Loor y gratitud a los hombres de enero de 1959.
La lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista se puede decir que fue el inicio de la Revolución Cubana, una epopeya trascendental, forjada por hombres de coraje, de principios firmes, decididos, que no conocieron el miedo, defensores de la dignidad y la justicia, con una visión clara y realista del porvenir.
Atributos profundamente arraigados en los combatientes revolucionarios de la Sierra Maestra, que desde sus inicios, fueron capaces de sobreponerse a las situaciones más difíciles del proceso del combate en aras de desmantelar la dictadura de oprobios al pueblo cubano y llevar la felicidad a la tierra de José Martí y Antonio Maceo
No fue fácil preparase para la lucha revolucionaria en Méjico, pues, la persecución del gobierno de ese país y el hostigamiento de los agentes del dictador Cubano Fulgencio Batista, del FBI norteamericano y los espías de Rafael Leónidas Trujillo, le crearon momento difíciles a los conjurados. No obstante, el proyecto revolucionario en contra de la dictadura no se detuvo.
Y la pequeña embarcación zarpa del puerto mejicano de Tuxpan la madrugada del 25 de noviembre de 1956 con la proa en dirección a Cuba. Ellos no imaginaban en ese momento el recibimiento que le darían el ejército del dictador cubano y, las repercusiones, tiempo después, en el orden social, político y militar internacional que tendría su empresa revolucionaria en América Latina y otros lugares del planeta.
Después de 7 aciagos y angustiosos días de una larga, tortuosa y extenuante navegación, en una pequeña embarcación atiborrada de 82 tripulantes, en condiciones climáticas desfavorables, el 2 de diciembre, desembarcan por las playas Las Coloradas del oriente de Cuba, en un área fangosa llenas de manglares
Y como si fuera la crónica de una muerte anunciada, las huestes batistianas esperaban a los revolucionarios encabezados por Fidel Castro para aniquilarlos implacablemente, en Playas Coloradas, lugar en el que el Che Guevara resulta herido. Días más tarde fue capturado y asesinado el segundo jefe de la expedición revolucionaria Juan Manuel Márquez. De tal manera que 15 días después de iniciada la guerrilla, el 50 % de los expedicionarios eran bajas y como consecuencia la desbandada era la lógica.
Transcurridos tres días de la emboscada, el comandante y jefe guerrillero, Fidel Castro, se reencuentra y se reúne con 15 sobrevivientes del holocausto y les dice:” Ahora si ganamos la guerra”.
Después de estos acontecimientos, los guerrilleros son presas del desconcierto en medio de las inclemencias que brinda un ambiente desconocido donde la escasez de alimentos, armas y hasta de agua se convertían en aliados de las tropas persecutora.
No obstante, los combatientes prosiguen la lucha y realizan contacto con los lugareños de la sierra lo que con el paso del tiempo crea confianza y empatía que resultara en una alianza clave para la supervivencia y el triunfo del la guerrilla
En el transcurrir de los meses el ánimo de los combatientes se reconforta y el número aumenta con el apoyo de guajiros de la zona y los refuerzos enviados por el frente urbano del Movimiento 26 de Julio.
Unos 6 meses más tarde, el frente guerrillero se convierte en Ejército Rebelde con su Estado Mayor, asumiendo las prerrogativas que demandan las circunstancias. Y en efecto, prepara una ofensiva, tomando el cuartel del Uvero (Poblado de la Sierra Maestra), hecho demostrativo de la capacidad de combate del ejército revolucionario y de la determinación de llevar la guerra a las últimas consecuencias.
La consecuencia es, que con el tiempo el movimiento revolucionario en sucesivas ofensivas adquiere el control de amplias áreas en la Sierra Maestra, denominada Territorios Libres, que es realmente donde la Revolución Cubana inicia la reforma agraria, comienza la alfabetización y el nuevo sistema de salud.
Las confrontaciones bélicas entre el ejército rebelde y el ejército de la dictadura continuaron por más de dos años. Finalmente 300 guerrilleros mal pertrechados vencieron un ejército de más de 10,000 hombres bien armados.
POR ISMAEL BATISTA