El día que el dictador Trujillo intentó matar a Betancourt
El 24 de junio se cumplieron 55 años del atentado dinamitero contra el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, hecho delictivo patrocinado el dictador Rafael L. Trujillo, y que motivó las sanciones diplomáticas y económicas impuestas por la Organizaciones de Estados Americanos (OEA) contra la República Dominicana.
A eso de las 9:00 de la mañana del viernes 24 de junio de 1960, el vehículo de Betancourt, seguido de dignatarios y oficiales de seguridad, tomó la avenida de Los Próceres, en Caracas, para dirigirse a presenciar un desfile militar en ocasión del Día del Ejército y la conmemoración de la Batalla de Carabobo.
Cuando el automóvil presidencial pasó junto a un carro Oldsmobile, color verde, una devastadora explosión hizo saltar por los aires el auto del ejecutivo venezolano y lo destruyó parcialmente. El mandatario resultó con quemaduras en ambos brazos, las manos y parte de la cara. En el atentado murieron el coronel Ramón Armas Pérez, jefe de la Casa Militar de la presidencia, y el asistente naval López Parra.
El ministro de Interior y Policía y jefe del Consejo de Ministros y las máximas autoridades del partido de Gobierno se presentaron al Palacio de Miraflores, donde se efectuó un encuentro y se estableció que el atentado contra el presidente provenía de la mente febril del dictador dominicano. Al día siguiente, Betancourt habló a su pueblo, y sin evasiones acusó directamente a Trujillo de ser el responsable de los hechos.
El Gobierno de Venezuela solicitó una reunión urgente de la OEA, y como respuesta se designó una comisión especial compuesta por representantes de seis naciones, que encontró pruebas irrefutables que incriminaban a Trujillo en el intento de magnicidio.
Asimismo, la OEA decidió a unanimidad celebrar una conferencia de ministros en San José, Costa, Rica, que acordó la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con la RD.
Para los dominicanos resultaba indudable que en la organización y ejecución del macabro plan contra el presidente no estuviera el tenebroso jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), Johnny Abbes García, quien recibió del generalísimo todos los medios económicos y logísticos para materializar la acción. Johnny se agenció la cooperación de un capitán del Ejército, de apellido Garrido, y del venezolano Juan Sajona, quienes, entre otros, perfeccionaron el dispositivo que hizo estallar la carga explosiva.
Las diferencias entre Betancourt y Trujillo surgieron en 1947, cuando se organizaba la invasión de Cayo Confites, lo que hizo pensar al Jefe que el político venezolano era un activo alentador del movimiento. Luego del derrocamiento del Gobierno dictador Marcos Pérez Jiménez y el ascenso al poder de Wolgfang Larrázabal, se celebraron en Venezuela nuevos comicios, y Betancourt ganó abrumadoramente la presidencia. De ahí en adelante las relaciones entre las dos naciones llegaron a su más bajo nivel.
Los problemas continuaron agudizándose cuando jóvenes antitrujillistas se asilaron en la embajada de Venezuela en el país. Trujillo entendió que esta acción había sido estimulada por grupos venezolanos para crearle problemas y, por tanto, rechazó la petición de salvoconducto para que los asilados salieran del país. La situación se agravó cuando el agregado militar de la embajada hizo contacto con oficiales jóvenes, pilotos de la Fuerza Aérea (antigua Aviación Militar Dominicana), quienes desde el primer momento pusieron en conocimiento de sus superiores la intentona. Recibieron órdenes de “seguirle la corriente” para determinar cuál era el verdadero propósito de la embajada de Venezuela.
El agregado militar resultó engañado por los pilotos. Se explayó en sus intenciones y proporcionó grandes sumas de dinero y planes para una rebelión militar contra Trujillo. Con esa prueba en las manos, Trujillo y el jefe del SIM ordenaron el hostigamiento de la legación extranjera y demandaron la expulsión del agregado militar. Cuando el joven oficial venezolano se encontraba en el aeropuerto, para regresar a su país, varios agentes simularon una riña cerca de él y le arrebataron su maletín, en el que se suponían había documentación comprometedora. Horas más tarde se encontró el maletín abandonado, el que fue devuelto en la embajada.
Cuando la expedición del 14 de junio de 1959 se comprobó que armas y pertrechos de guerra habían sido provistos por el Gobierno de Betancourt, que se unía así a los propósitos del primer m ministro cubano Fidel Castro. La emisora oficial “La Voz Dominicana”, con la orientación de Abbes García, emprendió una campaña contra el gobernante de Venezuela tildándolo de homosexual y aplicándole el mote de “La Rata de Miraflores”.
Paralelamente con el plan disociador, Abbes García no cesaba en buscar alternativas que dieran al traste con la vida de Betancourt, pero al mismo tiempo Venezuela se mantenía atenta a los acontecimientos dominicanos en contra de su gobernante. Y aprovechando la oportunidad ofrecida por el encarcelamiento de cientos de dominicanos involucrados en la expedición del 14 de junio, la cancillería solicitó y obtuvo una reunión del Consejo de la OEA para considerar las violaciones a los derechos humanos.
Este hecho produjo gran irritación a Trujillo, mientras que Betancourt continuaba hostigando y molestando al generalísimo, tanto en el plano doméstico como en el plano internacional. Entonces El Jefe comprendió que el político venezolano se había convertido en un enemigo peligroso, con quien debía tomar una drástica solución. Entendía el generalísimo que la única manera de quitarse esa amenaza de encima era ordenando su asesinato.
En Santo Domingo las informaciones sobre “la muerte” del Presidente fueron transmitidas con tono de júbilo y alegría.
Las gobernaciones provinciales y los ayuntamientos recibieron “instrucciones precisas” de organizar y celebrar fiestas populares en sus respectivos lugares, resaltando la proyección izquierdizante del “asesinado” Presidente. /Notisurbani/.
Por CHICHI DE JESUS REYES,
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