OPINIÓN: ¡Ay de los caídos!...
Es el título de un libro leído por nosotros, hacen muchos años, y en más de una ocasión. Su autor, Rafael Damiròn, sureño, específicamente barahonero y padre de la gloria dominicana, doña Casandra Damiròn, narra múltiples eventos sufridos por dominicanos durante la intervención militar hecha por los Estados Unidos de América a nuestro territorio en el año 1916, alegando altas deudas, de un caudal de empréstitos que malos dominicanos tomaron sin ton ni son, solo con el propósito de malversar y desviar los recursos a bolsillo particulares. Tan grave y malo el primer hecho, el de la intervención, como el criminal uso de los fondos públicos por parte de malos dominicanos.
Del libro de Damiròn, recuerdo dos episodios funestos que de mi mente no he podido borrar, el primero, “ una joven algo más de 15 años, turgente de hermosura e ingenuidad dejada forzosamente por sus padres sola en el hogar (esto fue en el este del país), asaltada por militares interventores, violada vilmente en el amplio sentido de la palabra, y encontrada por sus padres ò su padre delirando en estado casi agónico, gimiendo y diciendo incoherencias, además de ciega al ser extirpados de su lugar sus dos lindos ojos”, la segunda, “algunos niños jugando frente a sus hogares cuando al paso de dos tenientes del ejercito interventor decidir practicar el tiro al blanco, con los resultados que usted amigo(a) lector(a) imaginará”.
Traemos estos resultados a colación, por el nivel de endeudamiento público dominicano, que rompe con todo ordenamiento lógico, acentuado por los últimos gobiernos, encabezados por Leonel Fernández y Danilo Medina, con este último, como líder en su género, el cual en solo tres años ha sobrepasado los doce de su predecesor, préstamos con los cuales nuestra deuda como nación, supera ya, según leemos, los cuarenta mil millones de dólares, más de la mitad de la que tiene a Puerto Rico en estado de quiebra literal, más de 72 mil millones de dólares, ese país está ya que no encuentra a que echarle manos.
Si parte importante de ese dinero estuviera invertido en obras reproductivas, obras de tomas de aguas, por ejemplo tres o cuatro presas importantes, algunos contra- embalses, canales de riegos y demás, menos mal, pero al parecer nuestro dinero se diluye en bolsillos particulares, en obras no bien hechas y mal ubicadas, llevando a cualquier dominicano de mínimo pensamiento a ver con horror y preocupación los límites que pisamos.
La mala calidad de la democracia nuestra democracia nos hace vulnerables a los distintos episodios de la geopolítica mundial, salpicada peligrosamente por un estado de terror, de cuyos efectos nadie está exento, pero tampoco de las medidas que su combate exijan o ellos elijan, habidas cuentas de que los americanos aprovechan un objetivo para buscar otro, la falta de dignidad y virtud doméstica de ciudadanos irresponsables nos pueden traer consecuencias funestas.
El continuismo en el poder, generador de graves distorsiones en la sociedad, es el padre de los entuertos de esta mal llamada democracia, la cual debe ser, por el bien de todos, la norma a seguir, es lo único que nos garantiza resultados diferentes a los que se vislumbran como inminentes, la modificación de las conductas democráticas deben ser arriba y abajo, en el poder y gobierno, pero también en los partidos, no podemos permitir que nuestra democracia siga siendo La Mentada Democracia, abramos el ojo, o el mal nos llevará a todos.
POR JOSE ANTONIO MATOS PEÑA.