David Ramírez lanza un misil a un historiador que dice ser un adulón de un político del patio
SE CAYÓ EL SANTO DEL CIELO:
No fue hasta ayer que descubrí las respuestas a mis preguntas, después de leer un articulo de marras donde se destapaba adulando a un político local y criticándome por yo haberlo llamado un “ignorante de la cultura y las tradiciones de los dominicanos” porque propuso y se aprobó en el Senado de la República declarar a ese adefesio musical llamado “Bachata” un género autóctono de los dominicanos, cuando todos saben que lo que escuchamos es una variante de la guaracha puertorriqueña, una variante que la industria del disco, con Bienvenido Rodríguez y Rafael Aracena a la cabeza, lo renombraron sólo para diferenciarse y generar ganancias, lucrarse con un género musical que no inventamos los dominicanos.
Confieso que al leer el escrito del joven historiador barahonero me quedé sin palabras, no lo podía creer, todavía estoy en shock. Yo esperaba un articulo de respuesta de los acostumbrados mercenarios, adulones y buscavidas metidos a comunicadores que abundan en Barahona, pero no de un intelectual de su talla. ¿Por qué no lo esperaba? Porque era de los historiadores que más admiraba y apreciaba. En mi biblioteca reposan todos sus libros, son para este servidor obras de consultas obligadas para investigar la evolución histórica de nuestra provincia.
¿Por qué se rebajó al adular públicamente a un político del patio? Un político a quien yo llamó “El santero” por proponer a los barahoneros que proclamáramos “Redentor de Barahona” a un corrupto ex presidente de la república que nos engañó vilmente con la presa de Monte Grande.
El articulo de marras de ese joven historiador en mi contra fue sólo un encargo, un favor a un político a quien ese joven historiador le debe hasta su empleo en el Congreso de la República, pero no sólo eso, su programa de televisión depende de la publicidad de esa misma institución.
Considero que al defender a ese político de la forma como lo hizo se rebajó intelectualmente, perdió mucho y tal vez ganó poco, porque sin él pensarlo, desplegó toda su miseria y vileza humana.
Ese historiador era un santo de mi devoción, lo tenía bien alto en mi altar, incluso, estaba pensando que era la persona ideal para escribir el prólogo de mi libro que se encuentra actualmente en revisión. Ese historiador era de las pocas personas que yo visitaba para charlar sobre historia o pedirle consejos sobre algún un tema histórico que me encontraba investigando.
Hay dos cosas en la vida que no se alquilan ni se venden, que es la dignidad y la reputación de una persona, una vez que se han perdido, puede ser difícil de recuperar.
Lo confieso, de ese joven historiador nunca esperaba tal postura tan adocenada, servil y aduladora.
Se cayó un santo de mi altar ¡Carajo!
POR DAVID RAMIREZ
TRABAJO ENVIADO