Casa Museo Hermanas Mirabal mantiene viva la memoria de las heroínas‏


A 54 años de su desaparición física, el legado, obra y estilo de vida de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal Reyes sigue vivo en la vivienda donde pasaron sus últimos meses de vida, hoy día convertido en la Casa Museo Hermanas Mirabal.


Los días previos a aquel 25 de noviembre de 1960, cuando por orden del tirano Rafael Leonidas Trujillo “Las Mariposas” perdieron la vida, parecen haber quedado frisados en el tiempo, pues la casa se mantiene tal y como la dejaron las hermanas, que habían ido a vivir con su madre porque su casa había sido destruida por la tiranía. Primero se mudó Patria, y luego Minerva y María Teresa, al salir de la cárcel se fueron a vivir allí porque estaban más protegidas.

La colección de libros de Minerva, las pinturas en óleo pintadas por ella, los dibujos en carboncillo de Patria; la colección de zapatitos en porcelana, la larga trenza de María Teresa, así como sus ropas, accesorios y mobiliario, son conservados a través del tiempo, manteniendo viva la memoria de las heroínas.

De esto se ha encargado su familia, pues tras su muerte, su madre, mamá Chea, como le decían, se ocupó de conservar todas sus pertenencias. Igual lo hizo su hermana Dedé, quien desde hace décadas se entregó en cuerpo y alma para mantener el museo, responsabilidad que recae ahora sobre los hombros de Noris González Mirabal, hija de Patria Mirabal Reyes, y presidenta de la Fundación Hermanas Mirabal, tras la muerte de Dedé, quien asume el reto con orgullo y el deseo de conservarlo como un legado para las futuras generaciones.

“Tenemos las habitaciones que ocupaban, tal cual ellas las dejaron; su ropa, la ropa de los bebés que tenían, lo que estaban cociendo en las máquinas, sus bordados, manteles, sus colecciones de tazas, sus colecciones de zapatos, la trenza de María Teresa que doña Dedé le cortó antes de enterrarla, las carteras y zapatos que llevaban ese día, un paño de Patria ensangrentado donde llevaba unos dulces, sus identificaciones, además de todas sus propiedades: sus aretes, collares, todas sus alhajas, en fin, todas sus pertenencias porque ellas fueron a visitar a sus esposos y volvían a su casa”, relata Noris González Mirabal.

Particularidad de una casa convertida en museo

La casa de las hermanas Mirabal tiene la particularidad de que fue convertida en museo por la demanda del pueblo, pues a la caída del tirano, la gente la convirtió en una especie de santuario, comenzando a visitarla interesados en conocer el lugar donde habían vivido, por lo que no se tiene una fecha exacta de la fundación del museo.

“Después del asesinato de las muchachas, recibíamos personas amigas que venían a compartir con nosotros y a darnos apoyo, y a medida que pasó el tiempo, venían personas de diferentes puntos del país. Entendíamos que todos querían ver algo de las muchachas y nosotros, como teníamos todos sus objetos personales y lo manteníamos con mucho cuidado, se los mostrábamos y se fue conformando poco a poco la Casa Museo Hermanas Mirabal”, recuerda Noris González Mirabal, quien tenía 16 años cuando pasó la tragedia, pero prefiere recordar los momentos hermosos vividos junto a ellas.

Noris recuerda que viviendo en la casa, cuando estaban comiendo o desayunando, tenían que parar y recoger todo rápido, porque llegaban vehículos de otros pueblos a ver la casa.

“Tengo muchos recuerdos, pero uno prefiere recordar todo lo bello que fue compartir con ellas: con mi madre y mis tías, que eran muy queridas, eso uno trata de contárselo a nuestros hermanos más pequeños, a nuestros hijos, a la familia. Siempre traemos a la memoria momentos tan bellos, tanto mi hermano mayor como yo. Siempre compartimos esos recuerdos, los planos de María Teresa cuando estudiaba, recordamos a Minerva leyendo, a mami (Patria) cortando las flores, sembrando algunas plantitas, siempre con tanto amor con los niños”, relata Noris, al tiempo de expresar que Patria era como la madre joven, ya que cuando sus hermanas daban a luz se las llevaba a casa y pasaba unos días con ellas.

