Junot Díaz es Más y Mejor Dominicano que el Consul Selman‏


Cansado de abusar de la comunidad dominicana en New York, con los elevados costos de los servicios consulares, ahora el Cónsul Eduardo Selman busca realizar campaña electoral levantando un falso patriotismo en contra de Junot Díaz, premio Pulitzer de literatura.

A Junot Díaz, el emulo vinchista de Eduardo Selman lo cataloga de anti-dominicano por éste, Junot, condenar acciones de naturalezas xenofóbicas ocurridas en República Dominicana y reclamar, al mismo tiempo, el derecho a la nacionalidad de jóvenes dominicanos descendientes de padres haitianos, padres, parte de ellos, con más de 50 años residiendo en el país y desempeñando duras faenas laborales tales como el corte y siembra de la caña de azúcar.

(Un paréntesis: si esto hubiera estando ocurriendo a principios de los años 40’s del pasado siglo y el escritor llevará por nombre Juan Bosch y el Cónsul fuera el mismo que tenemos hoy en New York, de seguro que hubiera catalogado al profesor Bosch como anti-dominicano por su condena a los asesinatos cometidos por la dictadura de Trujillo en contra de humildes familias haitianas y por la respetable opinión de Bosch hacia el pueblo haitiano).

La defensa de Junot Díaz se basa en sus sólidas convicciones humanistas y en el propio texto constitucional que primaba en nuestro país previo a la promulgación y adopción de la actual Constitución, lo que ocurrió bajo el gobierno de Leonel Fernández el 26 de enero del 2010.

Como recordamos, el viejo texto constitucional reconocía la nacionalidad del individuo a partir del jus sanguinis o derecho sanguíneo y del jus solis, que es lo mismo el derecho del suelo.

Este Cónsul que hoy se abroga el derecho a  determinar quien es un buen o mal dominicano, es el mismo que el febrero del 2009 realzaba el talento, la creatividad y la trayectoria profesional de Junot Díaz y llegó a decir que “simbolizaba los más genuinos valores y principios de la dominicanidad”.

Es obvio que por sus opiniones de hoy y las opiniones de unos pocos años atrás acerca del laureado escritor de origen dominicano, estamos ante un personaje, el Señor Cónsul, para quien los juicios de valor a los que recurre están determinados por conveniencias pasajeras y no por reales convicciones.

Con el Cónsul, me gustaría debatir sobre la dominicanidad. Debatir no tan solo sobre su definición y sentido etimológico, sino, y sobre todo, quien, en sentido práctico, ayuda a fortalecer o debilitar la misma.

Me gustaría saber en dónde quedan ubicados los corruptos y ladrones del erario público dominicano que la sociedad ha ubicado dentro del gobierno que él representa en New York.

Me gustaría saber si los Leonel Fernández, Félix Bautista y otros más con los cuales el Cónsul se sienta en las reuniones del Comité Político del partido oficial son o no son anti-dominicanos, dado que por sus propias acciones públicas son responsables de la miseria en que viven millones de dominicanos, esos mismos “compañeros”, los del Comité Político, que a decir de Euclides Gutiérrez irían todos/as presos/as, por corruptos, en caso del PLD perder las elecciones.

Son ustedes, Señor Cónsul, quienes han puesto a rodar por la cloaca global y convertido en papel desechable los valores y principios que distinguen la dominicanidad, al convertirnos, los gobiernos de su partido, en el principal país a nivel mundial exportador de prostitutas, degradante condición esta que llevan miles de nuestras mujeres a cuesta por ustedes hacer de la nuestra una de las sociedades mas excluyentes e inequitativas, lo cual está muy asociado al hecho INCUESTIONABLE de su gobierno ocupar un lugar de principalía entre los gobiernos más corruptos del mundo.

Para mí la dominicanidad camina de las manos de seres humanos como Junot Díaz, para quien la fama alcanzada, que por cierto poco le importa, encuentra sentido y valor porque le ha permitido llevar su experiencia, capacidad y su propio desarrollo intelectual a nuestras niñas y niños, a la juventud de R.D., EE.UU. y otros países del mundo, como ejemplo de superación. Con su ejemplo, enseñarle de que a pesar de las adversidades que confrontan pueden ser seres humanos útiles, seres humanos normados por los valores del amor, la solidaridad y el servicio a los demás sin importar color, sexo, raza o nacionalidad.

Déjeme terminar, Señor Cónsul, esta primera opinión sobre este tema diciéndole que si los hechos, parafraseando la Biblia, constituyen la vía mas idónea para conocer a los demás, yo me atrevería a decir que Junot Díaz es más y mejor dominicano que usted y que muchísimos de los compañeros con los cuales usted cohabita e interactúa dentro de su partido y gobierno.

Luis Mayobanex Rodríguez


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