CAC: Hambre, miseria y desempleo en bateyes del ingenio Barahona‏


EN BARAHONA, (República Dominicana): A unos 17 años del arrendamiento del ingenio Barahona a inversionistas extranjeros, todavía los residentes en los bateyes de la empresa azucarera viven bajo un estado de miseria, hambre y desespearción por la falta de trabajo, lo que ha traído como consecuencia que la mayoría de los jóvenes emigren a otras zonas del país en busca del mejoramiento de sus condiciones de vida.

Esta pesadilla se vive en el batey 6, otrora próspero y capital de la Zona Cañera antes de la privatización, por la gran cantidad de dinero que quincenalmente circulaba en su entorno cuando se pagaba a los empleados y obreros del campo.

Hoy este  se encuentra sumido en un espantoso estado de miseria y pobreza, producto de la capitalización del ingenio Barahona a inversionistas extranjeros, en 1999, quienes con sus modernas maquinarias han reducido a su más mínima expresión el alto número de braceros que laboraba en el corte y tiro de caña y de trabajadores de otras áreas de la empresa azucarera.

Esta situación de miseria y pobreza, también se registra en los bateyes Isabela, Santana, el número 3, 4,7, 9, Cuchilla, entre otros donde con frecuencia padecen personas de malaria, leptospirosis, tuberculosis, entre otros males infectocontagiosos.

Mientras, esta desgracia se manifiesta en esta empobrecida y abandonada zona, los ejecutivos del CAC, disfrutan de na buena vida, los trabajadores agrícolas, o sea, del campo, así como la gran mayoría de los habitantes de esa demarcación territorial, comen lo que encuentran, viven y desenvuelven sus actividades en condiciones infrahumanas, ante la mirada indiferente de las autoridades  gubn4rnamentales y municipales.

En tanto, que los políticos de las organizaciones partidarias que terciarán en el certamen electoral del 15 de mayo próximo,  en especial los de los partidos Revolucionario Dominicano (PRD),y de la Liberación Dominicana (PLD), solo visitan la zona en busca de votos.

Los ejecutivos del Consorcio Azucarero Central (CAC) de capital guatemalteco, arrendatario del ingenio Barahona, invierten millones de pesos en la modernización de sus maquinarias, factoría y oficinas, mientras la gente de los bateyes padece toda clase de penurias por la miseria que la abate.

Se recuerda que primeramente, el central azucarero local fue arrendado a inversionistas norteamericanos, quienes luego desistieron de continuar teniendo la empresa azucarera bajo su control, quienes transfirieron el contrato al CAC, quien hasta el momento la administra.

Ya con el ingenio en su poder, el CAC  echó de los predios cultivados en el entorno de las fincas cañeras a unos 700 agricultores, a muchos de los cuales destruyó sus cultivos con maquinarias pesadas, lo que originó un enfrentamiento entre los campesinos y los inversionistas que motivó la intervención de la Iglesia Católica.

Antes de la privatización del ingenio, operaban once grúas en igual número de bateyes, en cada una de la cuales trabajaban 20 y 22 obreros, hoy solo hay una entre los bateyes 5 y 6, donde laboran menos de 30 personas.

En el corte y tiro de caña en tiempos de moliendas eran utilizados entre 3 mil y 3 mil 500 braceros, en su mayoría haitiana. Hoy solo ejercen esa actividad menos de mil braceros.

También, trabajaban en la empresa en sentido general, entre 7 mil y 8 mil personas, estando activas actualmente menos de mil en tiempos de zafras, según los informes.

El CAC no permite la formación de sindicatos independientes, en tanto, que los trabajadores son obligados a trabajar horas extras, siendo cancelado de inmediato el que se niega, mientras, que el que se enferma, accidenta o es afectado por alguna enfermedad terminal, es enviado a morir a su casa sin ayuda alguna, según denuncias de obreros que piden que sus nombres no sean publicados por temor a represalias.

Según esos trabajadores, ninguno de ellos se atreve a comentar nada sobre las presiones a que son sometidos por los ejecutivos del CAC, y el que se arriesga a hacerlo, es denunciado de inmediato por supuestos "soplones" de la empresa, lo que conlleva su inmediata cancelación, en ocasiones, sin derecho a prestaciones laborales.

POR JUAN FRANCISCO MATOS
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