Cultural Popular, en todos los espacios en los que se movía:
En su labor como profesor de teatro.
En su corto ejercicio como abogado que sólo defendía las causas justas... y que se negó a vivir del oficio por la podredumbre existente en el aparato judicial de su época.
En su labor como militante revolucionario (ya organizado o ya independiente).
En su condición de estudiante universitario y uno de los dirigentes de la más grande e importante organización estudiantil de su época: La Federación de Estudiantes Universitarios.
En su condición de comunicador:
Durante la guerra de abril del 1965, en la emisora constitucionalista.
Posterior a la guerra:
En diarios (El Sol, La Noticia); en el semanario “Tirabuzón”; en guiones para la televisión (En el Show del Mediodía).
En la revista que fundó “El Callejón con Salida”.
En sus colaboraciones con otros medios como en el órgano del Sindicato de Trabajadores de la Corporación Dominicana de Electricidad, en su sección “La Fogata Cultural” y en la revista “La Muralla” en la cual publicó su último artículo contra el presidente de turno “Diez pruebas que demuestra que (el presidente) Balaguer es lo más perverso que ha surgido en América”.
En los miles de conferencias, cursos y talleres que realizó, algunas publicadas (Acerca del legado del Padre de la Patria “Cinco principios para un gran final”; “El verso octosílabo en la ruta de lo popular”
En sus planteamientos y acciones políticas: Dentro de la izquierda; en el movimiento clubísitico y sindical; desde fuera de cualquiera organización de izquierda, para que ninguna lo rechazara por ser de otra debido al sectarismo y el vanguardismo imperante... Contra todos los gobiernos de Joaquín Balaguer, hasta el día anterior a su secuestro en que llámo a la desobediencia civil como forma eficiente para oponerse al fraude electoral.
La sociedad no produce personas así con mucha frecuencia; con esas cualidades y esas posibilidades geniales que tenía y que se potenciaban en cada situación histórica.
Los aportes de Narcisazo iban en aumento. Su capacidad de producción intelectual y su visión política aumentaba con los años, en base al estudio crítico de la realidad.
Todo lo que la sociedad y el pueblo dominicano hubiesen seguido recibiendo de Narcisazo, fue abortado por una decisión criminal que le tronchó la vida.
Y esto afectó a un “pueblo amenazado con su total destrucción” tal como él mismo dijera en varias ocasiones y por lo cual reiteraba que “no debemos perder ni cinco minutos, ni cinco centavos”.
¿Cómo resarcir el daño que se ha cometido contra este pueblo; contra las posibilidades de progreso del pueblo y de la sociedad en su conjunto? Realmente, no hay cómo, pues no se puede producir otro Narcisazo ni la labor que hubiese hecho en los más de 12 años de su fatal desaparición forzada. Lo que se haga por resarcir siempre será corto. Pero el Estado debe pagar un precio alto que beneficie al pueblo y a la sociedad en su conjunto por ese daño, y como prevención para futuras ocurrencias.
Rafael Domínguez Gautreaux
Secretario de la Comisión de La Verdad
28 de abril del año 2007