Tesoro dominicano El larimar solo existe en la República Dominicana
EN LOS CHUPADEROS, (Barahona): El rústico negocio “Morena La Cachemva”, que opera en una destartalada vivienda construida de madera y hojas de zinc, vende raciones de alimentos a módicos precios para saciar el hambre a la horda de trabajadores dominicanos y haitianos que agotan extensas jornadas en profundas cavernas para desprender toneladas de piedras semipreciosas de color azul turquesa, de donde finalmente se extrae el Larimar.
En un trozo de cartón, “Morena La Cachemva” fija los precios en algo parecido a un jeroglífico, escrito con bolígrafo, a mano. Y hace la salvedad de que “hay camvio” para los marchantes que compran con billetes de 100, 200 o 500 pesos. Los números apenas son legibles, pero los trabajadores conocen los precios de memoria. Desayuno, comida y cena y “agua en funditas”.
Es el menú cotidiano que ofrecen también otros negocios en el pequeño poblado o campamento de Los Chupaderos, a 780 metros de altura sobre el nivel del mar, en pleno corazón de la sierra, el lugar que tiene el privilegio de tener la única mina de larimar en el mundo.
En este campamento minero trabajan alrededor de 1,000 personas en 40 hoyos. Dominicanos y haitianos comparten la tarea, muchos de ellos menores de edad, extrayendo piedras para los patrones. La perforación de las entrañas de la sierra para sacar toneladas de material de la codiciada piedra semipreciosa azul conlleva muchos riesgos.
En el transcurso de los años han ocurrido accidentes fatales, pero la faena continúa. Muy pocos usan taladros eléctricos en la faena.
Un sindicato y dos cooperativas manejan el negocio de piedras semipreciosas extraídas del interior de la montaña. La piedra se comercializa en forma rústica, por libra. Si la calidad del material es óptima, 16 onzas cuestan entre 3,000 y 4,000 mil pesos.
Los negocios informales afloran. Pequeñas tiendas de pulgas ofertan mercancía nueva, de segunda mano y calzados. También se oferta alcohol, cigarrillos y distintas variedades de refrescos. Varias bancas de apuestas de loterías recogen cada día parte del sudor y el sacrificio de estos hombres. Se dice que hay trabajadores que juegan “hasta la picá de ojos”.
El acceso a Los Chupaderos, distante 10 kilómetros desde la carretera hasta la cima de la sierra, es difícil, incómodo y peligroso. El recorrido por la empedrada carretera es lento y debe hacerse en vehículos de tracción en las cuatro ruedas.
La presencia de seres humanos en la Sierra de Baoruco ha dejado marcas indelebles. En el trayecto a la zona minera se pueden observar extensas zonas deforestadas durante años para actividades de conuquismo, un problema que se acelera y que parece no importar a las autoridades responsables de cuidar y preservar el medio ambiente. En la zona, específicamente en el lugar conocido como Las Filipinas, se han construido viviendas de veraneo, aunque oficialmente es un área protegida.
El trabajo de menores haitianos en las minas no parece importarle a nadie. Muchos jóvenes que se dedicaban a la pesca dejaron las yolas y los cordeles y trabajan en la actividad minera. Los trabajadores van y vienen, penetran a los túneles sacan el material en carretillas, descargan y retornan a la faena. Es la rutina.
“Prefiero pasar el tiempo trabajando en la loma, porque aquí estoy más cerca de Dios. Las ganancias se quedan en manos de los fuertes, de los que tienen más dinero, pero ¿qué vamos a hacer?”, comenta Edgar, un joven que trabaja durante cinco días en la mina y baja los fines de semana, a llevar un par de pesos y ver a su familia.
Túnel paralizado La Unión Europea, a través de la Dirección de Cooperación Multilateral, inició en el 2011 la construcción, pero apenas se han construido 425 metros lineales y la obra se paralizó por falta de recursos económicos. Los avances realizados en el mismo presentan deterioro en distintas áreas y es motivo de preocupación de los mineros. El Ministerio de Energía y Minas ha prometido resolver la situación, pero todo ha quedado en promesas.
Artesanía, turismo y comercio. En los últimos años el larimar se ha convertido en fuente de vida para muchos lugareños, comerciantes y artesanos que comercializan la preciosa gema. En las comunidades de La Ciénega y Baoruco se puede adquirir artesanía en tiendas de “giftshop” y piedras sin procesar. Algunos lugareños las venden en piedras sin pulir y en pequeños trozos en botella de cristal.
Más de 400 artesanos de distintas regiones del país, trabajan o comercializan esta piedra semipreciosa azul que despierta el interés de turistas que nos visitan.
La exportación está prohibida, pero comerciantes inescrupulosos se las arreglan para sacar del país grandes cantidades de este tesoro que legó la naturaleza. Los indígenas la llamaban “piedra azul”, puescreían que provenía de las profundidades del mar.
En 1974 el reputado artesano Miguel Méndez, en compañía del voluntario del Cuerpo de Paz Norman Rolling, encontró muestras de la roca azul en la desembocadura del río Baoruco.
Propiedades curativas. Según la entidad Organízate, Artesanía Energética, el larimar es el miembro “más reciente de la familia de minerales curativos”. Le atribuye lo siguiente:
*Mirar el larimar es mirar los ondulantes remolinos del mar Caribe, emulados en una paleta de azul celeste. Su extraordinario color proviene de su composición mineral que genera increíbles tintes azules.
*La naturaleza se encarga también de que no haya dos piedras iguales. La única localidad donde es esncontrado el larimar o pectolita azul es en la provincia de Barahona, en la región Sur-Occidental del país. /Periodico Hoy/.