EL HOYO DE AZUA
El sistema de conucos en el país, fruto de una economía primaria y de muchas carencias, hicieron importante al conuquero, porque, por lo menos, éste tenía una fuente de abastecimiento cercana a su casa. Como ésa era una práctica en todos los pueblos, Compostela de Azua no podía ser la excepción. Sin embargo, si éstos producían beneficios a sus dueños, por otra parte, impedían el crecimiento urbano de las ciudades. En Compostela de Azua se hicieron populares los conucos de Ceni Herrera (donde hoy está el poblado el Hoyito del Prado), el de Marcial Aybar (donde están los barrios El Manguito y Acapulco), el de Lico Kelly, en Santa Bárbara, los de los Andújar, en Mata-Chivo, también los mangos de Cuca, así como en el Ramblazo, El Conuco de Manuel Benancio; además, el de Crescencio Gil (Pingüin), hoy ocupado por la parte sureste del barrio Los Framboyanes, y la Cerca de Goyo Rivas, donde hoy están La Bombita y sus barrios asentados.
En la época, el que alcanzó mayor notoriedad fue el de Vidal Méndez, porque enfrente de éste había un puesto fijo de cobro de rentas 1municipales a todas las cargas con productos agrícolas que entraban a la ciudad, por El Camino Real o Camino del Barro.
Esta labor la hacían los policías municipales Odulio Marchena y Jandito Andujar, y Peña, entre otros.
Los conucos de Pedro Reyes (Chana), José Ramírez, Obdulio Féliz y Mon Méndez, que bordeaban la periferia del barrio El Hoyo, impidieron por decenios el crecimiento de éste, objeto de mi reseña.
El Hoyo está situado geográficamente en la calle General Pedro Santana, entre La Colón y 19 de Marzo. Más el segmento de la Rocco Capano, entre la Colón y la Dr. Armando Aybar, como eje central, cuando se le adiciona el callejón Felipa De La Cruz, también, los
inicios de las calles Miguel Angel Garrido y la Dr. Armando Aybar, hasta la Rocco Capano, completan el barrio.
Los pobladores de El Hoyo fueron gentes sin techo, procedentes de barrios cercanos, como ¨Cambita¨, que ya no existe como tal (y que fue absorbido por el barrio La Placeta), con el propósito de construir su casita y sobrevivir en medio de la pobreza. Ejemplos fueron Emilia Lebrón, pareja de Capataz, Rogelia Lebrón y Virgilio (Vilomar), padres éstos de Erasmo-Permanente, trágicamente fallecido en La Tierra de Nadie.
Otros inmigrantes llegaron con mejor preparación, de las comunidades de Las Lomas y Las Yayitas. Los más destacados de Las Lomas, que constituían mayoría, eran los hermanos Tatá y Tití Muñoz, Felipa de la Cruz (La partera del pueblo), Los Méndez de Petrona, que abandonaron sus rudimentarios ingenios de caña, para aventurar en el pueblo, Los Román y también Los Ramírez.
El Ghetto mejoró en parte con ellos, porque formaron una vecindad excelente, con residentes ya establecidos, como Ramoncito Díaz y Altagracia Muñoz, Leoncio Pineda, Neta Soriano y Raúl Sánchez, Selvia Florián y José Petrona, y con la familia emblemática del barrio, José Rossó y su madre Concha Rossó.
El barrio se quedó estancado por mucho tiempo, los ingresos provenían de jornaleros de obras públicas y hasta de carretilleros y cargadores de sacos del mercado y los almacenes del pueblo. A pesar de sus dificultades sociales y económicas formaron un equipo de beisbol respetable integrado por Antonio Méndez (El negrito), Mañú Méndez, Kalingo Ramírez, Armando Beltré (cátcher), José Garabito, Firo Méndez, Nelson Naut, Luis Cruz (Gruñi) y su hermano Martin Cruz. De estos jugadores el experto en beisbol y gloria deportiva de Azua, Hiran Reyes Sabater, dice: “Que sí Antonio Méndez hubiese jugado en estos tiempos seria una estrella dominicana”.
Antonio Méndez (El Negrito), jugaba dos posiciones extrañas en el juego: Pítcher y shortstop. Como pitcher, tenía una velocidad por las 90 millas. Lanzaba el juego de la mañana de 9 innings entero, igual lo hacía con el juego de la tarde. Se especula que su resistencia y velocidad provenían de ser carretillero, en el arreglo de las vías que realizaba el Distrito de Obras Publicas, de Compostela de Azua. Como Short, tenía una defensa envidiable. Corría con una velocidad por arriba del promedio, y como bateador, se parecía al grandes ligas de hoy, José Reyes. Su muerte trágica se ha convertido en un enigma desde hace mucho tiempo en nuestra sociedad.
