OPINIÓN: ¿Quién tiene un Bacá o Baká en San Juan?
El Bacá o Baká sobresale como personaje de poder en el imaginario del sujeto dominicano, habitando en los campos y barrios de marginación social, especialmente de la región sur, donde campea el oscurantismo por los bajos niveles educativos de su población.
El Bacá se representa a través de un animal doméstico: un toro, un gato o un perro negro con ojos demoníacos de fuego. Puede ser a través de un ave, pero es infrecuente.
Conforme las creencias sureñas, el Bacá se adquiere o “se compra” en Haití en un Alcajé, que es en un mágico e inverosímil mercado de hechicería parido en la imaginación popular.
La compra del Bacá persigue lograr prosperidad económica. La persona que lo procura hace un pacto consistente en recibir a través de él bienestar y riqueza financiera, a cambio de “entregarle” al diablo el hijo más pequeño o la esposa, quienes morirán antes de los cinco años de iniciado el acuerdo. De la persona querer prosperidad indefinida deberá seguir entregando al “demonio” otros seres queridos, especialmente hijos, quienes irán muriendo gradualmente.
De conformidad con la leyenda del Bacá, el pacto es irreversible, imposible de ser dejado sin efecto por el “comprador” del mismo. Si el dueño del Bacá incumple, la riqueza y el bienestar otorgados se diluirían y la muerte de elementos de la familia será horrenda.
Personas de varios campos de la zona norte de San Juan con quienes conversé, a propósito de una investigación Socio-antropológica que estoy trabajando sobre Mitología Sanjuanera, me revelaron que será ostensible la bonanza y el bienestar del dueño del Bacá y que su existencia se delatará en el momento en que comiencen a morir seres queridos del sindicado dueño. Con esos fallecimientos de elementos del entorno cercano, comienzan las murmuraciones de los vecinos y a expandirse en todos los alrededores la supuesta posesión del Bacá y a crecer el temor y respeto al dueño.
El prejuicio racial está evidenciado en dos elementos asociados al Bacá: la idea de que este es siempre un animal de piel, cuero o pelo de color negro y su adquisición en Haití, donde un brujo de ese vecino país. En la cultura dominicana, lo negro siempre se quiere asociar a lo malo, desagradable, feo o negativo, y subyace el estereotipo de relacionar el vudú y la brujería solo a Haití, cuando también hay un vudú dominicano, ampliamente estudiado y documentado por sociólogos y antropólogos.
De igual forma, sobre esta mitología subyace un elemento sexista: a las mujeres no se le permite “comprar” un Bacá, y ellas son de las apetecidas para el sacrificio humano por los demonios que controlan dicho ser.
Muchos pequeños y medianos agricultores, ganaderos y comerciantes de campos sanjuaneros ellos mismos pregonan poseer un Bacá como un mecanismo de defensa frente a la delincuencia. Como todos los comunitarios le temen a la furia endemoniada de esa entidad, nadie penetra a robar a la finca o predio agrícola del que supuestamente es dueño de un Bacá, ni le sustraen ganado, ni tampoco los ladrones penetran a robarle en su bodega o almacén.
En la zona rural y en los barrios sureños existe la leyenda de que si alguien llega a robarle al dueño del Bacá, antes de los tres días, lo robado aparece y quien lo sustrajo recibe un implacable castigo: una enfermedad repentina, heridas en un pleito, un accidente a caballo o motocicleta o la muerte. En fin, en el campo o el barrio todos le temen a quien supuestamente tiene un Bacá.
Sobre el Bacá, si usted tiene alguna historia o conoce a alguien “que tiene uno”, escríbame.
Ruben Moreta
Por Rubén Moreta
Periodista y Profesor UASD.