¿Por qué fracasa la lucha contra el Estado Islámico?
Cuando George W. Bush y su halcón del Pentágono –y secretario de Estado de Defensa- Dick Cheney anunciaron su “guerra total contra el terror” en septiembre de 2011 bajo los ecos del 11S añadieron que el objetivo final era “aniquilar” las redes terroristas del yihadismo internacional. Entonces Al Qaeda contaba con un par de campos de entrenamiento en Afganistán y cientos de seguidores desperdigados por todo el mundo árabe. Hoy, ha nacido una nueva y temible organización yihadista, El Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS en sus siglas en inglés), sus seguidores se cuentan por miles y Occidente vive bajo la amenaza constante de los lobos solitarios de 'EI' y de la nueva Al Qaeda tras la ejecución de Osama Bin Laden.
Después de años de bombardeos con drones los tentáculos del yihadismo se extienden desde Irak y Siria a Libia, Yemen y Pakistán. Y siete meses y más de 16.000 ataques áreos después la campaña internacional liderada por Estados Unidos para doblegar al Estado Islámico se ha saldado con la recuperación del 1% del territorio que ISIS gobierna con mano de hierro en Irak. La estrategia actual parece haber fracasado. Para comprender los motivos conviene situarnos en perspectiva.
La invasión de Irak
El arsenal de armas de destrucción masiva que tan apasionadamente denunció el secretario de Estado Colin Powell en la sede de Naciones Unidas fue el pretexto utilizado para justificar la invasión terrestre de Irak en 2003. Desde la caída del régimen de Sadam Husein, la ocupación de miles de soldados estadounidenses, más de un millón de muertos después y la constitución de un nuevo gobierno en Bagdad auspiciado y tutelado por EEUU, la tensión étnica y religiosa no ha hecho sino crecer en el país del Tigris y el Eúfrates. Se ha sacudido el avispero.
El gobierno de Nuri Al Maliki ha acabado por profundizar la enorme grieta que divide a suníes y chiitas en Irak. El presidente ha hecho oídos sordos a las peticiónes de participación política de la comunidad suní hasta el punto de concluior por favorecer la exclusíon de los suníes de todas las precarias instituciones iraquíes, facilitando incluso los abusos contra esta comunidad. Entre 2012 y 2013 los suníes trataron de protestar pacíficamente contra esta marginación. El resultado fue la violenta represión de las fuerzas de seguridad iraquíes. El Estado Islámico ha sabido aprovecharse de esta injusticia incorporando a sus filas a diversas milicias suníes de las que se ha servido para propagar su reinado de terror yihadista.
La analista de Human Right Watch, Sara Leah Whitson, denuncia que ni el gobierno iraquí, ni sus aliados -entre los que se cuentan enemigos acérrimos como EEUU, Irán o el propio Irak- han sido capaces de articular una serie de medidas que contribuyeran a proteger a la población suní en Irak. La fragmentación de las fuerzas combatientes en Irak en milicias sectarias sin ninguna rendición de cuentas, responsables de abusos aberrantes contra civiles, forman parte de la desintegración del estado iraquí que ningún grado de asistencia extranjera o intervención militar probablemente pueda remediar, apunta Leah Witson.
La paradoja siria
Estados Unidos, a priori, apoya sin reservas a Irak en su afán por detener al Estado Islámico, sin embargo tal y como denuncia el periodista británico de The Independent, Patrick Coburn, la política de Washington en Siria es exactamente la contraria. El objetivo de EEUU, así como el de Europa, Arabia Saudí, y los estados árabes del Golfo es el derrocamiento del régimen de Bashar al-Assad. Exactamente igual que el del Estado Islámico, de modo que la caída del presidente sirio -como ocurrió con Sadam- beneficiaría sobremanera al yihadismo que ya está absorbiendo al resto de la oposición armada a Damasco.
Llama poderosamente la atención que mientras el Pentágono ha denuncido el uso de bombas de barril por el gobierno sirio, la discrección ha presidido sus declaraciones sobre la utilización de este tipo de armas por la fuerza aérea iraquí en Faluya.
Se presupone que existe una oposición moderada en Siria, pero está siendo fagocitada por el integrismo. Mientras las potencias se deciden a intervenir, y el Estado Islámico en Irak se nutre de combatientes llegados de Siria, el califato amenaza con extenderse desde la frontera iraní hasta el Mediterráneo vía Libia y la única fuerza que hoy por hoy puede deternerlos es el Ejército sirio.
Al Qaeda y Estado Islámico son una idea
Human Right Watch cree que el error básico principal ha sido que la campaña diseñada en la Casa Blanca para derrotar al Estado Islámico se ha concentrado exclusivamente en obtener su derrota militar de la organización terrorista. Y más que una organizción terrorista -como Al Qaeda-ISIS es una ídea, una convocatoria, un ideario islamista radical que aboga por la imposición de la sharia, el regreso al medievo del Islam, la sumisión de las mujeres y la yihad, no sólo contra los "cruzados" cristianos occidentales sino contra otros musulmanes "infieles", mayoritariamente los chiíes.
Desde Occidente -y particularmente Estados Unidos- se ha publicitado enormemente la ejecución de numerosos líderes -números 1, numeros 2, números 3...- de ambas organizaciones terroristas. Barack Obama enarbola el asesinato de Osama Bin Laden como uno de los grandes logros de su mandato y, sin embargo, desde su muerte el yihadismo es más fuerte que nunca. /Lainformacion.com/.
POR A. TORRES