OPINIÓN: No le temo a los temblores de tierra. Le temo a las fosas comunes que se cavarán
A propósito de la cadena de movimientos telúricos de los últimos días, la mayoría en replica, debo decir que no me asusta estos eventos. Desde luego, el temor a lo que consideramos "anormal" o peligroso para la salud o vida es una condición humana sine qua non. De manera que cierta dosis de espanto es necesaria para activar las alertas ante el peligro y, de hecho, alguien dijo que el susto de la primera impresión es inevitable. Mi voz repite, no le temo a este fenómeno llamado temblor, terremoto, sismo, seísmo o maremoto cuando ocurre en las placas sumergidas en el mar.
Las razones para no temer son las siguientes:
-La tierra ha temblado desde sus orígenes. La historia da cuenta de civilizaciones y grandes ciudades exterminadas por terremotos.
-Es un proceso natural de acomodación de placas. Aunque así parezca, la tierra no es una masa lineal compacta, es un rompecabezas compuesto por piezas (placas) unidas por fallas o líneas de subducción e, incluso, las placas están atravesadas por fallas. A final de cuenta, la energía acumulada en estos puntos debe liberarse de alguna forma.
-La tierra tiembla todos los días en alguna parte del mundo, aunque no siempre lo percibamos. República Dominicana no es la excepción.
-La biblia profetiza en Lucas 21:11 "y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo".
-La ciencia establece que cada cierto tiempo ocurren terremotos de magnitud considerable, sobre todo en las zonas con historial telúrico perceptible e/u intenso. Según los cálculos, República Dominicana está en el tiempo de que ocurra un desastre.
¿A que le temo?
-Al descuido y la ignorancia. La mayoría de la gente vive el día y no se preocupa por aprender los peligros que enfrenta, solo recordando de tiempo en tiempo, cada vez que ocurre un leve remeneo. En otros países la población se educa, ensaya, traza y conoce las rutas de escape. Aquí se han aflojado muchas rodillas con los últimos movimientos de tierra pero eso se olvidará en pocos días.
-A un país manga por hombro, donde todo el mundo hace lo que se le pega la gana y lo celebramos. Las personas construyen donde sea y como sea y las alcaldías solo saben cobrar los arbitrios. El Estado construye muchas cosas sin observar las reglas antisísmicas y nadie protesta o pide cuentas porque eso es chino para la población.
-Que consideren a los científicos del área como locos o exagerados. El pobre Osiris de León, quizás el que más sabe de estos menesteres, ha advertido sobre algunas cosas y nadie le ha puesto asunto. De León insiste en que es de suma importancia conocer los tipos de suelo donde se construye y su comportamiento ante un sismo. También ha sugerido como reforzar los grandes edificios públicos y privados con elementos antisísmicos. Para muchos trátese de un loco hablando patois.
-Le temo a las fosas comunes que se cavarán luego del gran sismo que se avecina, sobre todo porque estamos a años luz de estar preparados, al menos en responsabilidad y mentalidad. Los números no alcanzarán para contar los muertos. /OCOAENRED/.
Por Nóbel Mejía.