La cotidianidad de la gente ha sido afectada por los atracos
Gaspy Pérez.
Cambiar de dirección, andar sin prendas y alertarse por el sonido de un motor son tácticas de prevención
EN SANTO DOMINGO: La delincuencia ha obligado a la sociedad dominicana a cambiar su cotidianidad. Entonces, hay quienes llegan más tarde al trabajo porque no pueden salir a oscuras de su casa. Los hay también que han cambiado de residencia o quienes hoy día duermen con sobresaltos por una mala experiencia. Esos sin contar los hijos sin padres, las madres sin hijos que ya son parte de las estadísticas de muertes por homicidio que el Gobierno persiste de que se han reducido.
Cambiar de dirección, andar sin prendas y alertarse por el sonido de un motor son tácticas de prevención
EN SANTO DOMINGO: La delincuencia ha obligado a la sociedad dominicana a cambiar su cotidianidad. Entonces, hay quienes llegan más tarde al trabajo porque no pueden salir a oscuras de su casa. Los hay también que han cambiado de residencia o quienes hoy día duermen con sobresaltos por una mala experiencia. Esos sin contar los hijos sin padres, las madres sin hijos que ya son parte de las estadísticas de muertes por homicidio que el Gobierno persiste de que se han reducido.
Esta problemática ha dado pie a que la gente desarrolle habilidades para detectar cuando está en peligro y cuidarse. Los delincuentes también han forzado a que la gente se vea obligada a dejar de usar las prendas que quiere y que valora para no llamar la atención y terminar, entre otras, sin su anillo de compromiso.
Esa fue parte de la conclusión que llegó elCaribe, luego de salir a las calles a hacer dos preguntas: ¿Se siente seguro? ¿Qué es lo que le da mayor sensación de inseguridad? El resultado de estas interrogantes, más otras más que se agregaron a la conversación, fue la inseguridad generalizada, debido a los atracos. De 11 personas cuestionadas, nueve respondieron no sentirse segura y otras dos más afirmaron que se sienten tranquilas, a menos que caminen de noche. Además, tres personas habían sido atracadas; cuatro tienen familiares muy cercanos víctima de un asalto y dos fueron testigos oculares.
Las estadísticas del Observatorio de Seguridad Ciudadana de República Dominicana (OSC-RD) señalan que, aunque las muertes por homicidio han reducido en picada en los últimos tres años (en el 2013 hubo 1,991 homicidios; en el 2014 la cifra fue de 1,813 y en el 2015 hubo 1,675 ), la cantidad de denuncias por robos violentos, al menos en el 2013 y 2014, aumentó (en 2013 fue de 3,475 y 3,811 en 2014).
Estas estadísticas oficiales no analizan el comportamiento de los hechos delictivos que no terminan en homicidio y que influyen de manera significativa en que la sociedad sienta o no la sensación de seguridad. La ratería, que encuentra sus víctimas en las calles, es difícil de medir porque muchos hurtos no llegan a convertirse en denuncias.
La inseguridad cambia los hábitos
Ana es maestra universitaria desde hace más de 20 años y en un ejercicio de memoria analiza cómo la inseguridad ciudadana ha cambiado su cotidianidad y la de sus estudiantes. Cuenta, por ejemplo, que antes llegaba al recinto universitario a las 7:00 de la mañana y puntualmente arrancaba sus clases. “Ahora tengo que negociar con mis estudiantes el horario porque me dicen que a esa hora –de madrugada- no pueden salir de su casa, porque los atracan”. Algunas de esas negociaciones han sido en vano: “Me enteré una semana después que dos muchachas de mi clase habían sido atracadas esa mañana y lo mismo pasa con las clases de noche. Hay que despacharlos más temprano para evitar estas cosas”.
