Comunitarios lamentan actual situación de Batey 6 del del ingenio Barahona
BARAHONA.- El Batey 6, que en el pasado fue la capital de los bateyes y uno de los más próspero de la zona cañera por la gran cantidad de dinero que generaba, hoy se encuentra sumido en un estado de miseria y pobreza, producto de la capitalización del ingenio Barahona a inversionistas extranjeros desde 1999.
Las modernas maquinarias han reducido a su mínima expresión el número de braceros que laboraba en el corte y tiro de caña y de trabajadores de otras áreas de la empresa azucarera.
Las modernas maquinarias han reducido a su mínima expresión el número de braceros que laboraba en el corte y tiro de caña y de trabajadores de otras áreas de la empresa azucarera.
Esta situación de miseria y pobreza también se registra en los bateyes Isabela, Santana, y los números 3, 4,7, 9, Cuchilla, entre otros, donde con frecuencia sus habitantes se ven afectados por malaria, leptóspirosis, tuberculosis y otras enfermedades.
La casa donde se efectuaban los pagos a los trabajadores, la cual en un tiempo operó como la Oficina de batey 6, hoy es una guarida de insectos y otras alimañas, tras ser abandonada desde que el central barahona pasó al sector privADO.
Los trabajadores agrícolas y la gran mayoría de los habitantes de esa demarcación viven en condiciones infrahumanas ante la mirada indiferente de las autoridades. Estas personas, la mayoría de las veces, carecen de recursos para adquirir alimentos y medicinas.
Se quejan de que los políticos solo visitan la zona en tiempos electorales en busca de votos a favor de sus candidaturas, mientras ofrecen villas y castillos a los moradores de la zona.
Los ejecutivos del Consorcio Azucarero Central (CAC) de capital guatemalteco, arrendatario del ingenio Barahona, invierten millones de pesos en la modernización de sus maquinarias, factoría y oficinas, mientras la gente de los bateyes padece toda clase de penurias y miserias.
Se recuerda que a su llegada, los ejecutivos del consorcio sacaron de las fincas cañeras a unos 700 agricultores, a muchos de los cuales les destruyeron sus cultivos con maquinarias pesadas, lo que originó un enfrentamiento entre campesinos e inversionistas que motivó la intervención de la iglesia Católica.