OPINION: ¡Suelten a Barrabas!
Por sugerencia de una amiga me permito reproducir fragmentos de un artículo publicado algunos años en este mismo medio. No voy a caer en la trampa amnésica a la impunidad de la corrupción, como se ha pretendido, aprovechando el descanso de la Semana Santa.
La vaciedad del discurso político puede dejarnos a veces sin capacidad de reacción ni sorpresas por las falacias que lo caracterizan. Escuchar con frecuencia a dirigentes políticos decir: “…combatir la delincuencia con mano dura y firme…para que la población se sienta con libertad de caminar por las calles”, llegó al punto de alterar mi pasividad de escucha.
La vaciedad del discurso político puede dejarnos a veces sin capacidad de reacción ni sorpresas por las falacias que lo caracterizan. Escuchar con frecuencia a dirigentes políticos decir: “…combatir la delincuencia con mano dura y firme…para que la población se sienta con libertad de caminar por las calles”, llegó al punto de alterar mi pasividad de escucha.
No es una nueva fórmula social afirmar que la delincuencia se supera, entre otros aspecto, con oportunidades de desarrollo, con la inversión social en servicios de calidad de salud, educación, alimentación o con la oferta de trabajo digno.
Por motivo de la delincuencia hay que aprobar “con carácter de urgencia” leyes que reposan en el congreso o aumentar las penas a las personas menores de edad en conflicto con la ley.
Aunque, en el análisis de la delincuencia, no se puede dejar de hacer preguntas como: ¿Quién es el delincuente? ¿Quién se enmascara para delinquir? ¿Qué papel juegan las fuerzas de seguridad y el orden?
Una vez más desean tratarnos como tontos/as útiles incapaces de razonar el vínculo entre las posibilidades robadas y las consecuencias amenazantes al disfrute de bienes, entre éste el fácil tomado a la población a través del Estado.
Tan sólo para refrescar la mente, me permito recordar algunos de los escándalos y denuncias de corrupción, tomados del Informe de Participación Ciudadana: “Veinte años de impunidad: investigación de casos de corrupción en la justicia dominicana 1983-2003”, entre los que sobresalen: Los desfalcos a la Lotería Nacional en los diferentes períodos presidenciales, al Banco Agrícola, la generosa venta de los terrenos de Bahía de las Águilas, al igual que la concesión de los taxis “´pollitos”, la venta del Hotel Hispaniola de propiedad estatal, apropiación de terrenos del CEA, repartición de solares de Bienes Nacionales, el desfalco a la desaparecida Dominicana de Aviación, y otros más.
La inequitativa distribución de los fondos estatales constituye actos de injusticia que trae como consecuencia desesperanza social en las poblaciones de escasos ingresos por la falta de acceso a oportunidades de desarrollo.
La decisión de la Suprema Corte de Justicia, más que ordenar un auto de No a Lugar, ha sido una condena al pueblo y a la institucionalidad estatal en su intención de sancionar a quienes han robado las oportunidades de desarrollo a la población de escasos recursos, sobre todo de la más joven.
Otras veces nos han golpeado, otras veces nos levantamos porque la dignidad no olvida, y valora el compromiso y la capacidad de reinventarse en la persistencia. /Fuente: holapolitica.com/.
Por Zobeyda Cepeda