OPINION: 2015, un año de reclamos e injusticias‏





Todo gobierno debe proyectar un programa visualizado en dejar atrás los tropiezos, problemas, debilidades, malos manejos e injusticias y retomar el timón del barco hacia un sistema estratégico dirigido a generar bienestar en todos los sectores, establecer justicia ante las injusticias, tal como establecen las leyes, sin oponerse a los reclamos y expresando voluntades positivas que produzcan cambios. De lo contrario el barco seguirá el curso desmedido del hundimiento.

El 2015 debió ser un año para manifestarse el desarrollo y la mejora continua a nivel macro por ser declarado,  como el año de la era común o de la era cristiana, el decimoquinto del tercer milenio y el sexto de la década de los años 2010. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), lo declaró como el Año Internacional de la Luz, las Tecnologías y los Suelos, promesas que al principio del cuatrienio fueron anunciadas con positivismo pero no se cumplieron.

En principio pensamos que el Estado estaría dirigido por una ave amaestrada, que con su canto atraería todas sus especies (ministros), para dirigirnos con moral, sapiencias e integridad, sin embargo, en la postrimería de su gestión el pueblo expresa disconformidad por la falta de energía eléctrica, agua potable, corrupción administrativa, injusticias, malos servicios de salud, clientelismo, perdida de los valores y toda una barahúnda de necedades que se cometen en el gobierno, que sólo afectan a los sectores más empobrecidos de esta isla Duartiana.

Los hechos dicen más que las palabras y si pasamos revista al calendario de expectativas puesto de manifiesto por el presidente Danilo Medina, al tomar la dirección del poder, este no ha cumplido ni siquiera con el 25% de su programa de gobierno, a excepción del 5% destinado para la construcción de planteles escolares en el país, mientras los encargados de eficientizar la educación (los maestros) siguen con la cabeza hueca, por falta de inversión en la capacitación y actualización.

El presente año estuvo marcado por un sin número de reclamos al superior gobierno, dirigidos a la búsqueda de solución a problemas que datan de tiempos inmemoriales y que de acuerdos con las promesas de campañas serían resueltos a largo corto y mediano plazo, pero siguen como el primer día, incluso empeorados, porque en la administración pública hay más corrupción, desempleos y desigualdad que en gobiernos anteriores.

Los gobiernos son como las empresas que deben manejarse de acuerdo con las necesidades de los clientes, pero aparentemente, al presidente Danilo Medina y a sus funcionarios le resulta inaceptable que les reclamen sobre los abusos de poder impuestos por sus ministros y allegados, junto con las numerosas estafas y los hurtos, resultándoles muy difícil encontrar un equilibrio entre ofrecer un buen servicio e impedir las injusticias, dado que los dominicanos que pagan sus impuestos no reciben tratos especiales, sino humillaciones, simplemente porque así lo indica la tradición política.

Una aureola de denuncias contra el robo desmedido en la administración pública mediatizaron los medios de comunicación, a fin de darle luz al gobierno para que se pusiera en marcha un proceso de investigación que estuviera por encima de cualquier relación político-partidista, pero la complicidad, la parcialización y la injusticia, pudieron más que una justicia de respeto por los derechos tanto de los individuos como de la sociedad en su conjunto, lo que ha contribuido a que se pierda la esperanza.

La violencia política sigue su curso por los carriles de mayores propuestas económicas, porque al partido gobernante no les interesa la estabilidad del país, mucho menos posicionar en los puestos congresuales y municipales a personas con trayectoria profesional, moral y de familia, sino más bien, a individuos manejables que puedan protegerlos y ser protegidos de las barbaries inmorales que se desarrollan en el gobierno y los partidos.

Un ejemplo devastador son las alianzas políticas, una adicción que corrompe los extremos, llegando al punto de provocar hasta la muerte de sus propios dirigentes y simpatizantes, a los fines de proteger sus intereses sin tomar en consideración que dicho comportamiento toca los sentimientos más vulnerable de su propia familia.

La esperanza del pueblo dominicano descansa en que al entrar el 2016 podamos superar los problemas que nos depara el futuro político del país, que en el marco de la campaña se reduzca la violencia, cesen los apagones, se normalicen los  servicios y podamos contar con una justicia que ponga fin a la corrupción y al despilfarro desmedido en la administración pública, porque como dijo, Paul Auster “Si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia”. Éxitos en este nuevo año.

POR MARINO BAEZ
EL AUTOR es periodista. Reside en Estados Unidos.
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