Mi padre ha muerto, pero vivirá por siempre‏





Sabía que en cualquier momento nos sorprendería, su operación del corazón fue un preaviso, que enfrentamos con espiritu cristiano, mucho amor y valentía, en el hospital de cardiología de Los Rios, con extrema solidaridad de familiares, el cuerpo médico, las enfermeras, empleados y amigos.

También he comprobado que el promedio de vida de Los Olivero son 80 años como regla y algunos se han aproximado a los 100, lógicamente, algunos han muerto antes.

Estamos llenos de dolor, pero tanquilos, su vida fue fructífera en esta tierra, un ejemplo de trabajo, seriedad y alegría que lo preparó para su encuentro con el creador.

Mi testimonio es su vida, mi vida, soy su hijo, intenté ser su padre, protegiéndolo, acompañándolo, llevándolo a vivir conmigo para tenerlo siempre cerca, pero la vida es así, se fue a su cita médica, vine de la capital y lo dejé con vida, se levantó para ir al médico y se derrumbó junto a la guagua de la UASD, que abordaba junto a gente que lo quería mucho.

Lo llevaron al hospital Engombe, el mismo que lo recibió cuando le dio el infarto que motivó la operación, allí murió, cerca de mi casa de Santo Domingo y de la casa de mi hermano Abraham.

Estará con nosotros físicamente por última vez en la casa que construyó  cuando llegó de Polo en el 1966 y le remodelé a mamá,  mañana iremos a la iglesia a las 9:00 de la mañana y a las 10:00 le daremos cristiana sepultura el cementerio nuevo.

Por Praede Olivero Féliz

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