Papá nos enseñó la solidaridad‏





En septiembre del año 1966; el huracán Inés se llevó la casa de la familia en Las Auyamas de Polo, donde nací, formando parte de tantos damnificados. Todavía siendo mi cuerpo desnudo, en medio del frío, temblando a su ritmo y al de los helicópteros que llevaron la ayuda internacional, que nos entregaban Los Cocco, nuestros vecinos.


Llegamos a Barahona y papá tuvo la suerte de sacarse el premio, comprando terreno en lo que es el barrio Camboya, antes Savica Municipal, al influjo del padre Camilo. También compró un carro que conchaba del mercado al Batey Central.

Con ese dinero papá regaló y prestó a vecinos (que eran pocos en ese monte) y construyó dos casas, una para vivir y otra para las visitas. De los préstamos no recuperó un centavo, el carro lo vendió por parte, reviviendo la carreta de mental.

La casa  de visitas acogió dos familias buenas, llegados del Cibao, la de Guillermo y Dorila y la de Armando Custodio, que al parecer se le puso la cosa difícil en el norte y vinieron a probar suerte en el sur.

 Don Guillermo llegó solo y luego trajo a Dorila, en una mezcla de café cocolo, con leche cibaeña, que traía sus hijos: Andrés (que murió en la capital y lo velaron en la casa) Lucía, Luz, Epifanio y Pimpín, si el mismo de los refrescos, con todo su éxito, que hoy descansa en la paz del señor.

 Armando al llegar, sin nada, recibió una hamaca de papá para dormir, luego un catre  que compró a un guardia; trabajaba de todo, hasta que papá se lo presentó a Sofía, su madre, que vendía en el mercado, empezando un negocio de venta coco seo, así se estableció con Olga, su mujer, en Pueblo Nuevo.

 Papá compró un conuco en Polo, cazaba aves y animales cimarrones  y todo lo compartía en el barrio y en el pueblo, de ahí aprendí a dar amor, cariño, solidaridad, por eso mi ejemplo y mi maestro es papá.

Por Praede Olivero Féliz

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