OPINIÓN: Tiro por la culata‏





El presidente Danilo Medina dejó con carabina en hombro a un ejército de carabineros mediáticos que planeaban masacrar su figura política el miércoles cuando pronunció un discurso a la nación, sobre el cual los verdugos creían que abordaría temas que le servirían como carne de cañón.

Ya antes esos políticos y comunicadores fracasaron en un intento de encerrona cuando pretendieron imponer un discurso basado en el  supuesto soborno a legisladores para que aprobaran la reforma constitucional.

Esa intentona  de desdibujar la imagen del mandatario fue desactivada por la abrumadora mayoría de asambleístas que sufragaron a favor de la reinstalación de la reelección presidencial, lo que demuestra que ese resultado fue la consecuencia directa de acuerdos políticos al interior del PLD y con  el PRD y PRSC.

Es claro que la reforma constitucional  tuvo su base en acuerdos políticos de largo alcance y no en el soborno, sin descartar la posibilidad de que se produjera  alguna oferta o demanda, pero no es común ver  al PLD, PRD y PRSC  coincidir de manera  absoluta en una votación de esa naturaleza.

Esos delirantes carabineros creían que el Presidente abordaría en su discurso   la conclusión del Plan Nacional de Regularización Migratoria  y que, por consiguiente hablaría  sobre deportaciones masivas, o sobre posposición de las repatriaciones. En cualquiera de los casos se activaría el fuego cruzado.

También se esperaba que  el jefe de Estado detallara lo relacionado con el  acuerdo  electoral anunciado en la víspera por el presidente del PRD, con lo cual los cañones se centrarían en desmeritar esa alianza de naturaleza histórica.

La verdad es que el contenido del  discurso presidencial del miércoles  era previsible, con  excepción de  quienes  organizaron la fracasada  celada mediática y política, porque Danilo prometió referirse al tema  de la Reforma Constitucional, tan pronto concluyera su  ciclo, y así lo hizo.

En ningún modo podía referirse al tema del programa de regulación migratoria, porque ya había tratado ese asunto en su discurso del 27 de febrero y porque  no hay elementos que ameriten  una nueva intervención presidencial.

Tampoco podía  abordar lo relacionado con la alianza  PLD-PRD, porque  ese expediente debe sancionarlo previamente el Comité Político peledeista, además de propias instancias perredeistas. Ni los más  coléricos adversarios de Danilo se atreven a tildarlo de torpe.

El presidente Medina evadió el cerco mediático-político y  pudo centrar su discurso a la nación en explicar detalladamente  todo lo relacionado con el proceso de reforma  constitucional, así como exponer los motivos que lo animan a  colocar su destino político en manos de sus conciudadanos.

POR ORION MEJÍA


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