Los años electorales son los más anhelados por algunos medios de comunicación.
Si un medio de comunicación, radiofónico o escrito se casa con un partido político, ya no hace comunicación sino propaganda. Si el pensamiento y la opción política de los directivos excluyen a quienes piensan distinto, estamos ante un simple aparato de persuasión para captar adeptos y votos. Pluralismo hacia fuera y hacia dentro.
¿Han dejado de contratar o han cancelado a algún colega por sus ideas políticas?
Tampoco hay que ser románticos. Yo no voy a meter en mi empresa, que tiene una línea progresista, a alguien muy conservador. O al revés.
¿Han dejado de contratar o han cancelado a algún colega por sus ideas políticas?
Tampoco hay que ser románticos. Yo no voy a meter en mi empresa, que tiene una línea progresista, a alguien muy conservador. O al revés.
Eso se entiende y hasta permite la cohesión del equipo de producción. Pero otra cosa es anteponer la militancia partidaria al profesionalismo. Es una línea sutil que se suele transgredir con bastante frecuencia.
En nuestro país algunos medios viven cuatro o cinco años con lo que recaudan de publicidad política en uno. El departamento de ventas no tiene mucho trabajo porque a su mesa llegan los candidatos a pagar sin regatear anuncios y más anuncios que salen de nuestros impuestos y bolsillos.
Lo ético es que todos los partidos tengan las mismas oportunidades. Que no rechacemos la propaganda de unos porque no coincida con las simpatías políticas de la institución.
Que no aceptemos chantajes de los partidos económicamente más fuertes para silenciar a los otros. Que diferenciemos tarifas para favorecer a partidos representativos de las mayorías nacionales que no cuentan con mucho presupuesto de campaña.
Todos los partidos tendrán oportunidad de expresar, debatir y propagandizar sus planes de gobierno, menos aquellos cuyos candidatos estén sindicados por crímenes y corrupción y engaño a la ciudadanía.
En los años electorales haremos hincapié en la responsabilidad ciudadana respecto a los voto.
Saber por quiénes votar y también por quiénes no hacerlo, aunque nos regalen bolsitas de fideos.
POR JOSÉ MIGUEL TEJEDA