OPINION: Carreteras de la muerte‏





Son vías donde muchos echan a andar sus vehículos  sin el dominio de las competencias más elementales  del arte y técnica de  conducir, generando episodios  horripilantes de sangre y luto en familias del país.

Son tantas las tragedias viales, que ocupamos el nada envidiable segundo lugar del mundo  en muertes en accidentes de tráfico vial.


Dentro de la etiología de estas fatalidades  se encuentran la imprudencia, temeridad,  exceso de velocidad, el  consumo de alcohol y sustancias psicotrópicas al volante, el mal estado de los vehículos, entre otras.

Hay que destacar las muertes en accidentes de motocicletas, por la temeridad con que conducen los motoristas en las calles dominicanas, desprovistos del casco protector.


Para encarar este infortunio en nuestras carreteras,  que lesiona y mata a tantas gentes buenas, solo  hay que disponer de una oportuna aplicación de las normas existentes en materia de tránsito terrestre y diseñar y aplicar buenos programas de educación vial para la población.

Asimismo, la autoridad del tránsito debe inspeccionar rigurosamente el estado de los vehículos – en especial los neumáticos- de los que cargan pasajeros y los pesados de cargas; sancionar la altísima velocidad a que viajan los vehículos de pasajeros y los camiones pesados; realizarle estudios y pruebas psicológicas cada año a los choferes públicos, y un mecanismo de pérdida de puntos de la licencia de conducir por infracciones a conductores públicos o privados, entre otras acciones.

De igual manera, se debe obligar a los conductores de motocicletas a conducir provistos de su casco protector.

Estas acciones deben ser permanentes, no operativos esporádicos, como hace la AMET.
Es tiempo de reaccionar y tomar acciones contundentes para encarar el desorden en el tránsito terrestre en República Dominicana, o de lo contrario, seguiremos contando muertos en nuestras carreteras.

POR RUBEN MORETA

EL AUTOR es profesor de Sociología. Reside en Santo Domingo.
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