El valor de la amistad
La felicidad llega cuando encuentras a tu verdadero/a amigo/a, esa amistad que tú no quieres que acabe, que nunca se dañe y que perdure para toda una vida, esa amistad que entrega todo, sin esperar nada a cambio, y que sea como el roble, dura, fuerte, imposible de derribar.
Aquí no hay engaños, ni malicia y menos mala fe, aquí solo se quiere el bien, lo mejor de lo mejor. Una bendición es aquel amigo/a que llega de la nada y se convierte en tu gran hermano/a y que atreves del tiempo se mantienen unidos, atravesando momentos incómodos, delicados, momentos dolorosos. Cada uno/a sabrá cómo salir adelante y mantener lo que es una verdadera e impecable amistad.
Aquí no hay engaños, ni malicia y menos mala fe, aquí solo se quiere el bien, lo mejor de lo mejor. Una bendición es aquel amigo/a que llega de la nada y se convierte en tu gran hermano/a y que atreves del tiempo se mantienen unidos, atravesando momentos incómodos, delicados, momentos dolorosos. Cada uno/a sabrá cómo salir adelante y mantener lo que es una verdadera e impecable amistad.
Habrá tiempos fuertes, pero eso no importa, los buenos amigos sabrán como salir de ellos. La amistad es una flor de riego diario, esa flor se cuida día tras día, desde que sale el sol hasta que se acuesta y llega la noche para esperar otro día, donde a la flor vuelven a ser tocada por los rayos de sol y muchas veces es tocada por la lluvia, vientos fuertes, donde sus pétalos muchas veces caen, sino se le da la atención adecuada y que ésta merece.
Los buenos amigos saben como mantenerse de pie, escuchan las opiniones de los demás pero las confrontan entre ellos hasta llegar a un acuerdo, siempre se mantienen firmes. Que no abunde la maldad y que los corazones no se llenen de ira, sino que abunde la fortaleza y la honestidad, la sabiduría y la hermandad. Que la confianza no se marchite y que cada uno/a sepa como valorar a ese gran amigo/a que se a convertido en hermano/a.
Gracias a esos amigos que soportan lágrimas, esos momentos en que uno esta destrozado con el ánimo en el suelo, es a esos que verdaderamente se debe tener en los mejores momentos, en los momentos de felicidad donde lo único que se escucha es una carcajada y no hace falta ni la mínima cosa.
Que Dios bendiga a esos que se quieren y se aman sin ser familia ni llevar la misma sangre por las venas, pero que si tienen ese lazo que los une llamado ¡AMISTAD!
Por Ana Giselle Moreta de León