Rumbo y luz para edificar una mejor naciòn dominicana
El Consejo Regional de Desarrollo Inc. (CRD), en sus estrategias tendentes a motorizar de cara al presente y al futuro el desarrollo del país, considera que la dilapidación del erario publico, la falta de visión y la negativa al cambio que nos han afectado desde el Estado independiente que surgió en 1844 hasta nuestros tiempos, ha sido la cosecha de la mala semilla sembrada por la falta de práctica de los principios trinitarios, los muy bajos niveles educativos que han primado en la gran mayoría de nuestra población, además, por la ausencia de una preparación adecuada de la dirigencia política para gobernar con eficiencia y honestidad
En dicho sentido, asume que el estado de degeneración moral y la crisis de valores que nos han arrojado las referidas problemáticas, ha engendrado hoy en día en los componentes de la sociedad dominicana, una masiva procura de mayores niveles educativos y la orientación correcta de los reclamos de los derechos que les asisten, haciendo nacer en estos un mayor poder social, que va ir solidificando la imposición del establecimiento de un real proceso de concertación social, donde ellos sean actores y partes fundamentales en la toma de decisiones sociopolíticas y socioeconómica que se tracen y decidan desde los estamentos estatales y nuestras entidades políticas.
Considera, que estas necesidades de nuestros tiempos y de la imprescindible reivindicación de nuestra nación frente a sus males, está haciendo nacer un empoderamiento social colectivo, que tiene por meta principal la sanidad que ameritan hacia su interno los diferentes organismos del Estado y nuestras entidades políticas y sociales, para hacer ciertamente de los mismos, soportes esenciales de la motorización de la paz, la justicia social y promoción humana sustentable.
Conforme a las líneas estratégicas del CRD, estamos obligados a asumir el referido rumbo, para evitar los perjudiciales resultados que ha arrojado el hecho de que núcleos determinantes de nuestra clase gobernante y dirigencia política se hayan dejados atrapar por antivalores, que les han colocado en la contraposición radical de los principios que sustentaron y dieron razón de ser al nacimiento de nuestra República, así como, de nuestros partidos políticos.
Invita a que debemos entrar en sintonía con estos postulados, para lograr una nación realmente independiente soportada en un desarrollo bien consolidado, y además, para erradicar los gravísimos males que ha generado la injusta apropiación de su patrimonio para el beneficio de determinadas familias y personas, dando un verdadero significado a lo que implica el lema que germinó y sustentó nuestro Estado: “Dios, Patria y Libertad”.
A tales propósitos, es su firme parecer, que requerimos propulsar una profunda y eficaz renovación de nuestros liderazgos y de nuestras entidades políticas, teniendo por soporte la integridad moral indoblegable y el nacionalismo vertical que engendró los principios e ideales de Duarte, de los trinitarios y los restauradores.
Por tanto, resalta que nuestro norte deber ser proponernos sin mas dilación un cambio de mentalidad en nuestros partidos y en todas nuestras instituciones, promoviendo la formación dentro de ellos de nuevos lideres que además de estar bien preparados para gobernar y dirigir, sean visionarios y dotados de una sólida vocación bien al servicio del bienestar colectivo, así como también, conquistar que sus viejos liderazgos comprendan a toda plenitud su delicado rol como luz, guías y mentores de las nuevas generaciones y de la solidificación de nuestro Estado.
Estamos en buen momento, para asegurar un futuro luminoso a esta y las próximas generaciones, asumiendo las tareas y responsabilidades que nos sugiere el Consejo Regional de Desarrollo, Inc. (CRD), las cuales nos instan para enrumbarnos hacia tan esenciales objetivos, romper con los sentimientos egoístas y sectarios, a fin de que a través de la vocación del bien, la práctica de la misericordia y el amor por el prójimo, garanticemos la conquista del bienestar, la paz y la justicia social que todos los componentes de la sociedad dominicana nos merecemos.
Por Abraham Abukarma Cabrera.