El PLD: entre gallaretas, reelección e incoherencias‏


No hay razón para dudas, de que los asuntos que tienen que ver con la permanencia, desarrollo, seguridad y soberanía de una nación, están primero y por encima de las conveniencias e intereses particulares, aún, de aquellos, a quien ella guarece y dignifica. En estos momentos cruciales de la vida institucional del país, resulta realmente vergonzoso que la unidad de cualquiera de los partidos llamados a preservar su estabilidad, esté por encima del interés colectivo y la unidad de la nación y sus instituciones.

Para explicar la crisis por la que atraviesa el Partido de la Liberación Dominicana, parecería más pertinente recurrir a toda su historia y legado literario; así como, al conjunto de teorías que sobre la organización, método y disciplina estableció Juan Bosch, como fundamento y tesis central para desarrollar y organizar un partido que en vez de servirse del Estado, sirva al pueblo y se comprometa con sus mejores causas.

No lo voy hacer tomando como referencia toda la producción teórica-intelectual antes citadas; sino, que lo voy a hacer citando el libro: El Estado, sus orígenes y desarrollo, de Juan Bosch, en su página 303 que versa sobre una breve historia del Estado Nazi, que cito a continuación: “pero para lograr lo que explica Peukert (indica Bosch en el indicado libro), Hitler colocó el partido por encima de la Constitución… la llamada revolución nacional; continua argumentado Bosch, reemplazó al sistema pluralístico que se basaba en el consentimiento de fuerzas sociales y políticas divergentes (e hizo el reemplazo) con un nuevo sistema de hegemonía que se basaba en la exclusión”, sigo citando a Bosch, “allí donde había habido luchas de competitividad pluralistas entre intereses de grupos claramente marcados, pasó a haber permanentemente guerra a muerte entre grupos de poderes rivales (dentro del partido Nazi).”

Parecería un juicio político desproporcionado en mi análisis, comparar las acciones que desde el gobierno actual se despliegan de forma furibunda y fanática, con la concepción hitleriana. Acciones estas, en la que se trata de imponer la reelección y la permanencia de Danilo en el poder al costo que sea: moral, político y social.

Ahora, el cuadro político que estigmatiza la reelección marcado por las amenazas, insultos, campañas sucias e innobles, rumores sobres sospechas de chantajes y soborno, apandillamiento y designaciones en el gobierno extrañas y coincidentes con la crisis que ha generado el plan de reforma y reelección, no tiene nada que envidiar a la mentalidad nazi que razona Juan Bosch en su Libro sobre el Origen y Evolución del Estado.

El artículo 6 de los actuales y vigentes Estatutos del PLD establece el boschismo como la teoría oficial. Razonando la doctrina y teoría boschista a la luz de lo que mal acontece en el Partido de la Liberación Dominicana, podemos concluir sin mucho esfuerzo normativo que las decisiones del Comité Político del PLD del pasado 19 de abril, son ilegales e ilegítima, en razón de que desconocen el artículo 43 de sus propio estatuto, en el que reserva la decisión asumida en Juan Dolio, única y limitativamente al Congreso del Partido por comprometer dicha decisión, los objetivos tácticos y estratégicos .

El cuco favorito que como chantaje se emplea contra los anti-modificación constitucional, es la llama disciplina ciega e impensante. La Disciplina partidaria que promueve el boschismo es de carácter consciente y en ella prima el debate y el consenso a partir de la unificación de criterios. Y aún, más, esta disciplina en el PLD, la boschista, reserva y habilita a sus miembros y organismos el derecho a la impugnación cuando las decisiones atentan contra la Constitución de la República, leyes adjetivas y normas de principios internos de la organización. Veamos, como lo indican los estatutos: Articulo 5 literal d. “Todos los miembros deben observar la disciplina partidaria, la minoría se subordina a la mayoría. El Partido reconoce y garantiza los derechos de todos sus miembros y de los organismos intermedios y de base a expresar sus posiciones a lo interno de la organización. Las decisiones democráticamente adoptadas por los organismos superiores son de obligatorio cumplimiento conforme al orden jerárquico. Se habilita el derecho a impugnar de acuerdo a la Constitución, las leyes adjetivas, los Estatutos, los reglamentos y las disposiciones disciplinarias.”

Si hacemos una conexión lógica con el anterior razonamiento y la tesis del egoísmo ético que es la base del relativismo moral, doctrina que enarbolan los reeleccionista de hacer lo que nunca se ha hecho, cuyo principal exponente fue Thomas Hobbes (1588-1679) y en nuestra era Moritz Schilick, que postula de forma sintética lo siguiente: “Pero este relativismo no se limita a justificar un juicio moral por su relación con la comunidad en que se formula, sino que considera que un juicio distinto, o incluso opuesto, será igualmente correcto, ya que responde también a necesidades e intereses (Ética: Adolfo Sánchez Vázquez,pag.212) .”

Podemos concluir de forma reflexiva, que la posición de los senadores y diputados opuestos a la reforma y modificación constitucional, es correcta, desde la perspectiva de la ética del legislador que la propia constitución predica e impone. Predicamento este, que es razón y fuerza imperativa y primaria de su comportamiento como tal.

Con relación a la disciplina partidaria, segunda razón, de este dilema reeleccionista. Los legisladores al oponerse a la acción del danilismo en el Congreso de la República, lo hacen de forma razonada, de forma legal y legitima, todo ello, sin reparo, al amparo de lo que le reservan sus normas partidaria, como derecho de impugnar.

Ningún legislador se opone a la repostulación de Danilo Medina. La resistencia ética y coherente, es, a la insensatez irresponsable de legislar de forma caprichosa y conveniente para satisfacer intereses personales, al modificar una Constitución lograda con el más amplio consenso, hace apena cinco años.

POR JUAN TOMÁS OLIVERO
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