OPINIÓN: El dengue retrata al país‏





El dengue, esa enfermedad infecciosa que está abriendo surcos de muerte principalmente en la niñez y la adolescencia, ha encontrado en República Dominicana las condiciones ideales para extenderse sin control y cada año convertirse en epidemia, lo que no está sucediendo en tal magnitud en ningún otro país de Centroamérica y el Caribe.

¿Cuáles son esas condiciones?

Si ya se sabe que el mosquito transmisor se reproduce en aguas limpias estancadas, en un país donde más del 90 por ciento de la población tiene que almacenar agua porque el servicio por cañerías no es permanente, la población de mosquitos se multiplica cada día por billones. Pero no hay una política de aprovechamiento de los embalses de agua ni la construcción y mantenimiento de acueductos son prioritarios.

El hacinamiento en los barrios, la escasísima educación sanitaria de la población, las calles, lecho de arroyos, ríos y cañadas llenos de basura, especialmente envases plásticos que van desde vasos hasta barriles, constituyen un vivero de reproducción del mosquito Aedes aegypti.

Si a eso se le suma la limitada labor de prevención que se realiza en el país, el resultado no puede ser otro que la progresión geométrica del número de infectados y el saldo espeluznante de muertes en la población infantil y adolescente.

La prevención no corresponde solo a las autoridades, sino que principalmente debían hacerla las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS), pero ya sabemos que a pesar de que los afiliados y las empresas empleadoras pagan para recibir este tipo de servicios, las aseguradoras no lo hacen y las autoridades del sector no las obligan a cumplir con esa responsabilidad. Al igual que la industria farmacéutica vista como negocio, prefieren recibir al enfermo para sanarlo y no tratar de que permanezca sano.

El más significativo esfuerzo de prevención fue el que dispuso el presidente Danilo Medina los días 30 y 31 de octubre de 2015. Planificado con muy poco tiempo y pese al esfuerzo desplegado por el personal empleado para esa importante tarea, la verdad es que se quedó muy limitado tanto en la capital como en el resto del país.

No estoy criticando el esfuerzo realizado, lo que afirmo es que planificado con premura y sin una efectiva coordinación con las juntas de vecinos y demás organizaciones locales, el éxito fue inferior al necesario en estos momentos.

Quisiera animar a las autoridades a que repitan el "operativo" y lo planifiquen con siquiera 15 días y la próxima vez se concentren en fumigar y limpiar en los siguientes lugares:


•En todos los planteles escolares, universitarios y estancias infantiles –y sus alrededores- donde se concentran diariamente millones de niños, adolescentes y jóvenes, que son los que en mayor número han muerto por complicaciones del dengue.
 
•En todos los hospitales y clínicas –y su entorno- que es adonde llegan los enfermos cada día.
•En y en la periferia de las cárceles, recintos militares, de policías, bomberos, oficinas públicas y palacios de justicia.

•En los parques industriales, plazas comerciales, mercados y terminales de autobuses.

Esta labor se puede coordinar para que de forma simultánea, las juntas de vecinos limpien los solares y áreas comunes de basura y maleza, lo que permitirá remover todo y dificultar la reproducción del mosquito.

Con un operativo de este tipo e intensificando la labor de divulgación de consejos por los medios de comunicación y otros espacios, se reduce la potencialidad de infección y las autoridades pueden concentrarse en mejorar la capacidad de respuesta a los que ya están infectados.

Esa mejoría tiene que implicar dotar a todas las clínicas y hospitales públicos de los equipos e insumos necesarios para hacer el diagnóstico y luego de medicamentos suficientes para recuperar a los que acuden en busca de tratamiento.

Por igual, es necesario que las salas destinadas a tratar a los enfermos del dengue se conviertan en talleres de aprendizaje para el personal médico, enfermeras y laboratoristas, ganando experiencia para esa y otras enfermedades con potencialidad de convertirse en epidemias.

Es muy probable que adoptando este conjunto de medidas, República Dominicana no siga pasando por la calamidad de tener la más alta tasa de mortalidad por dengue en Centroamérica y el Caribe a un nivel tal que sumadas todas las muertes de los demás países, no llegan a la mitad de las registradas aquí.

En resumen: aquí no se atacan las condiciones objetivas que multiplican el dengue, cuando estamos con el agua al cuello y en la boca del mundo entero, la respuesta es la improvisación en medio de la precariedad de los servicios y los servidores sanitarios.

Algún día llegaremos a superar las condiciones objetivas que reproducen el dengue, la incapacidad y la improvisación, que son las mismas que reproducen la pobreza, la desigualdad, la exclusión económica, política y social.

Pero esa tarea no le corresponde solo a los trabajadores sanitarios, sino a los trabajadores industriales, agropecuarios y campesinos en lucha decidida junto a los demás sectores sociales por hacer de este territorio un país y no una caricatura, y de la gente que vive en él, a ciudadanos y no una caterva de clientes de todo tipo.

Ese es el mal de fondo, no el virus del dengue. Por eso escribo del tema sin ser médico.

POR FELIPE NERY CIPRIAN, PERIODISTA
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