En el jardín de la casa está el panteón donde están enterradas tanto Patria, Minerva y María Teresa, como Manolo Tavares, el líder del Movimiento 14 de Junio que estaba casado con Minerva.

Noris explica que antes de que su tía Dedé muriera, firmó la transición del museo Hermanas Mirabal al Museo Memorial de la Resistencia Dominicana, cuya directora general funge como directora ejecutiva, porque se sentía desgastada, y que después de su muerte, a ella la eligieron presidenta de la directiva de la Fundación Hermanas Mirabal por dos años.

Funcionamiento del museo

Luisa de Peña Díaz, directora ejecutiva del museo, informó que la casa está tal cual la dejaron las hermanas, pero que la biblioteca, cafetería y área administrativa son nuevas.

“Con los años se fueron agregando cosas que la gente traía de regalo, como poemas, cuadros, pinturas y bordados, pero todo eso al día de hoy se ha retirado y la casa se ha vuelto a llevar a su estado original. Todo lo donado se pondrá en una sala aparte, ya que eso desvirtúa la Casa Museo”, precisa Luisa de Peña Díaz, quien ostenta el cargo en calidad de directora general del Museo Memorial de la Resistencia Dominicana.

Al cuestionarla sobre cómo mantienen estos objetos propios de las hermanas para que no se desgasten con el tiempo, Luisa explicó que le da su mantenimiento, aunque con bastante precariedad, porque aunque hayan muchos estudiantes, el mantenimiento del museo en sí es mucho más costoso de los recursos que reciben.

“La casa-museo se alió con el Museo de la Resistencia, o sea que estamos uniendo fuerzas y el personal del museo que trabaja aquí se entrena allá. Se han unido los recursos, el museo recibe una subvención anual del Gobierno de dos millones 300 mil pesos, que vienen siendo doscientos mil pesos mensuales, que no alcanza, entre nómina, mantenimiento, agua, luz, teléfono, pero uno pide donaciones”, precisa la directora ejecutiva, quien dijo que tienen mucho apoyo de muchos sectores, pero al igual, muchas necesidades.

Además de la directora ejecutiva, el museo tiene dos subdirectoras: una técnica y otra administrativa, que trabajan en el día a día, y del equipo técnico del museo de la Resistencia que va a auxiliar. Además, cuenta con un equipo de cinco facilitadoras, quienes entablan un diálogo con los visitantes. También hay tres empleados de seguridad.

“Para este mes de noviembre buscamos ayudantes temporales, ya que por la cantidad de estudiantes es imposible manejarla con las ocho personas que tenemos aquí, para poder subdividir los grupos”, precisa Luisa.

Miles de visitantes en un día

Cada noviembre, sobre todo cuando se acerca el aniversario de las hermanas Mirabal, las escuelas de diferentes puntos del país copan las instalaciones del museo, hasta el punto de que reciben hasta cuatro mil visitantes en un día. Igual pasa en el mes de marzo, para el Día Internacional de la Mujer, cuando el flujo de personas también se incrementa. En los otros meses, las visitas promedios rondan en las doscientas personas por día.

“Estamos organizando para que llamen y hagan citas previas. Hemos estado educando y cada vez que vienen les pedimos que hagan sus citas para cuando vuelvan, porque no es lo mismo cuando tú tienes planificado recibir doscientos estudiantes, y te llegan trescientos sin anunciar, entonces se vuelve un caos. Ni los doscientos que hicieron su reserva aprovechan ni los trescientos, que tienen que sentarse a esperar hasta una hora”, precisa la directora ejecutiva Luisa de Peña Díaz, quien informó que solo en este último año han recibido alrededor de unas 70 mil personas.

La directora aprovechó para exhortar a las personas a que hagan cita, porque hay tiempo y espacio para todo el mundo, pero organizado. Informó que el museo abre sus puertas a las nueve de la mañana y cierra a las cinco de la tarde, de martes a domingo, y que cierran los lunes para darle mantenimiento. l
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