VER PARA CREER
EN SANTO DOMINGO: Este pasado fin de semana nos apersonamos al Club Mauricio Báez, invitados por los y las candidatos del Distrito Nacional a Diputados y Regidores, por la Alianza Electoral para el Cambio Democrático, AECAD, que preside Guillermo Moreno.
Había un gran bullicio en el Club, adornado con globos de todos los colores y con música y redoblantes, porque según nos han ensenado los brasileros, y las iglesias evangélicas (sobre todo la de Aquiles Azar, con bailarinas, orquesta y unos cantantes que dejarían asombrados a Aretha Franklyn), tanto la política como la religión deberían ser expresiones de fe y esperanza, de gran alegría y confianza en el porvenir. Exactamente lo opuesto a las condenas de la gente desde el pulpito como pecadores, o traidores a la patria, contrarias a lo que hoy testimonia el Papa Francisco, para horror de las sectas.
Lo primero que nos asombro fue el orden, la absoluta organización del evento, reflejado no solo en el espacio, sino el manejo del programa, donde primero hablo el representante de los candidatos a regidores municipales, presentando las prioridades, producto de múltiples consultas populares, de los municipios: resolver caos del transporte, eliminación de desechos sólidos, prevención de enfermedades endémicas, escuelas vocacionales, casas de cultura barriales, fomento de deporte, rescate de la juventud, énfasis en los deportes, presupuestos participativos.
Lo segundo, los vibrantes discursos de dos paradigmas de la sociedad: la Diputada Guadalupe Valdez, quien declaro que en su ejercicio nunca acepto cofrecitos, exoneraciones, ni bonos, ni negocio con los fondos del Estado, e hizo un llamado a la creación de un Congreso del Pueblo, con respeto a la independencia de poderes, que sea un espacio de dialogo y verdadera participación ciudadana.
Y, el discurso de Andrés L. Mateo, quien como intelectual ha roto con el asco tradicional de este sector a involucrarse en política porque: “el 13% del producto interno bruto del país no puede seguir despilfarrándose en manos de la corrupción, en una apropiación de la felicidad publica, que debería derivarse de los bienes del Estado”. No puede ser, dijo, “que la Senadora Lizardo se embolsille 102 millones de pesos de salario, y 84 millones el ex presidente del Senado Reynaldo Pared, ambos miembros de una estructura de dominación llena de dinero y angurria de poder. Hay que retomar la búsqueda del bien común, con plena conciencia de la Historia”.
A seguidas, la totalidad de candidatos firmo, como pre-requisito a sus candidaturas, su renuncia a los supuestos beneficios que se asocian con el ejercicio político, algo inédito en la historia del país y sobriamente, Guillermo Moreno anuncio la marcha de la Alianza hacia una nueva representatividad democrática, una nueva Asamblea Constituyente, otro país.
Y, creímos.
Por Chiqui Vicioso