La historia de Ana refleja cómo ha cambiado la vida de miles de dominicanos después que han sido víctimas de la delincuencia o conoce de una persona muy cercana que así le ocurrió. La periodista Yanessi Espinal ha sido víctima de dos atracos y dos intentos de robo que la empujaron a mudarse de vivienda dos veces y a optar por pagar una renta, con mucho sacrificio, para vivir en un apartamento que cumpla con dos requisitos: que no esté en un primer piso y que, sobre todo, tenga un parqueo soterrado.
Ella recuerda que viviendo en la avenida Bolívar intentaron robar en su casa y en su carro, por lo que ella y sus dos sobrinas vivían en zozobra. “Yo no dormía, cualquier sonido me espantaba y recuerdo que una de mis sobrina me contó que de camino a casa corrió espantada por miedo y después se dio cuenta que le estaba huyendo a su sombra”.
Simón de los Santos es un usuario que contó su historia a elCaribe a través de Facebook. Fue víctima de 14 robos en una finquita donde vivía junto a su familia y tuvo que abandonarla, porque, según cuenta, hasta el alumbrado eléctrico le llevaron y todas las denuncias que presentó a las autoridades no sirvieron de nada.
“Un día, de madrugada, encontré uno robando, lo aprese y se lo llevé al fiscal, pues a esa altura no confiaba ya en la Policía, le dieron medida de coerción pero los robos no pararon”. Dice que un día estuvo al acecho y vio cómo tres ladrones entraban y pudo colocarle unas esposas a uno de ellos. “Por no darle un balazo perdí el control y el que estaba en el suelo me atacó. Forcejeamos por el revólver nos dimos estrellones, le disparé dos veces pero esquivó las balas, entró uno y por la espalda me dio con un objeto contundente, me desarmaron. Uno dijo mátalo, pero el que tenía el arma se conformó con darme un cachazo. Terminé con cinco costillas rotas y siete puntos en la cabeza”.
El pasado sábado, se acercó a la puerta de un salón de belleza un hombre a preguntar una dirección y se la facilitaron. Pero las empleadas siguieron con la mirada al hombre que ya se iba. “¡Pero míralo que uno no sabe!”, dijo una de ellas y otra respondió: “Pero tranquilas que yo estoy aquí en la puerta. ¿Y qué es?”. Entonces bromearon sobre qué haría esa chica que estaba parada en la puerta. Sus demás compañeras dijeron que lo más que podía hacer, era salir corriendo.
Alerta por los motores y los carros públicos
El sonido de un motor ya se ha convertido en una alarma para las personas que andan a pie. “Lo que más me da sensación de inseguridad son los motoristas, esos son mi terror”, dice Rubén Cruz. De los 11 cuestionados por elCaribe dos hicieron referencia a los motores y tres mencionaron el cuidado que tienen frente a los vehículos de transporte público, ya que conocen o han sido víctimas de un asalto luego de abordar. En estos últimos casos, siempre las víctimas fueron amenazadas con pistolas dentro del carro.
No puedes salir con tu anillo de compromiso por miedo a que te lo quiten. No puedes comprar una cartera buena por el mismo miedo. Y en la casa no estás tranquilo”.
Mónica Jiménez
Ama de casa y estudiante
Uno casi no puede salir porque encuentra un tíguere queriendo arrebatarle lo de uno. Cualquier movimiento raro trato de quedarme en un lado tranquilo. ”Gaspy Pérez
Empleado de La Sirena
Tengo miedo a que me atraquen. Estoy aquí sentada en un banco y no estoy segura, yo ando en la calle y nada más es mirando alrededor, a ver quién se me acerca”.
Carmen Lidia Pineda
Maestra en Quisqueya aprende contigo
Una vez me encañonaron y me quitaron todo en un carro público. Desde entonces yo ando en autobús y no abordo carros, a menos que estén estrictamente identificados”.
Rubén Cruz
Vendedor de alimentos
Trato de andar con cuidado, pero realmente uno no está seguro en la calle. Uno sale de su casa y no sabe si va a llegar bien porque te pueden atracar”.
Massiel Montero
Estudiante
EL CARIBE