Lo singular de El Hoyo y de su cultura popular son sus apodos pornográficos. Mis excusas y lean lo que sigue: Tito sin culo, Güebón, Toto, Güebé, Cuca, Luis Peíto, Esperanza Singuí, Chichá, Quejodía, Cachán la teta y Héctor culo alto; éste último, antes de morir, por sus méritos políticos, presidió el Concejo de Regidores de la Alcaldía del Municipio de Azua.
Algo peculiar de El Hoyo, es la zona libre instalada, de juegos de azar, especialmente del “Dao”. Dos personalidades de nuestra sociedad, un síndico y un juez, y después diputado muy querido por el pueblo, se convirtieron en los protectores de esos casinos de mala muerte. Al ser éstos jugadores consuetudinarios, la policía y la guardia no se acercaban al juego prohibido, por no pasar la vergüenza de posiblemente caer presos, por perseguir un delito.
La gente de El Hoyo ha vivido con la filosofía que su felicidad la genera el hecho de residir en un hoyo, y por eso toma triculí del clandestino, que se fabrica en el barrio, a cualquier hora del día, a pesar de desaparecer el bar Tapa Máquina, de Fernando Montero, la diversión permanece.
El peaje, para extraños transitar en el barrio, fue eliminado por dos jefes de la “banda colorá”.
El Hoyo, sin planificarlo, creció explosivamente, aunque siempre se ha mantenido la parte histórica, con cierta mejoría. Con el tiempo, los conucos, que fueron la retranca que impedían su crecimiento, fueron adquiridos después por Pedro Reyes (Tigüa); y calculadamente fueron invadidos por extraños, que edificaron una verdadera urbanización.
Después de un litigio judicial, los propietarios, con la fuerza pública, ejecutaron un desalojo traumático social y sicológico, porque todas las viviendas, indiscriminadamente, fueron demolidas, y todos quedaron con el ¨Cielo Como Techo¨. El Estado Dominicano, en el gobierno del Dr. Leonel Fernández Reyna, le buscó una salida salomónica al problema, y declaró por decreto estos terrenos de utilidad pública. Los desalojados regresaron y construyeron de nuevo, al grado de convertirse en la extensión de El Hoyo.
La identidad de los habitantes de El Hoyo es innegociable, por eso muchos de ellos, que han logrado crecer económicamente, se han quedado en el barrio, para ver muchos triunfos de sus vecinos, como los siguientes casos:
Demóstenes Sención, quien antes de morir alcanzó la categoría de diácono, por su trabajo en la comunidad y la dirección de la iglesia católica San Martin de Porres.
• Las hermanas Margarita y Celenia Patricio, obtener títulos universitarios, sin la facilidad de tener una escuela en el lugar.
• Celebrar la graduación del médico Ramoncito Díaz.
• Valorar el desarrollo social y profesional de los hermanos Julio Enrique y Felipe, éste último fue un destacado locutor dominicano, ambos del barrio, y formados en la Casa Cural.
• En el teatro, Miguel Román, Rey Medina y María Cordero, actualmente también jueza del sistema judicial del país.
• Aplaudir la labor artística del coreógrafo, Rafael Pérez (El gringo).
• En justicia destacar al gurú político del barrio, Pílades, el de Luisa Garabito.
• Cerrar entonces, aunque faltan muchos con méritos por nombrar, con Armando Beltré, gloria nacional en el género musical, hijo de una mujer innovidale, Doña Ozema Méndez y Don Armando Beltré García.
Lo folclórico de El Hoyo son los apodos de sus residentes, quienes se resisten a quitárselos y sólo responden por ellos. Es costumbre, para colmo, al momento de casarse aspirar hacerlo con sus apodos, y el Oficial Civil de turno rechazarlo; entonces, como protesta, a los hijos que les nacen, los nombran de pupú para arriba.
Finalmente, EL Hoyo de Azua es un truco de vida, donde la mayoría prefiere la libertad, no codificada, que el bienestar que creemos conocer.
Dedicado a: William Mejía, quien me motivó, después de haber leído su mejor novela “Mi techo es cielo”, Sócrates Mañón y Juan Julio Buenrostro, contertulios del lugar en su adolescencia, la pareja Luis de La Cruz Noboa y Maitte Sánchez; las profesoras Ana Victoria Mesa, Josefina Agramonte y Francisca Sánchez, Aleyda Féliz, Hilda Segura Foster, Víctor Féliz Peguero y la poeta-negroide, Trini Sánchez. /Tamdo de tirapiedras.com/.
Por Luis Chito Naut
Monte Rio, Compostela de Azua