OPINIÓN: UN DERECHO SOBERANO‏


 Como país soberano República Dominicana tiene pleno derecho a revisar y regularizar sus leyes de acuerdo a las necesidades del país y sus ciudadanos, ya que los tiempos cambian y con ellos cambian las prioridades de la sociedad. El código migratorio de República Dominicana necesitaba ser revisado, ya que en casi cien años ningún gobierno lo había hecho, por lo que luego de examinar dichos estatutos, las autoridades gubernamentales decidieron regularizar el flujo migratorio de sus ciudadanos y extranjeros de acuerdo a las normas rigentes, como lo han hecho otros países, los cuales deben revisar su campaña de descredito desde un punto de vista que sea lógico y prudente; de manera respetuosa y mirándose en el espejo antes de llegar a conclusiones falsas.

República Dominicana es un país donde, además de dominicanos y haitianos, viven otros grupos étnicos y raciales, cuyos ciudadanos son el producto de la mescla de ese etnicismo y razas, desde la llegada de Colón, por ende no puede ser una sociedad racista, de lo contrario estaría discriminando ante su propia gente. Recordemos que los dominicanos blancos tienen el negro detrás de la oreja y los negros tienen su punto blanco aunque sea en el brillo de los dientes.

Se ha hablado mucho de “racismo” pero ¿a qué nos referimos en realidad? Es obvio que quienes utilizan esa palabra están sacándole ventaja política o diplomática al término, puesto que no son explícitos al referirse al tema, pues “Racismo” es basado en diferencias biológicas, las cuales pueden conllevar a discriminar; mientras que “Discriminación” es prejuicio, actitud o acción de trato negativo hacia otra persona o grupo. En este caso es una acción de carácter étnico que muchos han querido tildar de racial, y tal vez lo sea, pero en mi opinión es de origen étnico o geográfico, y está basada en las decisiones políticas que otros gobiernos han ignorado por no enfrentar el desenlace de interés social o racial, que ha suscitado; también por temor a contender con grupos poderosos, cuyo interés es la unificación de la isla, pero que en realidad están discriminando sublimemente contra ambas naciones.

Debemos tener en cuenta que la situación que se vive en República Dominicana no es nueva y que se agudizó con el descontrol fronterizo que contó con la colaboración de las autoridades de ambas naciones, el cual se convirtió en un problema social agudo después del terremoto del 2010, tras el éxodo hacia dominicana de miles de haitianos indocumentados, entre ellos heridos, enfermos y mujeres embarazadas, quienes fueron acogidos y atendidos gratuitamente, la mayoría de ese grupo no regresó a Haití. Lo correcto era que luego del cuidado médico regresaran al país de origen.

Respecto a los miles o millones de descendientes haitianos nacidos en territorio dominicano antes o después del terremoto es otro asunto. Creo que las autoridades dominicanas deben tratar ese aspecto con mejor planeamiento y delicadeza, pero siempre firme; también deben involucrar al gobierno haitiano, que junto a la Unión Europea (UE), la Comunidad Caribeña (CARICOM), la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha demostrado gran irresponsabilidad.

El descontrol migratorio existente pone en peligro nuestra soberanía y con eso no se juega. El gobierno dominicano está en pleno derecho de regularizarlo sin amenazas y sin la intervención de potencias externas.

 POR LUIS TERRERO MELO



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