Falsa Modernidad
El proceso histórico de la República Dominicana se caracteriza por el caudillismo, el sesgo ideológico, la inconsistencia en el discurso, el transfuguismo y el pragmatismo político.
El encuadre de la contemporaneidad es el mismo de la primera república, de la segunda, de la tercera, etc. Parecería que como sociedad, en ciento setenta y uno año de vida republicana “independiente” hemos permanecido estáticos, sin cambios significativos.
El encuadre de la contemporaneidad es el mismo de la primera república, de la segunda, de la tercera, etc. Parecería que como sociedad, en ciento setenta y uno año de vida republicana “independiente” hemos permanecido estáticos, sin cambios significativos.
Solo han cambiado las fachadas de los pueblos, que exhiben una engañosa y falsa modernidad. Pero las cuestiones fundamentales no han tenido la atención correspondiente por nuestros dirigentes.
Si estudiamos el siglo XIX encontraremos los mismos problemas que acogotan a los dominicanos del siglo XXI. Leer a los intelectuales del siglo antepasado nos recrea los mismos atascos que hoy nos domeñan.
Esto significa que irresponsablemente el liderazgo nacional ha ido aplazando la solución de nuestros problemas sustantivos, aprovechando los bajos niveles instruccionales de nuestras gentes. Entraña que la desatención a la educación, por ejemplo, ha obedecido a una habilidosa maniobra de los dominantes para que no se desarrolle un nivel importante de conciencia y criticidad de los ciudadanos y ciudadanas para romper el modelo.
Tenemos un Estado que carece de institucionalidad, porque nuestros líderes se han encargado de no producir soluciones de fondo a nuestros problemas, y de usar los resortes de poder en su favor y del grupo de adláteres que constituyen su anillo de poder.
Por Rubén Moreta,
El autor es Profesor UASD.