Teuddy Ariel Sánchez, en pocas palabras.
Hijo mío, más me agrada la humildad y la paciencia en la adversidad, que el mucho consuelo y devoción en la posteridad”.:
Este pensamiento de San Francisco, revela una indiscutible realidad para los Seres humanos de cualquier época y circunstancia.
Aunque se considere como una repetición de lo que otros ya han dicho, me siento en el deber de hacer algunas aseveraciones, acerca de una personalidad que fue para todos los que lo tratamos, un ejemplo de sano comportamiento.
Este pensamiento de San Francisco, revela una indiscutible realidad para los Seres humanos de cualquier época y circunstancia.
Aunque se considere como una repetición de lo que otros ya han dicho, me siento en el deber de hacer algunas aseveraciones, acerca de una personalidad que fue para todos los que lo tratamos, un ejemplo de sano comportamiento.
Teuddy fue una persona que vivió para dar a los demás, todo lo que pudo y especialmente, cuando era solicitado por alguien en cualquier circunstancia en que lo necesitara.
Fue una persona honesta, entregada a sus compromisos, pero con una virtud que le permitió saber decir SI, cuando fue oportuno y decir NO, cuando lo requería el momento.
Como todos, tuvo siempre opiniones a favor y en contra, pero eso es lo que hace la grandeza de una persona, saber equilibrar la vida y sus circunstancias, sin dejarse manejar por los caprichos ajenos.
No se conoce hasta ahora, de ningún caso de personas que se acercaran a él en busca de algún apoyo u orientación, a quien él se lo negara, siempre y cuando fuese a favor del bien común o del crecimiento personal o profesional de quien se tratara.
Es así como hasta sus más disimulados adversarios, hoy han tenido que reconocerle sus virtudes.
Ayudó a muchos a impulsar sus carreras con sus enseñanzas, y es por eso que vivirá por siempre en los corazones de quienes fueron sus verdaderos amigos y en el pensamiento de quienes no lo fueron y que quizás algunos estén pensando que debieron haberlo sido.
Paz a sus restos y conformidad a sus familiares.
POR FELIX BETANCES