Danilo, feliz como una lombriz, pero….
El Presidente Medina debe haber pasado unas navidades muy felices. Después de dos años y 4 meses gobernando el país, tiene en su haber la aprobación de su gestión por más de las dos terceras partes de la población, algo que ni Leonel ni Hipólito consiguieron en el mismo periodo cuando fueron presidentes.
Aunque el 2014 termina con cifras económicas muy positivas, comenzando por el alto crecimiento del PIB con baja inflación, hasta la reducción significativa del déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, esa alta aprobación de Medina no necesariamente está relacionada con estos resultados.
La economía podría haber crecido a la mitad y ambos déficit haber aumentando y aun así el nivel de aprobación hubiera sido prácticamente el mismo. Por ejemplo, el 2013 fue mucho peor que el 2014 y aun así Medina mantuvo una alta aceptación del electorado.
¿Y cuál es la magia de este hombre que nos gobierna? La esperanza. Mucha gente espera que las cosas mejoren con Medina aunque el tiempo pasa y son muy pocos los beneficiados.
En su gestión, Medina ha pasado pruebas difíciles como la modificación del contrato con la Barrick Gold, cuyo mayor merito fue pasar al presente beneficios futuros. O la observación a la ley que convertía a Loma Miranda en Parque Nacional. También salió ileso del problema creado con la aberrante ley 168-13, aprobada por el TC, que despoja de la nacionalidad a miles de ciudadanos haitianos. La Ley 169-14, propuesta, por el ejecutivo y aprobada en el Congreso, corrige parcialmente esa injusticia.
Con el tema del aborto, observó el Código Penal aprobado por el congreso, cuya aprobación por el ejecutivo hubiera sido un error y una vergüenza histórica. Después se aprobó una “singularidad” que pocos entienden.
Su labor en el sector educativo ha sido igualmente asumida con mucha seriedad y ha logrado construir 10 mil aulas en dos años, aunque no haya alcanzado el 4% del PIB para educación. En lo adelante, debería preocuparse más por mejorar la calidad de los maestros y sanear el MED, que despilfarra buena parte del dinero que se le asigna.
Sin referencia o datos confiables, sus frecuentes visitas sorpresas a comunidades pobres para ayudar financieramente a productores agropecuarios, pequeños artesanos y un sin número de microempresarios en diversas especialidades, parece haber reactivado la economía rural, dándole al Presidente muchos puntos a su favor.
Pero en su momento, hay que evaluar a profundidad si los recursos asignados en forma de préstamos blandos (unos RD$8 mil millones según datos oficiales) han teniendo el efecto esperado ya que se carece de un sistema de seguimiento, control y evaluación que asegure la buena aplicación de los fondos y la sostenibilidad de los negocios beneficiados. Tampoco los recursos prometidos llegan en su totalidad y hay casos en que nunca llegan.
Para concluir con sus logros, Medina afianzó su dominio dentro del PLD neutralizando el control absolutista que poseía Leonel Fernández sobre los órganos de dirección y el Congreso.
En fin, hasta aquí, todo parece color de rosa para el Presidente. Pero lamentablemente no es así. Durante la presente gestión ha crecido demasiado la deuda pública y al cierre del 2014 podría estar por encima del 51% del PIB (7% más que al comienzo de su mandato).
El déficit del sector público consolidado cerró en 5% del PIB en el 2013 y estará cerca de esa cifra en el 2014, lo que todavía es muy alto para una economía que depende cada vez más del endeudamiento. EL FMI ha recomendado insistentemente reducir el déficit consolidado a menos del 2% del PIB y la deuda a menos del 40% del PIB y todo parece indicar que el gobierno no les da pelota a esas fanfarrias fondomonetaristas.
Los gastos corrientes han seguido creciendo incontroladamente, en especial las nominas públicas. Los despilfarros en todo tipo de vagabundería son visibles a nivel del gobierno en su conjunto. Para sostener ese nivel de gastos en consumo, ha sacrificado fuertemente el gasto de capital, cuya ejecución ha estado por debajo del 70% de lo presupuestado en el 2013 y 2014.
Excepto algunas instituciones, como las fuerzas armadas, el congreso y la justicia, que recibirán en el 2014 casi el 100% del presupuesto asignado, las demás estarán por debajo de ese porcentaje. Algunas no llegaran ni al 70% de ejecución.
En general, la administración pública sigue siendo un caos y nada se ha hecho para mejorar la calidad del gasto. Más bien, se observa un pronunciado deterioro en el quehacer institucional, donde prevalece una demencial política clientelista a todos los niveles, contribuyendo con el derroche de recursos y la corrupción administrativa.
La Policía Nacional y los demás órganos de seguridad, no se escapan de esa realidad, por lo que es frecuente ver agentes involucrados con grupos delincuenciales y el tráfico de droga, lo que ha hecho del país un lugar espantosamente inseguro.
A Danilo Medina le quedan 20 meses de gobierno y si no hace nada para mejorar la calidad del gasto y corregir esos grandes males que malogran su gestión, de nada valen sus altos índices de aprobación. Eso simplemente refleja una percepción de la gente, muy influida por los medios, que ve en Danilo Medina a un hombre sencillo, de buenas intenciones y que quiere ayudar a su pueblo, pero que no va más allá de lo marginal. Educación es un buen ejemplo. Muchas escuelas construidas, mientras la burocracia y el despilfarro se comen parte importante del presupuesto.
Para atacar a fondo la pobreza y reducir el alto desempleo, hay que comenzar por el reordenamiento, modernización y democratización del Estado Dominicano y del modelo económico que lo sustenta, los que han sido diseñados y constituido a la medida de un partido que quiere permanecer en el poder por tiempo indefinido. Y eso hace imposible que el país progrese.
Por: JOSE LOIS MALKUMF
EL AUTOR es un ex gobernador del Banco Central. Reside en Santo Domingo.