OPINIÓN: El rol político de Luis Abinader en la actual crisis de valores que existe en la República Dominicana‏


La República Dominicana atraviesa por una profunda crisis de valores y en ese orden se ha acentuado en los ultimos años la desconfianza de la población en la clase política, producto de las las recurrentes promesas incumplidas de gobierno tras gobierno. 

Nuestros ciudadanos han sido testigos presenciales de como  las instituciones políticas se han corrompido, convirtiéndose en organizaciones empresariales al servicio de los beneficios mercuriales de los jefes de grupos, donde algunos de sus principales dirigentes apartados de la ética y la moral se comportan como vulgares mafiosos.

Esta realidad ha ido mermando la credibilidad de los dominicanos en los procesos de cambios mediante el ejercicio democrático. Lacras sociales como el clientelismo y el paternalismo se han hecho presente en la actividad política cotidiana, encareciendo los procesos electorales  y disminuyendo la calidad de los políticos.

 El altruismo y la filantropía desaparecieron de la actividad política.  Citamos el ejemplo de las posiciones de regidores, que eran reservadas para ciudadanos ejemplares, historiadores y urbanistas.  Hoy son posiciones apetecibles, negociadas por el alto salario y beneficios que devengan, en detrimento de la calidad en los servicios que deben proveer los ayuntamientos o alcaldías.

A Luis Abinader, un político limpio, honesto, que no tiene "cola que le pisen", le corresponde iniciar el proceso de restablecimiento de la confianza y la fe que han perdido nuestros paisanos ante este espectro deprimente. Nacido después de la desaparición de la tiranía trujillista, formado en un hogar de aquilatada solvencia moral y educado en universidades de gran prestigio, está llamado a encabezar la era de la eficientizacion del estado.

 A él le corresponderá asumir como tarea básica e innegociable restablecer el apego a la capacidad de sacrificio del servidor público, el amor y respeto a su patria, la ética, la honradez y la integridad en el comportamiento de los hombres y mujeres que les acompañaran durante este proceso.  El está consciente de que si no lo hace así, no valdría la pena el esfuerzo de lograr que todo cambie para que todo siga igual. La sociedad dominicana está ansiosa de ese

cambio.

 El segmento poblacional pasivo que ronda por el 29%, que no participa ni milita en las organizaciones políticas, se abstuvo de expresarse en las ultimas elecciones generales y ahora se mantiene a la expectativa, observando el actual proceso y el comportamiento de sus actores.  Ellos que conforman del voto cualitativo, están ahí, esperando ansiosos la hora de ir a tomar decisión.  Ya tienen en Luis Abinader una opción y razón valedera para salir a producir el cambio.

 Luis Abinader es un hombre en quien creemos y confiamos, descontaminado de las perversidades políticas, transparente, íntegro y honrado, que representa el cambio anhelado y merecido por nuestro pueblo.

No desaprovechemos esta oportunidad. El peligro que se cierne sobre nuestra nación es verdadero, las pretensiones del actual mandatario de perpetuarse en el poder son obvias, eliminando primero la oposición interna y agudizando el descalabro del sistema democrático, al utilizar los recursos del estado en la compra de voluntades de las cúpulas de los partidos políticos.

Todo eso nos obliga a hacer seriamente la siguiente conclusión: Desaparecida toda posibilidad de alternabilidad del poder por las vías democráticas, ¿qué nos queda?. Impedir el continuismo peledeísta que está destruyendo la poca estructura democrática que nos queda y que podría fácilmente desembocar en una dictadura e integrarnos al cambio que representa Luis Abinader.

 Por Margarito Carlos De León,

Coordinador General en Ultramar del Consejo de Campaña del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y la candidatura presidencial de Luis Abinader.






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