Barahona: ciudad portuaria
El 24 de enero de 2015 volví a ver la película mejicana “El deseo llega de noche”, rodada totalmente en Barahona en 1962, protagonizada por los actores Joaquín Cordero e Isela Vega, gracias al Canal 319 del Telecable que destaca la época de oro del cine mejicano en blanco y negro y el technicolor que se inicia en la década del 50. Me alegró mucho ver nuevamente mis amigos Yorik Piña y Roberto Peña participar brevemente en un film que no solo mostró la ciudad y zona portuaria de Barahona sino también las minas de sal y yeso, las playas de San Rafael, Saladillas y Punta Inglesa y el lindo atardecer de gaviotas retornando a los manglares frente al hotel Guarocuya.
Y es que la ciudad de Barahona es eso: “playas, zona portuaria y mar Caribe”, o más bien una especie de ciudad portuaria a la que no se le ha sacado el mejor provecho desde el punto de vista turístico-urbanístico como sucede con la Zona Colonial de la ciudad de Santo Domingo, el malecón, etc.. Se trata de una historia de la Ciudad Primada mirando al mar, como señala José del Castillo Pichardo en sus últimos artículos sabatinos publicados en Diario Libre, quien además agrega: “Entorno que merece y puede tener un presente/futuro mejor. Para que la urbe siga mirando al mar”.
En sentido parecido Don César Medina refiere el proyecto de 2004 de isla artificial frente a la costa del malecón de Santo Domingo (Columna “Fuera de cámara”. Listín Diario. 24/1/2015), proyecto que tuvo un apoyo mayoritario de parte de inversionistas norteamericanos para desarrollar el turismo inmobiliario. Destaca además “La Cinta Costera de la ciudad de Panamá”, una avenida de ocho carriles que entra al mar Pacífico y constituye uno de los paseos mas atractivos de cualquier ciudad de latinoamérica. Don César comenta la posible construcción de una isla artificial frente al malecón de la Habana con características similares a la que se proyectó en Santo Domingo.
Los proyectos turísticos intramarinos como los antes señalados u otros parecidos, además del indudable atractivo estético pueden justificar y recuperar la inversión de distintas maneras, no solo desde el punto de vista inmobiliario sino partiendo de los parámetros de ciudades portuarias que se observan en otros países (Red Mundial de Ciudades Portuarias – www.aivp.org), que en el caso de Barahona se comienza reconstruyendo la parte estética del entorno portuario-urbano para el desarrollo del turismo de cruceros.
Para lograr eso solo hace falta una leve iniciativa que rescate, reconstruya y habilite las infraestructuras
portuarias frente a la ciudad. Las infraestructuras a las que me refiero son el muelle principal de importación-exportación y aquellas localizadas en la parte opuesta conocida como El Cayo, tales como el muelle No.6, el muelle azucarero, un atracadero de madera para botes y veleros, el rompeolas y los vestigios del otrora famoso muelle azucarero americano de principios del Siglo XX, donde todavía las gaviotas engalanan los atardeceres.
Desde el punto de vista turístico-urbanístico Barahona tiene un ambiente marítimo-aéreo ideal pero todavía sin definir, donde sobresalen el Aeropuerto Internacional María Montéz, las infraestructuras portuarias antes mencionadas, el Bulevar Turístico María Montéz y el Batey Central con su Zona Franca Industrial y el Parque Olímpico. Pero sobre todo la misma ciudad de Barahona que agrupa todo eso y le sirve de base para que se convierta no solo en ciudad portuaria sino también en ciudad crucerista al estilo Puerto Plata, según iniciativa de la Cámara de Comercio y Producción.
Visto lo anterior lo ideal sería que Barahona se convierta en una auténtica ciudad portuaria y crucerista, en este caso partiendo del comercio internacional, el turismo ecológico y de cruceros, como ventajas comparativas.
Pero esto no lo vislumbran los planificadores dominicanos, los barahoneros y el Estado dominicano. El turismo ecológico comenzaría con la “Ruta del azúcar”, partiendo del Ingenio Barahona hacia los bateyes al igual que excursiones para visitar el Lago Enriquillo, Laguna Oviedo, Bahía de las Aguilas, etc.
Dentro del concepto de ciudad portuaria lo menos o mínimo que puede hacer el sector industrial ubicado en el área portuaria de Barahona es contribuir con la funcionalidad del Bulevar Turístico María Montéz, basada en un anteproyecto de rehabilitación y estética portuaria que integre el Bulevar. El sector industrial podría compartir los costos de ese anteproyecto con el Ministerio de Turismo (Mitur) y la Autoridad Portuaria Dominicana (Apordom). Es una manera de contribuir con el eficiente desempeño del comercio internacional y el turismo de cruceros, visto los millonarios fondos de que disponen Mitur y Apordom.
En el caso de Barahona la adecuación del rompeolas serviría de atracadero y bulevar marino para fortalecer el turismo deportivo de botes y veleros y el club náutico que se comunica con el rompeolas, el cual también hay que rehabilitar. En cuanto al muelle americano en esos predios, se trata más bien de hacer una réplica o reliquia que rescate el “vigente silencio” de 100 años de tradición y cultura azucarera, gracias a la supervivencia del Ingenio Barahona y el Batey Central, como complemento de la “Ruta del azúcar” dentro de un turismo ecológico o agroturismo que destaque el concepto de ciudad portuaria.
Mientras tanto, Barahona discurre entre la sorpresiva muerte de su estrella internacional María Montéz en 1952 y el deterioro de dos grandes obras que por sus condiciones deshonran su nombre en vez de honrarlo. Me refiero al Aeropuerto Internacional María Montéz y el Bulevar Turístico María Montéz, hasta el momento dos elefantes blancos. Podría decirse, sin lugar a dudas, que nosotros los barahoneros vivimos a espaldas de nuestro mar Caribe y que también no sabemos cómo defender nuestro turismo, para darle la razón a Asonahores, ante quienes me quito el sombrero.
Por Luis Eduardo Díaz Franjul
eduardofranjul@yahoo.com